Mientras tanto, en la residencia de Oriana, tras despedir a su sirviente por la noche, Oriana se preparó en su disfraz masculino. Observó el reloj, dándose cuenta de que Arlan pronto dejaría el palacio.
Justo cuando terminó de prepararse, el elfo apareció en su habitación, y Oriana reconoció:
—Estoy lista.
El elfo le recordó:
—Necesitas ocultar tu esencia.
Oriana asintió en acuerdo, consciente de la importancia de esconder su presencia. Ambos comenzaron a cantar hechizos para enmascarar su esencia, asegurándose de que ni Arlan ni la bruja pudieran detectarlos por sus firmas de poder o sus olores.
El elfo extendió su mano, la cual Oriana tomó, y en el siguiente momento, se encontraron en el piso superior de la mansión de Erich. Desde allí, tenían una vista clara de la residencia de la Reina.
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