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La esposa. Gaia desaparece. La realidad de todo.

La esposa. Gaia desaparece. La realidad de todo.

 

 

 

Era más extraño de lo que parece. La sala Hades guardaba muchos secretos, pero no pensé que fuera ello.

 

 

Gaia estaba soñando, y yo podía compartir su sueño aquel sábado de madrugada.

 

 

- Tiene una cara que se olvida en un par de días

- Deja de decir eso

- Es porque es divertido atormentarte. ¿Pero de hecho te gusta que te atormente no?

- Deja de decir ridiculeces

- ¿Prefieres que nunca más juguemos? ¡Ja! ¡Ja! Eres gracioso – Esa expresión introvertida me gusta ¿sabes?

- Que bello cumplido

- Gracias, seguro lo olvidaré en unos días, Pero – Y pasó su mano en mi mejilla – Nunca olvidaré éste tiempo que pasamos juntos. Ella se había bebido una copa completa de una bebida con alcohol, pero era para decir las cosas de manera decidida.

Y le dí un beso. -

 

- Siento que esta plática es poco sería

- Entonces no sería una plática – Respondí. -

- Siento que no parezco alguien normal, pero por una vez quiero hacer algo contigo para siempre -

 

...….Pronto me iré….tenlo presente…pero tú no lo comprenderás…olvídate de mí…y de todos estos momentos...…..

Al despertar ella descansando. Había dormido solo dos horas, y volví a recostarme.

Lo usual hubiera sido seguir descansando, pero francamente no podía. Tenía dentro de mí como un pálpito que retumbaba en todo mi cuerpo. Como si pudiera predecir que algo sucedería. Me aferré a la idea de que solo era alguna emoción pasajera. Esas que vienen como noticias a querer producir algún tremor. Y luego me venía la figura de Gaia ¿Qué haremos?

- ¡¡Ohhh!! …..- Un bostezo de Gaia se inicia repentinamente – veo que estas despierto Danna.

- Si, no puedo dormir.

- ¿Has estudiado? – Preguntó tajantemente. Su ánimo era bajo y hostil.

- Si ¿Noto que te has puesto un tanto celosa?

- Para nada – expresa con orgullo.

- Bueno tampoco deberías hacerlo.

- ¡Bien!. Uff… - Suspira – Supongo que no tengo derecho a reclamar nada. Ya hemos conversado sobre nuestra situación. Pero bien, espero la hayan pasado satisfactoriamente. – Colocó un rostro poco amigable en cuanto iba al baño a darse una ducha.

- ¡Si te preocupa! Puedes quedarte más que tranquila. No hice nada que pudiese ser comprometedor. A parte de que no tenía deseos de ir.

¿Gaia?

- ¡Dime! – Ella estaba en el baño. -

- ¿No te gustaría que fuéramos al cine hoy?

- ¿Ir al cine? No estaría mal. Hoy es tu día libre y yo a ver…Déjame pensar..

 

- ¡Nunca hacemos nada juntos! Nos casamos. Si entiendo que es todo un arreglo. Pero parte de ello era tener citas. No hemos hecho nada en estos meses. Incluso creí que solo había pasado apenas dos meses y llevamos más.

- Hemos hecho muchas cosas Danna.

- ¿Hemos? Deja de decir tonterías.

 

Gaia se mantuvo firme en silencio unos segundos. Luego se observó en el espejo

¿Y se dijo por qué?

 

- ¡Éste tonto! ¡Tonto Júpiter! Si solo pudiera ¡¡No!! ¡¡No Gaia!!

- Bueno. De todas maneras es como habías dicho es todo un arreglo. Creo que podríamos darnos tiempos libres. Para no estar presos.

- Puedes hacer lo que quieras. Invita a tu compañera si te parece bien – Dijo Gaia remordiéndose los dientes como si detestará las palabras que ha dicho.

- No lo sé. Pero mis sentimientos son claros.

- ¿Tus sentimientos? – Se dijo Gaia – Como quisiera que fuese diferente todo – Júpiter creo que tienes razón. Haz lo que consideres acorde.

- No me parece que este bien.

