—Trinidad
Quería llorar justo ahora. ¿Cómo pudo haber pasado el tiempo tan rápido? ¿Cómo era esto posible? ¿Qué se supone que haga al respecto? ¿Cómo puedo hacer que el tiempo vaya más despacio?
Todas esas preguntas, y más, pasaban por mi cabeza mientras lloraba en silencio frente al armario de Rika. Miraba todas las cosas adentro y me preguntaba a dónde se había ido mi pequeña bebé.
La dulce e inocente niñita que solía sostener en mis brazos se había ido. Aquella niña que amaba las mariposas y los dragones, aquel dulce diablillo, esa niña, que le gustaba hacer trucos a su hermano y salirse con la suya con una sonrisa y un abrazo, ¿dónde estaba ahora?
Todo lo que podía ver ahora, todo lo que quedaba, era una niña grande que estaba creciendo tan rápido. Ella y Reagan estaban creciendo muy rápido. No podía soportarlo. Todo estaba sucediendo también muy rápido. No estaba lista.
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