Edward salió de la sala de partos.
Muchas personas lo esperaban en la puerta.
Estaban esperando que él saliera antes de entrar.
Pasaron fríamente junto a Edward.
La garganta de Edward se movió ligeramente.
Estaba conteniendo todas sus emociones mientras observaba al grupo de personas entrar.
Hubo un clic y la puerta se cerró pesadamente.
Tan pesada que las personas dentro y fuera quedaron completamente separadas.
—Cuarto Maestro —En la entrada, el Dr. Jones lo llamaba.
En ese momento, tenía en sus manos un pequeño bebé.
El bebé dejó de llorar, con las mejillas rojas y los ojos abiertos observando el mundo exterior.
Para ella, era un mundo nuevo.
Edward dirigió su mirada hacia el Dr. Jones.
Los ojos del Dr. Jones se movieron ligeramente.
La tristeza de una persona, una tristeza enorme, era contagiosa.
El Dr. Jones no sabía cuánta fuerza utilizaba Edward para contener todo lo que estaba soportando en ese momento.
Solo podía imaginarlo.
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