—Nora miró la puerta cerrada donde Demetri se había encerrado y suspiró por enésima vez. Realmente, con la forma en que sentía calor continuamente y se sonrojaba persistentemente, pronto iba a parecerse a un tomate. Mientras picaba las verduras para su desayuno, no podía evitar preguntarse por qué las cosas que habían ocurrido no llegaron a su fin.
—Nora rodó los ojos en auto-desaprobación. Siempre se enorgulleció de mantener el control sobre sus acciones, evitando caer en impulsos hormonales. Sin embargo, en este momento, solo había una cosa que ocupaba sus pensamientos: un intenso deseo de completar lo que habían comenzado temprano en la mañana.
Cada vez que leía esos pequeños y ardientes novelas eróticas, descartaba los suspiros teatrales y los gemidos como exagerados. Sus ojos se abrieron la posibilidad de que las cosas no fueran una exageración cuando Demetri la besó por primera vez.
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