—Cualquier tonto puede saber. El punto es entender —Albert Einstein.
Esto era malo. ¿Qué era esta sensación? ¿Por qué se sentía así?
Cielo intentó luchar contra ello y calmarse. Caminaba de un lado a otro en su habitación, diciéndose a sí misma que todo estaría bien y que tenía miedo sin razón. Pero la pesadez en su pecho y el dolor en su estómago eran tan fuertes que volvió a sentir náuseas.
Al salir a su jardín, Cielo respiró aire fresco para sentirse mejor. Algo andaba mal. Esto tenía que ser más que un miedo normal. No importaba cómo la afectaran esas pesadillas, no deberían hacerla sentir así, especialmente cuando su cerebro no podía ver el peligro. Solo era su cuerpo alertándola.
De repente sintió una ráfaga de aire frío, y frente a ella estaba su abuelo. Cielo frunció el ceño ante su llegada. No lo necesitaba aquí ahora.
—Veo que no te sientes bien —dijo él.
Cielo le miró con los ojos entrecerrados. —¿Qué quieres? —preguntó.
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