En el dormitorio de Harry, Jade rió mientras él la dejaba caer sobre la cama y se tendía sobre ella, atrapándola debajo de él.
—No pensé que aceptarías tan fácilmente. ¿Qué te pasa? —Jade preguntó mientras miraba sus ojos color miel.
—Me gusta sorprenderte de vez en cuando. Entonces, ¿querías enrollarte, eh? —Harry preguntó mientras deslizaba su mano debajo del vestido corto de Jade y ella soltó su nombre sorprendida al sentir el contacto de su mano con su piel.
—¿Sí, azúcar? —Harry preguntó con voz ronca mientras dejaba su mano descansar en su vientre, el cual temblaba ligeramente mientras la miraba.
La boca de Jade estaba seca mientras lo miraba sin recordar lo que había querido decir. La intimidad de sus posiciones le pesaba en los párpados y le provocaba un dolor ardiente de deseo.
Al no decir nada, Harry bajó sus labios a los de ella y hundió su lengua entre sus labios, que se abrieron expectantes, y se llenó de ella.
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