Jeff caminaba de un lado a otro en su habitación de hotel, su mente una tormenta de preocupación y miedo. No había tenido noticias de Mia desde su última conversación, y cada minuto que pasaba se sentía como una eternidad.
Volvió a repasar sus palabras una y otra vez, la ansiedad royéndolo sin descanso. Frustrado, lanzó el teléfono al sofá y se pasó la mano por el cabello.
Enfermo de preocupación, Jeff finalmente decidió que no podía esperar más. Tomó su teléfono y marcó el número de Tom sin importarle que era tarde en la noche allí en Ludus.
Su corazón latía fuertemente mientras esperaba una respuesta. —Tom, lo siento por molestarte tan tarde en la noche —dijo urgentemente cuando Tom contestó—. ¿Has tenido noticias de Mia? No puedo comunicarme con ella y estoy perdiendo la mente aquí.
—La voz de Tom era ronca de agotamiento ya que acababa de acostarse —dijo él—. Entiendo. Llama a Barry. Él sabe lo que está pasando. Él te explicará todo.
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