—Sí, pero aún nos gustaría celebrar tu cumpleaños—. Dijo Raaz.
—¿Qué hay para celebrar? ¿El día en que perdieron a un hijo y ganaron un monstruo?— Lith cambió de forma por una fracción de segundo, haciendo que los adultos se estremecieran y los niños pidieran un bis.
—Entiendo tu dolor, Lith, pero no es una buena razón para comportarte como si fueras el único que está de luto—. Elina se levantó de su silla y se acercó a él.
Ella sujetó su rostro, obligando a Lith a mirarla a los ojos, con la esperanza de sacarlo de esa actitud de autodesprecio.
—Conocí a Trequill Lark antes de que nacieras y pasé más tiempo con Mirim de lo que tú lo hiciste. Cada vez que había una gala a la que no podía asistir debido a mi falta de modales, te confiaba a ella.
—Después de tu regreso, Mirim pasaba horas contándome cada palabra de elogio que recibías y lo bien que te las arreglabas con aquellos que te provocaban. Eran buenas personas y mis amigos. Los extraño más de lo que puedes imaginar.
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