Gedeón se dirigía a la hoguera en el campo de entrenamiento de su zona para unirse a los demás cuando captó la fragancia de Freya flotando en el viento. Curioso, siguió su rastro hasta que la vio caminando fuera del salón.
Viendo su oportunidad, se acercó a ella instantáneamente, consiguiendo incluso que ella aceptara acompañarlo afuera. Desde allí, no dudó en instruir telepáticamente a Leon y a los demás para que se alejaran de la zona de la hoguera en ese instante.
No sabía qué se apoderó de su cabeza cuando hizo eso, pero simplemente quería tener la oportunidad de tener a Freya solo para él otra vez; literalmente haciendo que ella solo lo viera a él y a ningún otro hombre lobo a la vista.
No obstante, avanzando al presente, ahora se daba cuenta de lo mala que fue su idea. Gedeón ya se estaba volviendo loco mientras miraba fijamente los labios entreabiertos de Freya. No podía evitarlo más. Deseaba probar fervientemente esos labios suculentos que colgaban parcialmente ante él.
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