—Has matado a tres niños, puesto en peligro la vida del Alfa y utilizado magia oscura —Ethan enumeró sus delitos—. Un solo crimen puede llevarte al corredor de la muerte, pero no te detuviste en uno solo. ¿Deberíamos matarte tres veces?
—No me importa cuántas veces me maten. Ya he muerto innumerables veces antes, no importa si tengo que morir de nuevo esta vez —Las lágrimas de Aria caían silenciosamente por sus mejillas.
La mataron cuando la profanaron, la mataron cuando la torturaron, la humillaron y se rieron de su miseria, dejándola sin nada, ni siquiera dignidad. Lo único que tenía y quería en esta mísera vida suya era Caña. Solo lo quería a él.
Pero, ni siquiera pudo tenerlo.
Cada vez que veía a Cane con Iris, sentía que sus celos la mataban, y su odio inundaba su mente. ¿Por qué Iris? ¿La hija de Gerald? No podía soportar la vista.
Ella fue quien pasó por todo ese tormento, esos golpes por Cane.
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