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Sin Liang

Esta mañana Liang me besa un largo rato. No quiere dejarme ir. Tampoco hay para tanto. Solo estará un par de días fuera. En la habitación de cultivo. Estoy seguro de que conseguirá subir a la etapa uno. Su nivel de qi es más que suficiente.

Observo a Shi y Song mientras estoy copiando cuadernos. En el huerto de Shi empiezan a brotar algunas plantas. Me ha hecho crear algunos canales. Luego ha cavado otros más pequeños. Es extremadamente sexy trabajando desnuda. Sus pechos y culo rebotando. Sus partes totalmente expuestas. Song la ayuda en lo que puede. Le frustra no poder caminar con normalidad. Va mejorando, pero su pierna ha soldado mal. Sin un médico, la única posibilidad es subir al reino del Alma. Espero que funcione.

Rui se está bañando después de correr. Vuelve a masturbarse cuando lo hace. Y esta vez juega con su ano. Incluso llega a penetrarlo con un dedo, aunque no muy profundo. Es culpa mía, lo sé. Aunque no me siento culpable de hacer experimentos con ella.

Hoy Shi ha estado jugando con los pechos de Song mientras lo hacía con esta. Song se ha vengado lamiéndole el clítoris después. En serio, podrían comportarse. O mejor, no. A Rui la he follado como la primera vez, cuando la violé. Tenía que asegurarme que no había problemas.

–Ah, aaaah, entonces no lo quería… !HHAAAAHH! …reconocer. Haaaahhh. Qué me estaba… aaaaahh… corriendo.

Ha sido bastante excitante verla totalmente sometida. Cuando la he hecho besarme al despedirme, no me he olvidado de jugar con su ano. De despertar más su curiosidad. Su lujuria.

Después he ido a entregar un cargamento de madera y he seguido a Pen, que empezaba entonces. Se ha parado en un lugar apartado.

–¿Me esperabas?– le pregunto, provocándola.

–Solo quería saber si alguien me seguía– miente.

–Oh, lástima, ¿entonces no quieres nada de mí?

Ella me abraza por la espalda.

–Sabes que sí.

Me besa en el cuello. Me lame la oreja. Llevo sus manos a sus nalgas. Me giro y me besa. Le quito la ropa. Ella me quita la mía. Yo la sigo besando, mientras juego con su vagina y le provoco un orgasmo. Le hago alzar una pierna por encima de mi hombro. Penetro en su ahora expuesta vagina. No dejo de besarla. O ella no deja de besarme a mí. Sus abundantes pechos se restriegan contra mí mientras me muevo dentro de ella.

La ayudo un poco con el qi, expandiendo su contenedor. Está cerca de la etapa uno. Luego lleno el mío. Había vaciado un poco previamente practicando la "Armadura". Creo que ya la domino bastante bien en zonas concretas. Tengo que practicar para expandirla hasta cubrir todo el cuerpo.

La verdad es que ya no me es muy útil tener sexo con la mayoría de esclavas. Pero no puedo dejar de seguir haciéndolo. Ellas me piden sexo, lo quieren. Y es cierto que yo también, no puedo negarlo.

Es una posición bastante íntima y algo forzada. Por suerte, Pen es flexible. Monopolizo su boca. Entro y salgo de su vagina. Rozo su clítoris y se estremece cada vez que la penetro. Mis manos siguen en sus nalgas. Las suyas se apoya en mis hombros.

Su boca se aparta de la mía. No puede controlarse. Jadea entre orgasmos. Y gime en ellos. Yo también estoy al límite. Aunque la técnica me permite controlarlo, no quiere decir que quiera hacerlo. Me corro dentro de ella y le provoco otro orgasmo.

La ayudo a bajar la pierna y a sostenerse. Ella me da un último y largo beso. Son todas tan cariñosas. Tan maravillosas. Odio que las traten mal. Pero poco puedo hacer al respecto. A veces pienso en quedármelas todas. Pero la Residencia tiene un límite. Y causaría una conmoción. Dudo que pudiera escapar. La ayudo con la madera.

—————

Antes de volver a la habitación me acerco al trozo de suelo de Ai. No hemos hablado desde entonces. Me ha estado evitando. Liang me ha pedido que "hable" con ella.

