Alicia lo observaba incrédula mientras Harold se quitaba las botas y luego se tumbaba en su lado de la cama de espaldas a ella.
—¿Vas a dormir sin ropa? —preguntó ella, todavía mirando su espalda.
—Siempre duermo así. ¿Tienes algún problema con eso, Princesa? —Harold preguntó sin girarse para mirarla.
Alicia se aclaró la garganta. —Necesitamos establecer algunas reglas para las próximas noches. Esto no va a funcionar —dijo, y esta vez Harold se giró para mirarla.
—¿Qué tipo de reglas? —preguntó él curioso.
Alicia tragó saliva. —No puedes dormir sin ropa. No es apropiado —dijo sin mirarlo directamente, mientras sus ojos seguían desviándose hacia su pecho.
—¿Por qué no? —preguntó Harold, con la ceja derecha arqueada.
Ella se aclaró la garganta, —Eres un hombre...
—¡Ah! ¿Ya no soy como un hermano menor para ti? —preguntó él, haciendo que sus cejas se juntaran en confusión.
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