—¡Gavriel! —Gritó Evie.
No sabía cómo había logrado siquiera forzar una reacción para hacer algún sonido en ese mismo momento. El miedo parecía haber paralizado su cuerpo y mente, y sin embargo, el nombre que salió de sus labios antes de que ella se diera cuenta, su respuesta instintiva al pedir ayuda en momentos de peligro, seguía siendo el suyo. Recordó tardíamente que fue la misma respuesta que dio cuando la bestia la atacó en ese Pequeño Bosque en su castillo. Siempre que pensaba que estaba en grave peligro o sentía que la situación era una en la que iba a morir, era el nombre de Gavriel el que sus labios gritarían.
Todavía escuchando el eco de su nombre reverberando a su alrededor, Evie se dio cuenta de que había caído hacia atrás y se había derrumbado en el suelo.
Se dio cuenta de que nada la había tocado todavía, pero la fuerza extrema de lo que parecía ser un aura de sed de sangre y poder mortal la había obligado a caer por sí misma.
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