Justo antes de que sus ojos perdieran su brillo, ella gritó. Su grito asustó a Jeslyn y a los demás. Al ver que todos la miraban con ceño fruncido, Vera se dio cuenta de que solo estaba imaginando cosas. Acababa de entrar en la cocina y ni siquiera había dicho nada.
—¿Por qué estás sudando tanto después de gritar? ¿Hay un asesino escondido en la cocina? —Jeslyn bromeó, mirando alrededor de la cocina.
—N-no, vine a buscar agua y casi me resbalé —tartamudeó Vera y se limpió la cara.
—Deberías haber enviado a las criadas. Ten cuidado, derramé un poco de aceite en esa área y... —Ahhh! —Vera se sobresaltó y cayó de trasero.
—¡Ay!... —Jeslyn hizo una expresión de dolor. —Eso fue una mala caída. ¿Te duele? ¿Puedes ponerte de pie?... Riya, ayúdala, ¡rápido!... ¡su bebé!
Maya se apresuró y ayudó a Vera a ponerse de pie.
—¿Cómo está el bebé? Espero que esté bien —preguntó Jeslyn con una preocupación fingida.
—Gracias —respondió Vera entre dientes.
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