- Hace un momento dijiste que no lo sabías. Que debíamos tomarnos un tiempo.

- No es eso.

- ¿Y entonces? Ya ponte de acuerdo.

 

Inmediatamente me enfadé retorciéndome y fui al baño y por acto reflejo le dije desde el otro lado. -

- ¡¡¡LO QUE QUIERO DECIR ES QUE TE AM.....

 

El móvil sonó. Un respiro de ella, que se sintió aliviada. Fui por el móvil que estaba haciendo un batifondo terrible, y mi confesión se guardaba por ahí a

 

la espera. Fui a responder de muy mala manera. Al arrojar el móvil contra el suelo por una tontería, fui al baño nuevamente y sin darme cuenta ante los nervios abrí la puerta.

- Lo que quería decirte Gaia es que TE AM….. – Y sin darme cuenta la vi allí en su plenitud con su cuerpo despojado de prendas. Había cometido el error por descuido.

Allí una Gaia sorprendida totalmente desnuda se me quedó mirando fijamente. Su rostro rojo como su cabello extenso aflorando como si hubiera viento dentro de un baño vacio. No me había proclamado a ella, por esa interrupción, pero ella sabía bien lo que vendría. Podía ver su figura detallada y como ese cabello salvaje tomaba vida en cada punto, y en diferentes direcciones. Estaba anonadado de tal belleza. Su piel blanca, su pecho robusto, sus pezones en alto y todo ese camino hasta llegar a su sexo. Ella rápidamente se tapó como podía.

- Ehh..eh…eh – no tenía palabras ella.

- Lo..lo..lo siento.- cerré la puerta. Me había puesto rojo como ella de la vergüenza ajena. – Perdona será mejor que vaya a la cocina a preparar el desayuno.

- Si está bien – Dijo con una voz titubeando - ¿Qué fue eso? Nunca nadie me había visto desnuda ¡¡Por dios!! – Se dijo así misma. – ¡¡¡¡Lárgatele de aquí!!!!! - Se sonrojó aún más delo debido. Su vergüenza no llegaba a ser cubierta por sus pequeñas manos. Volvió a titubear entre enfadarse por el hecho y mis palabras. La confusión generó un choque de planetas como cuando se estrellan de repente y muchas partículas luminosas escapan. Y luego el silencio rotundo al esparcirse y la oscuridad de no existir más que un rancio y plutónico ambiente. Ella me explayó sin poder tal vez cavilar en la sorpresa - Lo siento Júpiter. No puedo corresponderte. En definitiva soy una cobarde. Si supieras que desde el día que te vi guardo sentimientos por ti, pero no puedo. ¡¡No!!, no puedo

 

Júpiter. – Se dijo nuevamente al girar la llave de la ducha. El agua caía por todo su cuerpo. Y se mesclaba con sus lágrimas. – Pronto se terminará. Me guardaré los recuerdos nuestros que te quité para no destruirte cariño.

Esas fueron palabras que Gaia escondió para sí. Me fui como todas las mañanas y en la salida el artista estaba en su balcón con una pieza de lienzo.

- ¡Júpiter! Buenos días. Aquí retrataré una majestuosa ciudad desde el segundo piso de este pequeño edificio.

- ¡Qué locuras! – Me dije – ¡Buenos días! Me parece fantástico

 

Aquel estaba tan concentrado que con su pincel apunto a unos edificios alejados, y pronto comenzó todo su arte. Iba desafiando los movimientos de la brisa para que el tinte se fuera esparciendo con un trazo bien logrado que identifique todo lo que existe alrededor. Claro que me fui de inmediato, sino quería formar parte de su fetiche mágico de artista. Había leído el retrato de Dorian Grey de Oscar, y temía por mi alma atrapada en un trapo.

