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Capítulo 6: En las Sombras de la Corporación

Las luces neón de ÓrbitaCentra iluminaban la noche, creando un espectáculo de colores que se reflejaban en las calles mojadas por la reciente lluvia. Alex, vestido con su habitual atuendo oscuro, se movía sigilosamente por los callejones, evitando las principales vías de la ciudad. Su mente estaba enfocada, sus ojos escaneando cada rincón, cada sombra, mientras se dirigía hacia su destino.

En su NeuroEnlace, las instrucciones eran claras: debía infiltrarse en una instalación de una corporación rival, obtener datos críticos y salir sin ser detectado. No se esperaba confrontación directa, pero Alex estaba preparado para cualquier eventualidad. Sus implantes, proporcionados por Ryūjin Global, le otorgaban habilidades que superaban con creces a las de un humano ordinario.

Mientras tanto, en un pequeño bar en otro distrito de la ciudad, Adria estaba en el escenario, su voz serena y melódica llenando el espacio, creando un oasis de calma en medio del caos de la vida cotidiana. La gente se reunía, olvidando por un momento sus problemas y preocupaciones, perdidos en las dulces melodías que ella creaba. Adria, a pesar de su conexión con Alex, se mantenía alejada de las operaciones y conflictos corporativos, encontrando su propia forma de resistir a través de su música y su arte.

Alex, con su habilidad para moverse sin ser detectado, se deslizó a través de las defensas perimetrales de la instalación, utilizando su NeuroEnlace para hackear las cámaras de seguridad y desactivar las alarmas. Cada paso era calculado, cada movimiento era preciso. No había margen para errores.

Dentro de la instalación, los corredores estaban iluminados por una luz tenue, las sombras bailaban en las paredes mientras Alex avanzaba. Su objetivo estaba en el nivel inferior, en una sala fuertemente custodiada donde se almacenaban los datos. Aunque su presencia era casi fantasmal, Alex no subestimaba a sus oponentes. Sabía que un paso en falso podría resultar en un enfrentamiento del que preferiría evitar.

Mientras tanto, Adria terminaba su set, los aplausos y vítores del público llenaban la sala. Ella ofreció una reverencia y una sonrisa genuina, su corazón lleno de gratitud por aquellos que encontraban consuelo en su música. Sin embargo, en el fondo de su mente, siempre había una preocupación constante por su hermano, por los peligros que enfrentaba en su trabajo para Ryūjin Global.

Alex, ahora en las profundidades de la instalación, se encontró frente a la sala de datos. Sus dedos danzaban sobre su NeuroEnlace, interfiriendo con los sistemas de seguridad y desbloqueando la puerta que le daría acceso a la información que necesitaba.

La puerta se deslizó abierta con un susurro suave, revelando filas de servidores, sus luces parpadeando en una sinfonía de datos. Alex se acercó, conectando su NeuroEnlace directamente al servidor principal, sus ojos vidriosos mientras navegaba por el ciberespacio, buscando los datos que Ryūjin Global deseaba.

En ese momento, en dos lugares diferentes de ÓrbitaCentra, los hermanos estaban inmersos en sus propios mundos, sus propias luchas, sin saber cuán intrínsecamente conectados estaban sus destinos en la vasta red de intrigas y poder de la ciudad.

Alex, inmerso en el ciberespacio a través de su NeuroEnlace, navegaba por las vastas redes de datos, sus dedos moviéndose con precisión mientras buscaba la información específica que Ryūjin Global necesitaba. Los servidores de la corporación rival estaban bien protegidos, pero Alex, con sus habilidades de hackeo mejoradas por sus implantes, se movía a través de las defensas digitales como un fantasma, dejando apenas un rastro de su presencia.

Los datos comenzaron a fluir, información crítica que sería vital para Ryūjin Global en su constante juego de ajedrez con las otras megacorporaciones. Alex, sin embargo, no permitió que la euforia del éxito nublara su juicio. Sabía que la extracción de datos no había pasado completamente desapercibida y que pronto la seguridad estaría sobre él.

Desconectando su NeuroEnlace del servidor, Alex se movió rápidamente, sus sentidos agudizados por los implantes alerta a cada sonido, cada movimiento en la instalación. Los pasillos, antes silenciosos, ahora resonaban con el sonido de pasos apresurados y comunicaciones murmuradas. La seguridad estaba en camino.

Con una mezcla de habilidades físicas y tecnológicas, Alex evadió a los guardias, moviéndose a través de las sombras, utilizando su NeuroEnlace para crear distracciones y desviar la atención de su ruta de escape. Cada movimiento era calculado, cada decisión tomada con la fría lógica de la supervivencia y la misión.

Finalmente, después de momentos que parecieron eternos, Alex emergió de la instalación, la adrenalina palpitando en sus venas mientras se desvanecía en la oscuridad de la noche de ÓrbitaCentra, los datos seguros en su NeuroEnlace.

