—Está bien, Abigail. Zeke está aquí. Está entrando en la habitación —Alex le dijo a su esposa. Abi levantó la vista y cuando vio a Ezequiel, y a dos enfermeras detrás de él cargando un contenedor frío, entrar en la habitación, su sollozo se detuvo y se secó las lágrimas. —Ven, tomemos asiento —dijo Alex y llevó a Abi a una fila de asientos en el pasillo.
Alex la llevó hasta el banco. La ventana de vidrio fue cubierta con una cortina y la mayoría de los médicos salieron de la habitación. Alex ya podía decir que Ezequiel había pedido a todos que salieran, excepto por las dos personas que estaban con él.
Los médicos guardaron silencio al salir de la habitación.
—¿Por qué se van? —preguntó Abi.
—A Zeke no le gusta trabajar con otros, pero no te preocupes, él es mejor que todos esos médicos que acaban de irse. Está bien, todo estará bien —Alex la apoyó la cabeza en su pecho.
Pasó el tiempo y una de las enfermeras con Zeke salió y se acercó a ellos.
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