—Después de todo, tienes que venir a mí para la firma al final. ¡Quién sabe si estaré ocupado en una de mis actividades de ocio y el trato que tanto te preocupa podría no completarse! —dijo con sarcasmo.
—... —Natalie nunca habría pensado ni en sus sueños que Rafael no solo le daba todos los derechos de la emperatriz sino también el derecho igual de tomar decisiones sobre sus propiedades.
¿No fueron sus palabras como una bofetada en su rostro cuando llamó a Hazel una mocosa que solo sabe cómo malgastar su tiempo libre?
—¿Qué has dicho? —incluso Damien, que estaba sentado con unas palomitas imaginarias en la esquina, se levantó y miró a Rafael con total asombro en su rostro.
Aunque él estuviera fingiendo frente al mundo para ganarse el favor de todos y derrotar a sus enemigos, ¡esta decisión era excesiva!
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