—Está bien.
Con un gruñido de reluctancia, el rey se agachó para tomar una toalla de la cama de Xen y secarla. Posicionándose detrás de ella, Darío comenzó a presionar la toalla contra su piel desnuda, el sudor de ella rápidamente se absorbía en la tela mientras ella gemía y jadeaba frente a él. Era ridículo, pero también estaba haciendo hervir su sangre.
—¿Qué diablos estoy haciendo... —lamentó internamente.
—Hah... Esooooo siiiii queeee aliviaaaa...
Darío se estremeció al escuchar su gemido contra su toque. Bueno, técnicamente era por la toalla, pero ¿cuál era la diferencia en este punto? Cada toque que hacía casi le hacía erizar la piel. Era como si la toalla fuera prácticamente una extensión de sí mismo, un deseo agudo de estar cerca de ella le hacía babear ante la perspectiva de ir más allá.
—Uhh... Hace calor...
—¿Qué demonios
Unterstützen Sie Ihre Lieblingsautoren und -übersetzer bei webnovel.com