Una vez que Lucy estuvo segura de que Tom no la seguía, recogió una cesta de compras y caminó por la tienda en busca de la sección donde se exhibían los productos de higiene femenina. Una vez que lo ubicó, sacó su teléfono y marcó la línea de Sonia.
—Después de echarme de tu oficina, supongo que ahora no estás demasiado ocupada para mí, ¿eh? —Sonia preguntó secamente cuando recibió la llamada telefónica, y Lucy se rió suavemente.
—Sí, no estoy muy ocupada para ti ahora. Rápido, mi período viene pronto y necesito conseguir algo para ello. ¿Crees que debería optar por tampones o una copa menstrual? —Lucy preguntó mientras inspeccionaba los artículos frente a ella.
—¡Oh! ¿Cómo olvidé que mi bebé ya no es inocente? No se sella su hoyito de niña —dijo Sonia con una risita, y Lucy siseó avergonzada.
—Será mejor que Bryan no esté cerca de ti, o te mataré —amenazó Lucy.
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