Pensé al ver a todos. Que desde éste lugar si era un lienzo. Todos y cada uno de ellos se conformaba en una única y bella situación. Rememoré la primera vez que reímos con Gaia, fue por una discusión tonta sobre lavarse los dientes. Hicimos una competencia para ver quien lo cuidaba mejor, y claro que ella ganó, y se rió de la pasta en mis labios cayendo como baba de perro con rabia. Fue divertido supuse. -

La vida está llena de esos momentos que determinamos como insignificantes. Que no se van a repetir, y tal vez eso sea lo doloroso, pues he vivido muchos así, desde mi nacimiento, y con Gaia. Tal si, sea muy doloroso lo que diga, pues soy en mi especie un frívolo y arcaico humano, pero sé que me voy arrepentir de no volver a ellos. -

 

El examen se concretaría hoy, y como también la inauguración de la sala Hades. Luego de todos estos eventos llevaré a Gaia a algún lugar divertido. Creo que merece unos días de descanso, distraerse. Le dije a viva voz lo que sentía, y ella continuaba con su tesitura rígida de dama que no admite. Gregory apareció también. Solo faltaba la pareja de vecinos metiches que siempre estaban opinando de todo y sobretodo.

- Mi amigo – Dijo un tanto contento. Venia feliz con su anotador.

- Gregory buenos días – Tuve la sospecha de que estaba de ánimo desde que hablamos – ¿Tienes buenas noticias no?

- No podría decir si son buenas noticias. Son noticias y punto.

- ¡Ey! Que buen, los dos juntos – podría retratarlos – Dijo el artista, mientras pintaba. El ruido hizo salir a Gaia, y que se asomase Luna por la ventana para abrirla, y regar sus plantas.

- ¡Éste loco! Está produciendo un batifondo de grandes dimensiones. – No tardo la pareja de casados metiches en salir para ver, y fueron a donde aquel artista se encontraba.

- ¡Ja! ¡Ja! A al paso que vamos nos va a encerrar como a Dorian Grey y su retrato. – Comentó. De hecho pensaba lo mismo que yo. Gaia salió y se acercó a hablar con Luna. Ambas parecían mirarnos.

- ¡¡Ey!! ¿Y ella?

- Es una historia de amistad. Pero lograré conquistar esa ciudad – Expresó con arduos motivos de lucha primordial y luego se rió hasta que se dibujo en su mirada una tenue seriedad. – ¡Júpiter! ¿Tienes un minuto?

- Voy de camino a mi trabajo, y luego el examen de una clase, y luego saldré temprano. –

- ¡Bien! Te esperaré en el horario de salida.

- Es algo urgente – Comentó mi ansiedad. –

- No, de hecho es algo extraño.

4 -

¿Extraño? – Pregunté frunciendo el seño. Él las observó a ellas, y me miró inmediatamente. – Luego te explicaré.

Asentí con ciertas dudas y curiosidades. Todo estaba en un círculo en este edificio, y el artista continuaba con su lienzo mientras la pareja lo observaba y platicaban con él. Y Gaia posaba su mano en una hoja de un floreciente brote. Luna nos miraba desde lejos como si fuera un francotirador apuntando al grupo de escuadrón enemigo. Por lo menos presentí ello.

Nos retiramos y Gregory se fue en dirección a la editorial, y yo a mi trabajo.

 

La sala Hades estaba lista. En su interior en el centro una estatua realizada con un bronce. Muy caro al respecto del dios Hades en el centro junto a su amada Perséfone. Origima me comentó que el magnate la envió hacer por medio de una miniatura. Lo que me sorprendió fue que a lo lejos y observando el Júpiter olímpico estaba de frente contra la pared. En honor a Zeus, y Júpiter romano habían enviado a hacer uno de aquel sentado en un trono y a su lado una dama que por encima abrazaba su cuello extendiendo los brazos. También de bronce. Me acerqué a ambas estatuas. Tanto una como la otra arrojaban un imponente vigor. La que correspondía al Júpiter olímpico o debería tener una mujer a su lado. Tal vez en la mitología era Juno podría ser, o su homónima griega Hera. En fin tomé mi tablet de información para leer un poco sobre el asunto. La sala guardaba un silencio notorio, que podría hasta gritar y el silencio mismo opacaría ese estruendo sonoro. La leyenda había desaparecido, aunque guardaron la historia en la última sala en un afiche para producir que los visitantes en su encanto vinieran a ella. A todos nos agrada un poco el terror de ficción, hasta que se vuelve realidad.

