—Esa mirada en sus ojos fue suficiente para que Elle entendiera que no era una mentira. El divorcio era tan real como se puede imaginar —una solitaria pero amarga lágrima cayó de la esquina de sus ojos a pesar de sus esfuerzos por no llorar, y Sebastián se movió para lamerla. Podía sentir su aliento tembloroso y escuchar sus latidos del corazón palpitar increíblemente rápido y fuerte.
—Tú... intentaste hacer que te abandonara... para siempre... —continuó Elle. Sus emociones ya no podían ser controladas—. Tú... tú...
—Estaba... intentando salvarte, Iza... —finalmente habló, su voz temblorosa—. Decidí... dejarte ir... antes... antes de que algo peor te suceda. Es la única manera que conozco para mantenerte a salvo.
Elle solo pudo sonreírle amargamente, negando con la cabeza lentamente. Sin decir una palabra, le decía que no lo entendía.
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