Una vez en la seguridad de su propio espacio, Alex se permitió un momento para respirar, para procesar el peligro del que había escapado. Pero no había tiempo para relajarse completamente. Los datos necesitaban ser entregados y había informes que preparar.

En los días siguientes, Alex se encontró sumergido en el mundo de Ryūjin Global, entregando los datos, participando en reuniones y siendo elogiado por su éxito en la misión. La corporación estaba satisfecha, y cuando la corporación estaba satisfecha, las recompensas seguían.

Fue entonces cuando Alex tomó una decisión. Con su primer pago completo en mano, decidió que era hora de asegurarse de que su madre y su hermana estuvieran seguras y cómodas. Alquiló una casa en un distrito más seguro de ÓrbitaCentra, asegurándose de que estuvieran lejos de los peligros y la oscuridad de los bajos fondos de la ciudad.

Su madre, aunque inicialmente resistente a la idea de mudarse, vio la determinación en los ojos de su hijo y accedió, entendiendo que Alex siempre había buscado proteger a su familia de la mejor manera que sabía.

Alex, a pesar de la oscuridad de su trabajo, encontró un atisbo de paz en saber que ellas estarían seguras. Pero en el fondo, la realidad de su trabajo para Ryūjin Global y las sombras en las que se movía permanecían, un recordatorio constante de los compromisos y sacrificios que había hecho.

La casa que Alex había alquilado para su madre y su hermana estaba ubicada en un distrito tranquilo y próspero de ÓrbitaCentra, un marcado contraste con los bajos fondos de los que habían venido. Los edificios aquí eran altos y elegantes, las calles limpias y bien iluminadas. Era un mundo completamente diferente, y aunque su madre y Adria estaban agradecidas por la seguridad y el confort que ofrecía, también se sentían como extrañas en una tierra desconocida.

Alex, por otro lado, se sumergió más profundamente en las operaciones de Ryūjin Global. Sus días estaban llenos de misiones, tanto en el ciberespacio como en el mundo físico, mientras que sus noches eran un torbellino de informes y planificación para el siguiente día. La vida en la corporación era exigente, pero Alex se había adaptado bien, su mente y cuerpo afinados por los implantes y el entrenamiento que había recibido.

Un día, mientras Alex estaba inmerso en una operación de extracción de datos en el ciberespacio, un mensaje parpadeó en su NeuroEnlace. Era de su hermana, Adria.

[Adria]: Alex, necesito hablar contigo. Es importante.

Alex, aunque inicialmente tentado de ignorar el mensaje y concentrarse en su misión, sintió un nudo en el estómago. Adria raramente lo contactaba durante su trabajo, respetando siempre su espacio y tiempo. Algo debía estar mal.

Desconectándose de la operación, Alex se puso en contacto con ella, su imagen holográfica apareciendo frente a él gracias a su NeuroEnlace.

Alex: "¿Adria? ¿Estás bien? ¿Qué pasa?"

La imagen de Adria parecía preocupada, sus ojos reflejando una mezcla de emociones.

Adria: "Alex, estoy bien, pero... he tomado una decisión. Voy a mudarme con Erik. Él me ha pedido que viva con él y he aceptado."

Alex se quedó en silencio por un momento, procesando la información. Aunque sabía que Adria y Erik habían estado saliendo durante un tiempo, la noticia de la mudanza fue inesperada.

Alex: "¿Estás segura de esto, Adria? ¿Es lo que realmente quieres?"

Adria: "Sí, Alex. Erik y yo hemos hablado mucho sobre esto. Te prometo que he pensado en ello y es lo que quiero. Pero también quería asegurarme de que tú lo supieras y... y que estuvieras bien con ello."

Alex suspiró, un peso en su pecho. Aunque quería que su hermana fuera feliz, la idea de ella mudándose y cambiando su vida tan drásticamente era un recordatorio del paso del tiempo y de cuánto habían cambiado las cosas desde que él se unió a Ryūjin Global.

Alex: "Si es lo que te hace feliz, Adria, entonces lo apoyo. Siempre quiero lo mejor para ti, ya lo sabes. Solo asegúrate de que es lo que realmente quieres y que te trata bien."

Adria: "Lo haré, Alex. Gracias por entenderlo. Y... y mamá también lo sabe. Ella también lo apoya, aunque creo que ambos vamos a echarnos mucho de menos."

Con un adiós emocional, la llamada terminó, dejando a Alex solo con sus pensamientos. La vida estaba cambiando, moviéndose en direcciones que no había anticipado. Y mientras las luces de ÓrbitaCentra parpadeaban a lo lejos, Alex se preguntó hacia dónde lo llevarían los caminos del futuro.

Alex se quedó inmóvil durante unos momentos después de que la llamada con Adria terminara, sus pensamientos girando en un torbellino de emociones y recuerdos. La habitación en la que estaba, iluminada por la suave luz de las pantallas y los hologramas, parecía de alguna manera más fría y más distante. La vida, con su constante flujo y cambio, había llevado a su hermana por un camino diferente, y aunque él la apoyaba, no podía evitar sentir una punzada de pérdida.