Completé la jornada, sin ningún problema. Algunos turistas. Algunas fotos, y mi adorable explicación de cómo se fue generando. Como no había catalogo de objetos adecuado. La sala pasó a ser un recinto de objetos que entran dentro del

 

imaginario de las personas y sus culturas. Objetos inanimados que fueron creados para una fascinación del ser humano como si fueran de culturas que nunca existieron. De hecho corresponde a una sala en la cual cada elemento no tiene indicación por lo tanto permanece en el imaginario de las personas como mitología, o criptozologia. Inventos del hombre. Esa primera especificación se aclara al ingresar, para que nadie corrompa el sitio con argumentos falaces sobre una nueva historia que estemos creando dentro del revisionismo histórico.

Antes de retirarme al irse el último turista, fui a la sala pequeña desde el corredor a fin de apagar las luces. Al hacerlo, me pareció ver una pequeña luminosidad roja. Era como que se reflejaba en la pared de la entrada, y la forma de una silueta se dibujó. El miedo me hizo recordar al humanoide fantasma como sombra, al dar la vuelta no encontré nada más que la efigie observándome. El delicado sentido de incertidumbre y ansiedad, hizo caer unas gotas de miedo. Me fui de inmediato. Tenía que tener mi cabeza en el examen. La luz roja no se presentaba. Fue con certeza una ilusión mía. Cerré las puertas de la sala, y luego las del pasillo. Descendí las escaleras y luego el ascensor.

Entregué mi parte de informe, y fui de prisa a la universidad. Al llegar ya muchos alumnos se encontraba en sus asientos firmes. No era un examen difícil, sin embargo la adrenalina corría por la sala, ya que era un promocional de materia.

Un compañero me dijo que Rigel dio un buen parte de trabajo de mí al jefe. Era la primera vez que lo hacía.

- Parece que le estas agradando a la jefa.

- Quizás sea amabilidad. – Explayé. -

- La amabilidad solo es un fraude, o parte de las mentiras de la sociedad para otros secretos – Confesó, y se fue. Era un colega que jamás había

 

visto. No le regalé importancia a ello. Él en cambio si sabía de mí. Ambos podríamos haber mencionado alguna situación, aunque intentamos no equivocarnos en ello, dando prioridades a lo nuestro personal.

Senté mis ganas, y la ansiedad, en un pupitre cualquiera. Mis compañeros y compañeras que conocía estaban alejados de mí. El tutor ingresó y sin mediar palabra alguna nos repartió las hojas a cada uno de nosotros. Al recibirla. Tenía una corazonada leyendo las preguntas. Responde adecuadamente cada una de ellas. Un perfecto desarrollo de cada una de ellas

Primera pregunta.

 

- Como asociaría la sociedad y su desarrollo en la época neolítica.

 

A mi mente al pensar en aquella pregunta, recordaba el estudio con Josefina, y no sé por qué una voz como la de Gaia me indicaba la respuesta.

- A ver el desarrollo en la etapa neolítica, se baso a un entendimiento de aportado por nuestros ancestros homínidos que contenían una inteligencia que superaba los estándares posibles. En ello el desarrollo de elementos y maquinaria dieron lugar a una gran civilización que prospero luego de la época glacial. Se fomentaba la autoproducción de alimentos, y productos, como también la expansión hacia llanuras, debido que los primeros humanos provenían de las montañas, en las cuales crearon bases de alojamiento para su supervivencia. El conocimiento científico fue guía desde una astronomía desarrollada. Ahora bien estos homínidos.

- Antes de la era glacial, que desarrollo tenía el ecosistema.

- El ecosistema se basaba en las modificaciones de los cambios de eje, producidos en la tierra. Las civilizaciones anteriores a los homínidos fueron catalogando cada movimiento para su desarrollo interno. Estos convivieron en adelante con el llamado australopithecus primigenios. Aquellas civilizaciones fueron la clara evolución luego de la gran catástrofe en la creación de reptiles y razonamientos.

 

Llamados saurones que se establecieron en sitios remotos ocupando las montañas, para luego desalojarlas e ingresar a los túneles dentro del núcleo de la tierra.

