Tom miró a Anita con una expresión en blanco en su rostro mientras ella se acercaba a ellos. A diferencia de Lucy, que estaba vestida de manera informal, ella llevaba un romper azul sin tirantes y sandalias de tacón alto de ante negro, y su cabello estaba suelto como único cobertor de su hombro desnudo. No importa cuán elegante pareciera, ella seguiría siendo una buscadora de oro barata en sus ojos, pensó Tom mientras apartaba la mirada de ella hacia Lucy, quien todavía sonreía con picardía.
¿Qué había hecho tan bien que estaba feliz? Tom pensó con desdén.
—¡Hola! Es agradable conocerte...
Tom agarró la mano de Lucy y la arrastró a un lado antes de que Anita pudiera terminar su saludo, dejándola allí de pie para observarlos a ambos con diversión, ya que había estado esperando ese tipo de reacción de Tom. Aunque se sorprendió de que Lucy no le contara sobre ella.
—¿Qué estás haciendo? —Lucy preguntó con el ceño fruncido mientras intentaba soltar su mano de su agarre.
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