Después de un tiempo, Alex se sacudió de su ensimismamiento y se reconectó con la operación en curso. La misión, después de todo, no se detendría por sus reflexiones personales. Pero mientras navegaba por el ciberespacio, deslizándose a través de los flujos de datos y las barreras de seguridad, una parte de su mente seguía anclada en la conversación con Adria.

En los días y semanas que siguieron, Alex se sumergió en su trabajo con una intensidad renovada. Las operaciones de Ryūjin Global lo llevaron a través de una serie de misiones que lo desafiaron y pusieron a prueba sus habilidades y sus implantes. Pero incluso mientras su cuerpo y mente estaban ocupados, sus pensamientos a menudo vagaban hacia su familia.

Mientras tanto, en otro distrito de ÓrbitaCentra, Adria comenzaba su nueva vida con Erik. La mudanza fue un proceso emocional, dejando atrás la casa que Alex había proporcionado, pero también fue un paso hacia un futuro que ella eligió. Erik, un ingeniero en una empresa de tecnología, la apoyó en cada paso, y juntos comenzaron a construir algo nuevo.

Alex, por su parte, se encontró visitando la nueva casa de su madre en sus raros momentos libres. La mujer, aunque echaba de menos a sus hijos, encontró consuelo en el hecho de que ambos estaban encontrando su propio camino en el mundo. Alex, siempre el protector, se aseguró de que tuviera todo lo que necesitaba y que la casa estuviera segura y bien mantenida.

En Ryūjin Global, Alex fue ascendido, sus habilidades y lealtad reconocidas por la corporación. Aunque las misiones se volvieron más peligrosas y moralmente ambiguas, Alex las ejecutó con una eficiencia fría. La corporación se convirtió en su mundo, y él se convirtió en una parte integral de sus operaciones.

Un día, mientras Alex estaba en una misión en el distrito financiero de ÓrbitaCentra, un mensaje llegó a su NeuroEnlace. Era de la dirección de Ryūjin Global.

[Directiva Ryūjin]: Alex, tu desempeño ha sido excepcional. Te hemos asignado una nueva operación. Esta misión es de alta prioridad y será tu prueba final para un puesto en nuestro equipo de operaciones especiales. Los detalles están en tu terminal. Éxito, Operativo.

Alex sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. Aunque había estado esperando una oportunidad como esta, la realidad de la situación pesaba sobre él. La próxima misión decidiría su futuro en Ryūjin Global, y aunque estaba decidido a tener éxito, no podía evitar preguntarse a qué coste vendría.

Alex se encontraba en su terminal, los suaves zumbidos y chasquidos de la maquinaria y los sistemas electrónicos llenaban el espacio de su habitación, creando una sinfonía de tecnología que había llegado a encontrar reconfortante. La pantalla proyectaba una luz azulada, iluminando su rostro mientras sus ojos recorrían la información detallada sobre su próxima misión.

La operación era clara: infiltrarse en una instalación de una corporación rival, obtener datos críticos y, si era posible, sabotear sus operaciones. La rivalidad entre Ryūjin Global y esta corporación había estado hirviendo durante años, y Alex sabía que esta misión podría ser un punto de inflexión en su constante lucha por el poder y la influencia.

Mientras se sumergía en los detalles, Alex se permitió un momento para reflexionar sobre su camino hasta este punto. Las operaciones, las misiones, las decisiones, todo lo que había hecho para Ryūjin Global, lo había llevado a este momento crítico. Y aunque la lealtad a la corporación estaba profundamente arraigada en él, una pequeña voz en su interior murmuraba preguntas que él había elegido ignorar durante mucho tiempo.

¿Era este su camino? ¿Era esta la vida que quería? ¿Y a qué coste venía su lealtad?

Pero Alex sacudió la cabeza, dispersando esos pensamientos. Ahora no era el momento de dudar o cuestionar. Tenía una misión que cumplir, y lo haría con la eficiencia y habilidad que Ryūjin Global había llegado a esperar de él.

En los días que siguieron, Alex se preparó meticulosamente para la operación. Cada detalle, cada variable, fue considerada y planeada. Su entrenamiento y los implantes que Ryūjin Global había proporcionado le daban una ventaja, permitiéndole acceder a habilidades y conocimientos que estaban más allá de un humano típico.

La noche antes de la misión, Alex se encontró en la azotea de su edificio, mirando la vasta extensión de ÓrbitaCentra. Las luces de la ciudad brillaban como estrellas en la oscuridad, y por un momento, Alex se perdió en la inmensidad de todo. Mañana, se sumergiría de nuevo en las sombras, y quien sabe qué futuro le esperaría.

La mañana llegó con una claridad fría y Alex, vestido con su traje operativo negro, se movía como una sombra a través de la ciudad, su figura se mezclaba con la oscuridad mientras se dirigía hacia su destino.

La misión estaba en marcha, y Alex, con su mente enfocada y su corazón blindado, se adentró en la oscuridad, sin saber que esta operación cambiaría su vida de maneras que nunca podría haber imaginado.

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