Lentamente, Hilston comenzó a caminar hacia el grupo, era un hombre grande lleno de músculos sobre músculos. Con cada paso que daba en la arena, sus pies se hundían, y no había ni un poco de miedo en su rostro.
Los niños, y los encadenados, se quedaron allí detrás de Vorden, que en realidad era Sil en ese momento. Les había dado esperanza, los había guiado hasta aquí y estaba esperando que él actuara. Para superar este último obstáculo. El único problema era que, si esto era un obstáculo, era uno que alcanzaba las nubes. Algo imposible para cualquier persona saltar por encima.
De repente, Sil cambió, y el asiento quedó vacío, por un segundo el cuerpo estaba a punto de ceder y caer, pero en el último momento Raten tomó el control.
—¿Qué estás haciendo? —Vorden preguntó a Sil mientras se alejaba furioso y se dirigía de regreso a su rincón con la cabeza entre las rodillas.
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