–Hola Ai. ¿Puede venir un momento? Me gustaría que habláramos– la sorprendo.

Ella se gira y me mira. Su cara toma un color pálido.

–Sí… Claro…

Mi rango es superior, prácticamente está obligada. Me sigue a la habitación. Cuando cierro la puerta empieza a llorar.

–Lo siento… Yo no quería decírselo pero… 

Debe creer que quiero castigarla. No estoy enfadado con ella. ¿Cómo podría? Ha sufrido mucho. Y le dio una paliza. Me acerco y la abrazo. Ella se sorprende. Llora más fuerte sobre mi pecho. Le acaricio la cabeza y la espalda. Con suavidad. Sin segundas intenciones. La dejo llorar. Me siento algo culpable. Tendría que haber hablado con ella antes. Intento ignorar sus enormes pechos apretándose contra mí.

Se ha calmado un poco. Me mira. Aún caen lágrimas de sus ojos, pero menos. Las limpio con mi dedo. Me besa apasionadamente. Yo muevo las manos hacia abajo, alcanzando sus glúteos, agarrándolos con fuerza, perversión y qi. Ella gime sorprendida. Va a volver a besarme, pero se detiene. Con sus manos se separa un poco de mí. No entiendo muy bien que sucede ahora.

–Si seguimos, Shu me mata. ¿Po…podemos llamarla?– me pide avergonzada.

–Claro, os espero.

Ella se gira. Para su sorpresa, la cojo por detrás. Agarro su enorme pecho con una mano. Lo aprieto y lo muevo. La otra mano llega a su entrepierna. Aplico un poco de qi. Noto su excitación.

–No tardes mucho– le susurro al oído.

La suelto. Ella me mira. Sonríe seductora. Se gira y sale corriendo. Me siento a esperarlas. Hago ver que medito. No tarda mucho en volver.

–¿Por qué tanta prisa? ¿A dónde vamos?– protesta Shu.

Abre la puerta y me ve. Entra y se tira encima de mí.

–¡Kong! ¡Te echaba de menos! La tonta de Ai tenía miedo de verte. 

Ai está roja. Shu me besa. Estoy tumbado en el suelo desde que ha saltado sobre mí. Mis manos llegan a sus nalgas, buscan su vagina. Ella gime. Su empieza a humedecerse por abajo.

–Aaahh. Mira lo que haces…

De repente se levanta de golpe y se dirige hacia Ai, que está de pie mirándonos.

–¡Por eso tenías tanta prisa!– exclama Shu –Estás mojada, ¿verdad?

Ai intenta negarlo, pero Shu la ataca, quitándole la ropa. Acaban las dos en el suelo. Ai con las piernas abiertas, Shu triunfante mostrando la vagina húmeda de su amiga.

–¡Vamos! ¡No la hagas esperar!– ríe Shu.

Me acerco. Beso a Shu. La pellizco en las nalgas. Ella da un gritito. Me acerco a Ai por el lado. Cojo uno de sus enormes pecho con la mano. La otra mano se dirige a su entrepierna.

–Pues sí está mojada– digo, intentando parecer sorprendido.

–Los dos en contra mía– se queja Ai.

Muevo mi boca a su otro pecho y lo muerdo con suavidad. Ella gime. Shu está empezando a masturbarse, mirándonos. Estoy varios minutos atacando los pechos y la vagina de Ai. Ella solo gime. Sus manos apretadas contra el suelo. Ha tenido varios orgasmos cuando me incorporo. La miro a los ojos. Ella abre más las piernas, invitándome. Me recuesto sobre ella y la penetro. Gime. Su cuerpo se tensiona unos segundos.

Busco su boca. Nos besamos. Nuestras lenguas jugando la una con la otra. Cuando su respiración se hace demasiado intensa me incorporo. Disfruto del espectáculo de sus pechos rebotando cada vez que la penetro. De su rostro invadido por el placer. Shu se acerca y le succiona uno de los pezones. No deja de masturbarse. Le doy un cachete. Ella suelta a Ai y me mira, lasciva. La acaricio donde se ha producido el sonoro pero leve impacto. Luego bajo hasta su vagina. Ella aparta su mano y deja paso a la mía.

