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Durante este tiempo, la admiración y gratitud recibidas por los soldados y los aborígenes que ayudaron a otros a subir de nivel fue absolutamente masiva. Cada día, algún ciudadano o guardia los invitaba a comer, les daba suministros y enviaba comestibles. Ahorraron mucho dinero con todas esas atenciones.
También a los ciudadanos les encantaba alimentar a los soldados. La mayoría de las veces, también les preguntaban sobre los elementos, cuáles eran sus experiencias y pedían algunos consejos.
Era como si ya hubieran activado sus elementos con sus preguntas. Los aborígenes no podían soportar decirles que menos del 10% de las personas podían despertar elementos. Solo podían sonreír incómodamente y dar sutiles indicaciones en el camino, tratando de ser lo más gentiles posible.
Por ejemplo:
—Estás trabajando duro, las ocupaciones deberían estar a tu alcance. No importa si te conviertes en Elementalista —decía Gaius.
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