—Gav... déjame curarte... —dijo Evie, realmente angustiada esta vez.
—Estoy... bien... Evie... —Su voz salía en respiraciones separadas.
—¡No estás bien!
—Bueno, al menos, este cuerpo está muy bien, confía en mí —Una sonrisa tenue se dibujó en su rostro—. Luego acercó la palma de ella a su cara, mientras su mirada se fijaba intensamente en su rostro. La miró como si intentara memorizar cada contorno, cada detalle de sus rasgos como si la estuviera mirando por última vez. —Evie... —pronunció su nombre tan suavemente y con tanto anhelo que Evie no sabía por qué, pero su corazón había comenzado a doler inmensamente. Sentía como si agujas y dagas se clavaran continuamente en su corazón al escuchar la voz de Gavrael llamándola.
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