Xenia sacudió la cabeza ante la incredulidad de su situación actual. Con los labios apretados, continuó leyendo donde lo había dejado. En su interior, no podía evitar sentirse emocionada y chillar ante la vergonzosa idea de cometer intencionalmente algunos errores solo para hacer feliz a Darío... Bueno, no solo a Darío, ya que también disfrutaba de sus besos.
Controló el bostezo que amenazaba con salir de sus labios mientras evaluaba sus opciones. Apenas había dormido un guiño la noche anterior por esos libros subidos de tono, y ahora aquí estaba leyendo información muy real y muy importante que realmente necesitaba. Pero con la somnolencia que empezaba a apoderarse de ella, no estaba ayudando en absoluto a sus posibilidades.
—¿No dormiste bien anoche? —preguntó Darío, probablemente notando lo letárgica que estaba actualmente.
—No —ella respondió sin mirarlo, su atención aún completamente enfocada en tratar de entender el libro que estaba leyendo.
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