- ¿Cree qué la evolución es un método constante?

- La evolución es.....la madre de la vida. De la nueva vida que aún se está gestando. No es un método constante, es un método de transformación a la perfección. –

- ¡¡Júpiter!!..... ¡¡¡Júpiter!!! …! Alumno Ruppert!

- ¡Ahh!..disculpe profesor.

- No, hay problema..debe entregar la hoja..ya estamos en hora.

- ¡¡Ohh!!...lo siento..

 

Estaba de forma solitaria en mi pupitre. Todos mis compañeros se habían ido. Remo, Lucio, y Josefina. Solo restaba que firmase ¿Me quedé dormido? – Me pregunté. El profesor recogió mi examen, y me saludó.

- Sea más atento. Suele suceder – Dijo – Saludos Júpiter Anónimo Ruppert.

- Saludos profesor. –

 

Al salir él del aula, ordené mis cosas, y me dispuse a encontrarme con Gregory. Quería de antemano saber que era tan importante. Afuera Josefina esperaba.

- ¡Ruppert! Tardaste mucho ¿No estudiaste nada? O no aprovechaste nuestra clase particular? ¡Ja! ¡Ja! – Se mofaba ella. -

- ¡No fastidies!

- ¡Era broma! ¿Quieres ir a platicar sobre el examen y tomar un café?

- No puedo tengo que encontrarme con alguien.

- ¿No será una mujer no? ¿Estás engañando a tu esposa? Pregunto riendo

- ¡Claro que no! ¡Es un amigo!

- ¡Ah! Conversación de hombres. ¡No ésta mal! Creí que era antisocial.

 

- Lamento desilusionarte. Te invitaría..peroo – Y le coloqué una mirada sarcástica y poco alentadora.

- ¡¡Eh!! Claro que no iría con un tipo libidinoso como tú y seguro te unes a otros. Dios increíble.

- ¿Para qué me invitas un café si soy así?

- Porque soy una buena compañera que se preocupa por sus amigos.

- Bueno. De ser así ¿La próxima te parece? ¡Te invito yo!

- ¿Qué?, ¿Me estas coqueteando? Ya te he dicho que no podemos. Somos amigos. Estas casado. Aparte si fuera así, quiero ser segunda, y lo siento no podemos.

- ¡¡Oyee!! ¡¡No me interesas!! ¡Deja de inventar historias de rechazo! Es mejor que me vaya. ¡Adiós!

- ¡Adiós don lascivo!

 

Odio ese tipo de personas, que te saludan y ya no puedes quitártelas de la cabeza. Te envían un mensaje y te vuelven loco, pero al final te agrada. Supongo que somos seres indecisos en lo que queremos. Pero esas personas de alguna manera nos atrapan con su encanto., Gaia había hecho eso de mí. Era tan rara que no podía quitármela de la cabeza, y no por amor, sino por muchas otras cosas que hacen a su personalidad. Y Josefina era como mi hermana. Un insoportable ser, pero agradable en su aspecto. -

Al llegar a la planta baja, me esperaba Gregory. Estaba fumando un cigarrillo. Suele hacerlo cuando se pone un tanto nervioso me dijo una vez. Al verme, hecho una calada y lo arrojo al suelo para pisarlo, luego lo levantó y lo tiró en un cesto de basura.

- ¿Viejo que bueno verte? Antes que nada solo te preguntaré como te fue en el examen. –

- Bien, supongo.

- Supones mucho, y eso es dubitativo.

 

- La duda en uno mismo, es una especie de inseguridad.

- Si has estudiado no hay problema.

- Si, solo que me nublé en un principio.

- ¿Te mareaste? Suele ocurrir cuando uno está nervioso.

- No, era como si oyera voces, y me indicaran las respuestas. Olvídalo, es solo una estupidez ¿Qué tenias que decirme?

- Vamos por un café y te diré bien.

 

Ambos salimos de allí directo a un local abierto. Allí pedimos dos cafés cortados. Mientras el mozo los traía, aproveche para ordenar unos apuntes del museo.

