Déjanos

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—Vera había visto la sonrisa de Kione dirigida justo hacia ella justo antes de que el líquido oscuro se lo tragara entero. No era una sonrisa triste o arrepentida. Era... una sonrisa brillante que estaba llena de orgullo. Como si en ese momento le hubiera dicho las palabras "eres increíble, sigue volando alto y nunca pares".

Y supo justo entonces que lo había perdido. Para siempre. Se había ido. Kione se había ido para siempre.

Cerró los ojos fuertemente tras gritar su nombre, llamándolo aunque sabía que ya no tenía sentido hacerlo. Su cuerpo temblaba mientras se contenía de llorar. No era momento para que ella se derrumbara. Sabía que no tenía el lujo de llorar en ese momento. Después... se prometió a sí misma. Siempre había un después.

Los monstruos habían surgido del muro de oscuridad de nuevo y el ejército de Kione avanzó con sed de venganza por su señor caído. Todos rugían sus gritos de batalla hacia el cielo mientras atacaban con todas sus fuerzas, sin contener nada.