Lucas se sentó al borde de la cama donde había pasado la mayor parte de su infancia con el rostro enterrado en las manos mientras pensaba en su vida.
Entregar su carta de renuncia había sido más difícil de lo que pensaba posible. El director médico del hospital se había negado a aceptarla y había insistido en que le diera una explicación adecuada para su renuncia.
—Eres uno de mis mejores médicos. Sería una locura dejarte ir —había dicho el director médico, tirando la carta de renuncia de Lucas a la papelera mientras se levantaba de su asiento.
—Entiendo cómo se siente, Dr. Drew, pero lo siento, mi decisión está tomada —dijo Lucas disculpándose.
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