- ¿Qué tal va ese negocio?

- Por fin esta ordenado, y ya hemos abierto la sala principal. La sala Hades. Tiene muchos objetos interesantes, que no han podido ser catalogados, podría decirle utilería barata. Todas piezas traídas de partes del mundo hace más de cien años. Leyendas, libros de lenguajes extraños, estatuas de arcilla, alfarería, cuadros con dibujos embelesando situaciones inexplicables.

Gregory pensó unos momentos lo que había mencionado. El mozo trajo los cafés. Mientras vertía un sobre de azúcar en el mío, él seguía pensando colocando dos cucharadas de azúcar en el suyo. Luego lo batió lentamente.

- ¿No crees que todo esto es muy extraño? Una sala grande llena de objetos sin catalogar. Sin una historia determinada., como si nunca se hubiera conocido, sino fuera por la compra del museo. Nunca serian parte de la historia que conocemos.

- De hecho no sabemos si son historia. Podrían ser tonterías de algún bromista.

 

- Nada tiene bromas en nuestro mundo Júpiter. Las bromas son solo artilugios para esconder una veracidad que no puede prescindir de real

¿Has notado que ocurren muchas situaciones que son incomprensibles?

- ¿Por eso me llamaste? – Pregunte, ya que Gregory, está muy cauto sin poder expresarse como corresponde.

- Júpiter, la otra vez me encontré con Gaia y Luna. Seguro ella te habrá dicho – Manifestó. No recordaba si ella me lo había mencionado. – En fin nos quedamos con Luna luego, pues ella me invito a tomar una cerveza. Gaia se retiró por su lado.

- Bueno. ¿Lograste algo bueno con Luna?

- Si, como poder decirlo. Solo fuimos a tomar algo con ella. Pero desde aquella vez. Sueño con Luna como si fuéramos una pareja. Es extraño. Es tan real que parece que los sueños fueran la verdadera realidad, y esto que vivimos un sueño. – Dijo un tanto asustado con sus palabras.

- ¿? – No dije nada, pues desde que conocí a Gaía, y desde aquella vez que vino a mi apartamento a ofrecerme matrimonio, me estaba ocurriendo lo mismo. Al final con Gregory somos dos locos enamorados. Sin ser correspondidos, y soñando que lo somos en un mundo feliz, sin atracos, ni problemas. Al final le dije que se quedara tranquilo – Gregory, es normal, soñar, y hasta pensar en una persona que amas.

- ¡Júpiter! Eso lo sé muy bien, pero hay algo que no puedo comprender – Confesó. Allí el suspenso me invadió. – En este anotador, como escritor que soy, dejo mis líneas y cada uno de los textos que voy escribiendo. – Él, saca de su bolso, un cuaderno con muchos textos de su puño y letra

¿Sabes? Soñé que salimos un día, y en medio de una tormenta nos escondimos en un callejón bajo un techo de chapa. Constantemente las gotas caían en él que nos daba refugio, y el ruido resonaba allí, como en el corazón de Luna, y ella me miró y me beso. Y luego nos abrazamos. Al parar de llover, regresamos, y escribí unas palabras de aquella noche.

 

No te olvido, ni te olvidaré en el sabor de tus labios. Al otro día al despertar, sabía que fue un sueño. Pero aquellas palabras estaban allí.

- ¡¡MMM!! Gregory pudiste haberlo escrito antes y luego soñaste con ello.

- ¡No Júpiter! No es la primera vez que ocurre. Hice una prueba interesante de ello. Y grabé con una cámara en la noche que se producen ellos. Descubrí, que el anotador en blanco, estaba escrito.

- ¡Es una locura Gregory! - Dije. Entonces recordé que tenía en mi interior baches de remembranzas de momentos con Gaia, que eran sueños, pero que fueron realidad de alguna forma. El reloj. Si el reloj. Yo le regalé realmente un reloj a Gaia, y ella me besó. Yo estuve con ella en cada momento, si no podía ser de otra forma

- ¿Júpiter estas bien?

- ¡¡Ehh…..!!... ¡Sí! – Mi visión se nubló, pero mi mente no. – ¡Gregory puede que tengas razón!

