Jedrek no tenía idea de las consecuencias del trato que Janus hizo con los diablos. No sabía que podría llevarlos a esta catástrofe. ¿Cómo su padre pudo volverse tan estúpido y doblar las rodillas voluntariamente para salvar a su compañera? Esa fue la decisión más estúpida que un rey licántropo jamás había tomado.
Jedrek despreciaba el hecho de tener que aceptar a Lila en su vida. No, detestaba incluso la idea de tener una compañera. Sin embargo, no podía evitarlo en absoluto. Le resultaba difícil admitir que estaba empezando a sucumbir a su destino. Se entregó a él. No podía negar que no podía herir a Lila, al menos, no después de que el vínculo entre ellos se fortaleciera. Conforme pasaban los días, se hacía aún más fuerte.
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