—El rostro de Joanna Lawrence se volvió rojo en un instante, y después de recuperar la compostura, ella apresuradamente lo apartó.
En realidad, él se dio cuenta...
—¡Qué vergüenza!
Mordiendo el rincón de sus labios, su corazón estaba en tal pánico que no se atrevía a mirarlo. Ruborizada, ella dijo:
—Justo ahora... gracias.
—¿Gracias?
—Ashton Heath se detuvo en seco.
El hombre se giró, su figura alta y recta proyectaba una gran sombra que envolvía por completo a la pequeña figura frente a él.
Sus ojos estaban ligeramente bajos, y sus atractivas cejas estaban fruncidas. —¿Te gusta tanto agradecerme? ¿En tus ojos, todavía soy solo un extraño?
Joanna parpadeó, —Yo...
Después de decir solo una palabra, el hombre extendió la mano y la atrajo hacia sus brazos de nuevo.
Aquel brazo fuerte la rodeaba por la cintura.
La otra mano pellizcó su delicada mandíbula, levantándola ligeramente, obligándola a mirarlo a los ojos.
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