- ¿Me crees? – Explicó un tanto asombrado él, que apenas podía entender su historia. –

- Me ha ocurrido algo parecido con Gaia. No sabría cómo esclarecerlo.

- Pero ustedes están casados.

- Cierto – No aclaré lo referente al matrimonio falso – Si, lo estamos, sin embargo, no significa soñar situaciones que son reales. Que corresponden al mundo real y no onírico. Todo lo que necesitas es algo real sin dejar de soñar

- ¿No entiendo lo que ocurre?

- ¿Tampoco, pero habría que conversarlo?

 

Él asintió. Regresamos con el metro, y luego el ómnibus. En el camino de regreso el edificio tenías sus luces apagadas. Podría ser que todos estuvieran descansando.

 

Me despedí de Gregory, y estaba dispuesto a entrar, pero un inconveniente se hizo de mis oídos al escuchar desde la terraza en la cual estaba la antena. Desde una esfera brillante una silueta de mujer se colocaba agarrada a la vara de fierro. El cabello salvaje esparciéndose como doquier en un viento agradable, aunque un poco gélido. Y allí parecía admirar una estrella lejana, y otra, y otra. Gaia estaba en la terraza del techo, y no podía decirle que viniera a mí. Comenzar con los gritos era un artilugio poco considerable, y tampoco es que fuera a cometer una locura. Ella era así de extraña, y decidí no expresar nada solo mirarla en la noche. Ella se dio la vuelta, y me observó como siempre sonriendo. No expresé nada más que verla y admirarla. Ella tampoco dijo nada.

Tanto ella como yo sabemos cómo decirnos las palabras precisas de una manera fácil. E incluso a los demás, pero creemos que no es lo correcto. Lo correcto es mirarnos para poder leernos el uno al otro.

Ella estaba allí sin querer descender, y entonces extendí mi mano por Gaia. Fui a ella sin nada que esconder, sin nada que meditar. Llegue a ella y Gaía se sentó en el suelo de la terraza y se abrazó sus piernas mirando al suelo. Me coloqué a su lado. Deseaba estar con ella. Solamente con ella. Y disfrutar de ese instante nimio pero crucial, decirle nuevamente que mis sentimientos eran todos para ella.

Al llegar a ella.. Recito unas palabras….

 

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-¿Qué es ese lenguaje? ¿Acaso es de tu isla? Nunca lo había escuchado. -

Confesé

 

(No tengas miedo, somos diferentes, pero iguales al mismo tiempo, no quiero que me dejes.)

 

- Son solo palabras. Observó el suelo con sus brazos aferrada a las piernas.

- ¡Danna! Debo irme.

- ¿Cómo que irte? – Me asusté al oír esas palabras. - ¿Por qué? – Pregunté

- Debo volver a donde pertenezco.

- ¿Esa isla que dices? Ya veo ¿Tus padres?

- La realeza no es tan simple.

- Pero estas aquí ¡¡Díselos!! ¡Que ellos vengan a nosotros! ¡¡Que vean que somos un matrimonio feliz!!

- ¡Ya sabes que no lo somos!

- Pero yo ya te lo he dicho que no me importa nada, y que te amo Gaia.

 

Ella se lanzó a llorar. Entre lágrimas podía confesar algunas de sus palabras. Resolví decir lo que permaneció pausado en la mañana.

- ¡¡¡TE AMO GAIA!!!

- No me hagas esto. No me digas estas cosas. Yo llegue aquí, pero no creí que te enamorarías. No creí que yo me enamoraría. Pero no podemos continuar. No puedo noche. Tras noche. Día tras día. Jugando con el tiempo. Cambiando las cosas de lugar por lo que sentía para que todo fuera una ficción.

- ¿No sé a qué te refieres? Pero quiero estar a tu lado. Si no iré contigo. -

- No Júpiter. No puedes venir. Y si pudieras no te aceptarán. -

- No me entiendes Gaia. No importa. No importa nada. Voy hacer que tu vida se retuerza si es que debo hacerlo. Que los paradigmas exploten. Compensaré todo y cada parte de lo que soy para ti y ellos, y de lo que el espacio signifique al presentarnos obstáculos.

