Cuando todos estaban contentos con el juego y su resultado, Lu Bao y Lu Lian parecían como si alguien las acabara de regañar. Su plan de tener a Lu Lijun como esclavo estaba arruinado y se preguntaban qué iba a hacer ese pequeño iceberg con ellas. Ahora ambas lamentaban haberlo provocado jugando, conociendo su temperamento.
Todos entraban a la casa y cuando Lu Qiang estaba con Jiang Yuyan, le susurró al oído de Jiang Yuyan —Señorita, ¿qué quiere que haga este esclavo para usted?
Jiang Yuyan sonrió y susurró de vuelta —Lo que este esclavo sabe hacer bien.
Lu Qiang respondió en voz baja —Soy bueno complaciendo en la cama.
—¡Tos! Qué pervertido esclavo tengo —diciéndolo, ella corrió apresuradamente hacia su habitación y Lu Qiang la siguió.
Cuando Lu Bao y Lu Lian fueron a su habitación, ambas estaban tensas —¿Qué hacemos ahora? Lu Lijun nos va a hacer sufrir como lo estábamos provocando antes —dijo Lu Bao.
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