En un abrir y cerrar de ojos, ya eran las once de la noche.
Viendo que era tarde, Freya sugirió que debería regresar.
Connor planeaba ir a casa con Freya.
Después de que Connor y Freya salieran del bar, entraron al Mercedes-Benz de Freya.
—¿Qué planeas hacer después? ¿Te llevo a casa primero? —Freya tomó la iniciativa de sentarse en el asiento del conductor y le preguntó suavemente a Connor.
—Vine a Porthampton por ti, ¿y planeas dejarme ir a casa solo? —Connor preguntó con una sonrisa.
—¿Qué piensas hacer? ¿Ir a una habitación de hotel? —Freya le devolvió la pregunta con una sonrisa.
—¿Ir al hotel? —Connor estaba atónito. Luego, dijo con resignación—. Ambos tenemos nuestros propios lugares. ¿Por qué tenemos que ir a un hotel? ¿Por qué desperdiciar ese dinero? O me llevas a tu casa, o vienes conmigo a la mía. ¡Tú decides!
El rostro de Freya se sonrojó. Ella entendió al instante lo que Connor quería decir.
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