Mientras, Ai no deja de gemir. Ya no me mira. Sus ojos se dirigen al techo Su boca abierta. Su cuerpo ligeramente arqueado. Está abrumada por el placer continuo. Acelero un poco más con las dos. Llegan ambas al orgasmo. El de Ai mucho más intenso.

La dejo jadeando, recuperando la respiración. Pero no suelto a Shu. Solo cuando parece que va a llegar al orgasmo lo hago. Va a quejarse, pero no le da tiempo. La penetro. Arrodillado detrás de ella. Está a cuatro patas, con la cabeza sobre el pecho de Ai. Se agarra a ellos a pesar de las quejas de su amiga. La embisto más intensamente que a Ai. Ahoga sus gemidos Succionando el pecho de esta. De vez en cuando le doy un cachete. Me lo ha pedido ella. Está sin fuerzas. Convulsiona intensamente cuando la lleno. Pierde el conocimiento. Se desploma sobre Ai.

Me acerco a Ai, que me mira. La hago ponerse a cuatro patas y la vuelvo a penetrar, con su masivos senos colgando. Los agarro. No puedo abarcarlos. Los masajeo. Juego con sus pezones. No dejo de penetrarla. La atraigo hacia mí. Se queda de rodillas. Beso su cuello. Entro y salgo de ella. Está totalmente rendida a mí. Su cuerpo ya no tiene fuerza. Se arquea. Su cabeza se apoya en mi hombro. Mi semen la llena.

La sujeto para que caiga despacio. La dejo junto a Shu. Sus cuerpos desnudos ya no ocultan sus muchas cicatrices. Los continuos castigos, muchas veces injustos. Comparado con ellas, Rui tiene incluso suerte. Y eso que sus acciones han sido bastante crueles e innecesarias. Si tenía alguna duda, desaparece.

–Son realmente enormes. No sé como su espalda aguanta– observa Shi a Ai.

–Las mías parece pequeñas en comparación– musita Song, arrodillada ante Ai, cogiéndose las suyas.

–¿Pequeñas? Déjame ver.

Antes de que pueda reaccionar, cojo a Song por detrás, agarrándola de sus senos. Juego también con su entrepierna. La acabo follando como a Ai, por detrás, arrodillada, sobando sus senos, saboreando su piel pecosa. Tampoco me contengo. Ahora que tengo la iniciativa, la aprovecho. Las protestas de Song han quedado en gemidos. Acaba perdiendo el conocimiento.

–Muy intenso– declara Shi de pronto, junto a Song, de rodillas, piernas semiabiertas, insinuándose –. ¿Quieres comprobar si las mías son demasiado pequeñas?

Acepto su invitación. Su vagina está ya lubricada. Sus senos llenan justo mis manos. Es fácil juguetear con sus pezones. Cuando la penetro es ella misma la que pide más. La que pide que la lleve más allá del límite. La que se acaba desplomando con una sonrisa de satisfacción.

Me las quedo mirando un rato. A las cuatro. Las cicatrices de Shi y Song están despareciendo poco a poco. Al menos las físicas. Luego llamo a Rui. Me hace una felación mientras yo sigo contemplando el "paisaje". Me he asegurado que todas duerman.

La hago sentarse sobre mí. Le ordeno que sea ella quien se mueva. Acelera casi de inicio. Yo la tengo agarrada de sus glúteos con una mano. La otra está todo el rato acariciando su ano por fuera. Pongo más qi allí que en ningún sitio. A diferencia que a las otras, no el suficiente para que se desmaye. Le hago darme un beso cuando acabamos. Antes de devolverla le doy un pequeño artilugio. Venía con la Residencia. No es el único.

–Le pones qi, haces que absorba agua y lo metes por el ano. Luego dejas salir el agua para limpiártelo. Si quieres que te lo haga por el culo, úsalo antes.

Se lo doy sin esperar respuesta. Ella tampoco sabe muy bien que decir. Cuando la envío de vuelta se lo queda un rato mirando. Se toca el ano algunas veces. Incluso coloca su adquisición ante él. Al final se duerme.

Mientras, he movido a Ai y Shu a la cama. Y he devuelto a Shi y Song a las suyas. Antes las he besado en la frente, no sé muy bien por qué. Me apetecía hacerlo.

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