—Anastasia sintió la brisa fresca rozar sus mejillas húmedas, ayudando a secar sus lágrimas. Ante la inevitable pregunta de su padre, lo miró durante un momento antes de negar con la cabeza en silencio.
—No… Ella no puede estar muerta, Anna —El Sr. Flores se negaba a aceptar la verdad sobre el destino de su hija mayor. Antes de la llegada de Anastasia, había permitido alimentar la ilusión de que ambas hijas estaban vivas y les iba bien en algún lugar, aunque no estuvieran con él y su esposa. Levantó su mano para cubrirse la cara, como si quisiera ocultar su dolor—. ¿Sabes qué le ocurrió?
—Fue asesinada —Anastasia apretó las manos y dijo.
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