Faltan 10 minutos para el recreo escolar. El inicio de la semana resulta fatigable para cualquier estudiante de nivel secundaria, pero este período de 20 minutos que se da obligatoriamente a la mitad de la jornada resulta esperanzador para los jóvenes, muchos de ellos que por llegar temprano al colegio olvidan el desayuno, y aprovechan el recreo para satisfacer sus crujientes estómagos, otros que aprovechan para copiar o avanzar alguna tarea para un curso posterior del recreo.
No faltan los deportistas, o mejor dicho los viciosos del futbol, a quienes no les satisface la quietud en ningún momento, ya que no solo en los recreos, sino que también en horario de clases se escapan de los salones para ir a jugar el deporte que tanto aman.
También están los enamorados, este grupo ha llamado mucho la atención al ingresar al nivel secundaria, ya que en la primaria se solía dedicar más a los juguetes o a otros juegos infantiles, pero ahora se escucha por doquier el inicio y el rompimiento de parejas, así como las chicas o chicos disponibles, los más galanes, las más fáciles, o los mujeriegos.
A su vez existe un grupo, pequeño por ahora, pero que ha comenzado a expandir su fama por todo el colegio. Tal vez por su peinado (cabello grande que tapa uno de sus ojos), quizá por sus polos negros con dibujos de un chico o una chica que llora en pequeñas frases, o de repente solo porque se hacen llamar los incomprendidos, "los emos".
Resulta curioso porque parece un grupo misterioso, espeluznante y silencioso, pero a su vez ruidoso. Sin duda que este es el año de cambios para todo estudiante estatal.
Los 6 años en nivel primaria, que marcan la infancia entre cuentos, sumas y chistes, entre dibujos, sueños y aventuras increíbles.
En las vacaciones se esperaba ansiosamente el inicio de clases porque se escuchaba mucho que los 5 años que pasarían en el nivel secundaria serían mejor de lo que habían vivido hasta ahora.
Crecerían, verían el mundo, trabajarían, su voz sería tomada en cuenta en sus familias, pero sobre todo, porque conocerían el amor, y aunque muchos aún no estaban listos para ello, habían fantasiado varias veces la mano de la niña que les gustaba entre las suyas, o que mejor aún, sus labios entre los suyos.
Más los cambios que Berman esperaba llegaron más rápido de lo que se pudo imaginar. Si bien se sabía que en secundaria había un profesor por cada curso (ya que en primaria solo se tenía un profesor para todos las áreas), no creían que al sonido del timbre se cambiaba estrictamente el curso (pues en primaria el timbre solo sonaba para el recreo y la salida y si querían podían avanzar un solo curso en todo el día).
Es así que los primeros días en su nuevo nivel escolar cuando tocaba el timbre, Berman y sus amigos ingenuamente creían que se trataba del recreo y salían corriendo de sus salones entre gritos y risas pues solo les pasaba a los de primer año, ya que los de segundo hasta quinto conocían el sistema y desde sus ventanas se reían a carcajadas por los nuevos adolescentes.
Al comienzo les pareció genial. - "en secundaria hay recreo dos a tres veces al día" - se decían entre risas, pero pronto se adjuntaron más profesores, pues los primeros días no estaban todos completos, y a cada timbre no se les permitía salir, sino esperar al nuevo profesor porque era el cambio de hora y no el recreo.
Se notó que los maestros eran más rígidos, y si bien los profesores de primaria ya habían advertido que en la secundaria "cada uno bailaría con su propio pañuelo", nunca se lo determinó tan real como cuando cada profesor de los 11 cursos que llevaban les pidió cuaderno propio, forrado a un determinado color, con su respectiva carátula, presentación y dedicatoria, y la mayoría también pidió el himno nacional, el de la región, los símbolos patrios, su historia, la historia del colegio, la biografía de tales personajes y hasta dibujos de ciertos temas.
Sin duda que fueron tediosos las dos primeras semanas del inicio escolar en este nuevo nivel educativo. Más ya había pasado esos días de presentación y se adecuaban al nuevo sistema y a su nueva etapa educacional. Aunque recién tenían entre 11 o 12 años, la enseñanza de la vida iba a por ellos.
Tocó el timbre del recreo. El profesor de Lenguaje salió del salón. Había dejado como tarea para el miércoles en que les volvía a tocar, la creación de un cuento literario de la zona, que lo inventaran ellos mismos.
Berman guardó su cuaderno en la mochila. Sacó el brazalete que había llevado para entregárselo a Anais delante del profesor pajarito. Cuando de pronto Cristian Supo se quitó la camisa. Tenía puesto un polo negro con frases y un dibujo de un niño en un mar de lágrimas. De inmediato todos se le acercaron.
- No puede ser Cristian, ¿eres un emo? – le dijo asombrado Carlos Saire – ¡qué bacán!
- Sí – respondió Cristian – nos reunimos los sábados a media noche en el cementerio.
- ¿Y qué hacen? – pregunto con insistencia Darío Trelles – cuéntanos.
- No les puedo dar muchos detalles, pero es como una ceremonia del mal, nos juntamos para hacer cosas escalofriantes – dijo con una voz que inspiraba temor mientras todos lo miraban con miedo y admiración a la vez.
- Wooo – expresaron muchos – Eres el hombre del salón – le dijo Darío Trelles – mis respetos cumpa… solo espero que eso te sirva para ser el primero en el salón que consiga una enamorada, después del fallido intento de Berman – concluyó mientras todos se reían en forma burlesca de Berman.
- Jajaja, pues ya tengo novia – dijo Cristian lleno de orgullo.
- ¿Que ya tienes qué jovencito? – preguntó una voz ronca y suspicaz a la vez.
Era el profesor pajarito. Solo Berman sabía para qué había venido, pero todos los demás se encontraban atemorizados, sobre todo Cristian Supo, quien ya había probado sus castigos. Más antes de que alguno responda, el profesor pajarito prosiguió
- No se intimiden. Solo vine a buscar a su compañera Fabiola Tinado. ¿Saben dónde está? – preguntó.
- ¿Fabiola? – respondió Berman desencantado. Él sabía que tenían un plan, pero no tenía idea de qué se trataba.
- Yo la vi dirigirse a la cabañita abandonada – respondió Melisa Fuentes.
- Bien – se dijo el profesor, y llamando a Berman a un costado le susurró al oído – te espero en la cabañita, hoy terminará el recreo 10 minutos más tarde de lo acostumbrado.
- Espere profesor – replicó Berman – no quiero ir hacia allá. Fabiola está allí y usted con ella… - se sintió en la rígida mirada del profesor y lleno de nervios dijo – planean algo que no me gusta.
- No inventes cosas Berman, ¿ahora crees que el mundo gira a tu alrededor? ¿te creíste el cuento de que eres un valeroso espía como en las películas? vamos Berman, cavar un hueco y robar una pulsera no te hace el mejor burlador del mundo, pues ni siquiera pudiste timarme. Te descubrí ¿recuerdas?. Y ahora me las pagarás.
- ¿Quééé?… pero usted dijo que solo quería verme entregando la pulsera a esa niña. Teníamos un trato profesor.
- Claro que tenemos ese trato. Así que te espero allá.
Berman sospechaba que le aguardaba en la cabaña algo espantoso, solo que de pronto, cuando el profesor se encontraba cerca a la puerta apareció Anais. El momento se detuvo. El encanto de esta niña era mágico.
Estaba acompañada de Yesica Chura, y tenía en su mano izquierda un regalo. Saludó al profesor mientras ingresaba y ante la mirada y oídos de todos los compañeros de clases que estaban allí gritó.