La criatura era tan grande como un humano, con sus ocho ojos negros que te devolvían la mirada hasta el alma. Emitió un ruido que nunca habías escuchado antes. Un sonido entre el de un ciervo agonizante y el gruñido de un animal enfurecido.
—¡¿Qué has hecho para provocarla?! —regañó Ethan a Lou, mientras todos se alejaban de esta criatura.
—¿Qué? —protestó Lou—. ¡Todavía no la he insultado! ¿Quién dijo que adentro había un humano?.
La anciana Rose entrecerró los ojos y luego citó algo del manuscrito que había leído sobre las características de la Araña Diablo. —Esto es una arañuela.
—¿A qué te refieres con arañuela? ¿Vas a decir que esa criatura es una araña bebé? —Ethan hizo una mueca.
—¿Qué clase de bebé es tan grande como eso? —Lou sintió como si esa araña se arrastrara por su piel. No sabía que odiaba las arañas hasta ahora. La vista de esos ocho ojos y ocho patas le revolvía el estómago—. ¡Es tan grande como Cosa Pequeña!
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