- ¡No!, ¡no, es eso!¡Es injusto! Es un egoísmo barbárico de mi a la persona que eres. No es justo que hagas unas maletas para entrar en ésta vida que me fue concebida. Sería mucho para ti.

 

- ¿Qué es justo?.... Esto que soy es suficiente. Mira, no tengo ninguna

fortuna, ni un intelecto. Soy pedante, ermitaño como has dicho, y hasta ni yo quiero tenerme cerca. Solo tengo mi tiempo, los sentimientos, mi futuro y toda mi vida para brindarte. Sé que es poco.

- Es más que suficiente. – Dijo llorando - Con solo un detalle aunque sean abstractas las palabras en todas sus formas. Es más que suficiente, pero no puedo. Venir a mí significa un terrible destino. No debí entrar en tu vida. Tú me salvaste, a pesar de todo. Y no puedo dejar que alguien como tú sea parte de ello. Mi vida es poco atractiva.

- Nadie tiene un vida espectacular y nadie espera mucho del futuro

¿Quién sabe lo que pasará? Pero estoy dispuesto a involucrarme en la tuya, y apostar lo que soy y seré para el bien de los dos. Todo lo que sientas yo lo tomaré para que no cargues con éste peso fatal de un destino incierto. Juro que lo daré todo, si me dejas estar ahí.

- Júpiter, no sé qué decirte – Llora y al mismo tiempo ríe con su sonrisa – No sé que más referir fuera de toda equidad – Chistea mirando hacia abajo - Solo una parte de ti. Solo una fue suficiente para querer estar contigo por siempre. Así que no hay remedio – Respiro hondo y se dio la vuelta hacia un enorme esfera amarronada. Comenzó a caminar y fue cuando cerré mis ojos y me entregué a su decisión. Caminó unos metros. Parecía irse para siempre y se detuvo justo a tres metro de mí. Se dio me vuelta y sonrió como lo hizo el primer día cuando me dijo que no me preocupara – Júpiter Anónimo Ruppett. Dame, dame lo que eres – Extiende su brazo y su mano abierta – Dame, Dame tus risas, tus tristezas, tu logros y los problemas que quieras. Pregunta todo, se insoportable, se irónico, se desesperante. Ese es el Júpiter del cual aunque no lo creas me enamoré. No precisas cambiar. Te amo así retorcido y fastidioso, inseguro, y ansioso. – Fue que abrí los ojos. Y ella estaba tan radiante que me invitaba a desvanecerme en sus brazos. No lo

 

podía creer ella entonces a pesar de todo me amaba. Me sentí el hombre más afortunado en el universo. Es así como merecía morir si tuviera que ser. Es así como mueren los lobos en estado salvaje. Enamorados. -

- Yo también te amo Gaia. Pero en serio, puedes desechar lo que quieras. Y te seguiré amando.

- No es necesario ¡Quiero todo. Quiero a Júpiter completo! Entrégame tu vida y yo la mía. Y vivamos con lo que somos. – Me mira a los ojos fijamente. Ahí fui que asentí en ella. En toda la expresión.

- Aquí, o en cualquier parte del universo – Respondí.

 

Ella asintió sonriendo una vez más con su cabello salvaje, extendido al viento.

 

Ese no solo fue el verdadero día en que nos prometimos, sino que fue el comienzo de lo que somos. Dos seres que se entregaron en las dificultades, al amor, pero la realidad al despertar me jugó una mala. Una mala pasada al otro día en una primavera que llegaba dando fin al invierno. Gaia ya no estaba aquí. Se había ido. Como nada de sus pertenencias. Otra vez fue un sueño.

Busqué por toda la casa. Todos los alrededores. Nadie sabía nada. Incluso me dijeron que no sabían de nadie con ese nombre.

- ¿Entonces todo fue un maldito sueño?

- Gaia nunca existió Júpiter ¡¡Nunca!! – Me recalqué. Y continúe diciendo repetidas veces. -

Todo era un sueño. Siempre lo fue.

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