—Oh, ¿qué sorpresa?
Una voz fría y arrogante resonó desde la entrada de la cueva.
—Pensar que encontraría un humano aquí y resulta que ese humano es nada menos que el mocoso que se burló de Kigdraug el otro día, jajaja... Bueno, ¡le daré tu cabeza a Kigdragug para que te use como orinal y se desahogue!
Esa voz... Bai Zemin la había escuchado antes, incluso antes de que apareciera el general de los demonios fuera de la mazmorra.
Bai Zemin levantó lentamente la cabeza, lo suficiente para poder ver la cara de la otra parte. Su cabello todavía cubría parcialmente sus oscuros ojos, que al identificar a la otra parte brillaron bajo el resplandor de la profunda llama azul que ardía frente a él.
El general demonio que acababa de llegar y estaba mirando a Bai Zemin como si estuviera viendo un pequeño ratón esperando a su juez era un evolucionador del alma tipo mago. Sin embargo, Bai Zemin lo reconocía muy bien.
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