—Te amo, Gavriel… —Estas palabras surgieron de los labios de Evie—. Su corazón estaba tan lleno de emociones por esta persona frente a ella que todo lo que podía hacer era pronunciar estas tres pequeñas palabras que se habían utilizado tanto que otros podrían no sentir su impacto. Sin embargo, sus labios solo podían expresar lo que su corazón, no, cada fibra de su ser, estaba lleno hasta el borde. Solo decir esas palabras ya la hacía temblar con tantas emociones que no podía pensar con claridad.
Así que, centró sus ojos, corazón y mente en la misma persona que desencadenó tal tsunami de emociones que brotaba de lo más profundo de ella. Aunque aún podía sentir esos sentimientos agitados, este hombre al que llamaba su esposo era como un faro. El faro firme y seguro que le daba dirección a su corazón que era lanzado en el mar de emociones. Estaba segura de que no se arrepentía de entregarle su corazón a esta persona. Y una hermosa sonrisa floreció en sus labios.
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