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218) Guerra de Troya

Con todo preparado, mi grupo estaba listo, mi inventario completo y mis objetivos bien definidos. Frente al tablón de anuncios, Andra, Tonks, Helena, Elise y yo nos despedíamos, listos para emprender nuestro viaje a la antigua Grecia.

Lily, Petunia, Eileen y Gemma nos veían partir. Petunia parecía a punto de quedarse dormida en cualquier momento. Los rituales fortalecedores estaban funcionando, pero también venían acompañados de un entrenamiento físico extenuante para maximizar sus efectos, y la pobre apenas podía mantenerse en pie.

Nos despedimos, aunque noté que Tonks parecía algo confundida por la presencia de Gemma y su familiaridad conmigo, especialmente por ciertos gestos que hacía hacia su vientre. Tonks sabía que Gemma era una de mis mujeres, pero aún no conocía toda la historia. Lo descubriría en este viaje.

Hice las últimas comprobaciones antes de partir, y luego desaparecimos de [Fuedo].

...

Aparecimos sobre un gran mapa del imperio griego, donde varias zonas destacaban con marcadores luminosos. Aquí debíamos decidir de qué lado estar: los troyanos o los aqueos. Ya lo habíamos hablado antes, así que nos alineamos con los troyanos y, en un instante, aparecimos en una ciudad antigua, llena de gente y rodeada por grandes murallas.

Era extraño ver a personas vistiendo túnicas antiguas, que nos miraban con miedo y asombro, no solo por nuestro aspecto tan diferente, sino también por la presencia de Elise. Aunque aún no se había establecido el estatuto de secreto nacional, ver un unicornio, especialmente uno tan imponente, era algo realmente raro.

Nuestras identidades estaban establecidas como magos viajeros contratados como mercenarios para defender Troya del inminente peligro que la acechaba. Los adivinos locales habían predicho que en un mes ocurriría una catástrofe, y habían solicitado ayuda de todos lados; nosotros éramos parte de esa ayuda.

Teníamos una residencia provista por el rey Príamo como todos los magos que se unían a su causa, así que al menos el alojamiento estaba cubierto. Contábamos con un mes para prepararnos para la guerra y desarrollar mis demás planes. Lo importante para mí no era ganar la guerra, sino entender cómo funcionaban estas misiones, explorar sus límites y, además, usar esta oportunidad para ayudar a Helena con su condición.

...

Nos establecimos en la ciudad, donde, además de los otros magos, la mayoría del pueblo nos trataba con una mezcla de reverencia y miedo, viéndonos casi como seres divinos. Conocimos al propio rey Príamo y a los magos que lo acompañaban, participando en reuniones junto a otros mercenarios, listos para la guerra.

Durante este mes de preparación, establecí los mejores círculos rituales que pude permitirme con los recursos que traje, además de algunos materiales donados por el rey y otros que conseguí intercambiando con otros magos de la época. Quería tener todo listo para cuando llegaran los invasores. Por eso elegimos Troya: aunque terminaría en desventaja en algun momento, en el inicio nos brindaría suficiente protección para hacer los preparativos.

Estando aquí, con todo mi poder, pude crear varios clones para trabajar de forma continua, sin tener que repartirlos en diferentes lugares y ocupaciones. Solo necesitaban concentrarse en esta ciudad. En cierto sentido, este viaje era una especie de vacaciones para mí; solo tenía que concentrarme en matar griegos y no preocuparme por tantos proyectos al mismo tiempo.

Así fue como las chicas y yo experimentamos una auténtica vida antigua, aunque con magia no era difícil asegurar ciertas comodidades. La mayor parte del tiempo la pasábamos trabajando, entrenando o, bueno, follando. Fue más o menos así.

"Y Gemma está embarazada de mi hijo."(Red)

"¡¿Qué?!"(Tonks)

*Follando a Tonks... sin darle tiempo a quejarse.*

Tonks se levantaba por las mañanas con el cuerpo magullado por el sexo salvaje, cojeando hasta mí.

"¡¿Cómo que está embarazada?!"(Tonks)

*Follando a Tonks, sin tiempo para quejarse, otra vez.*

Tonks me miraba con reproche al despertar.

*Follando a Tonks, sin tiempo para quejarse, otra vez.*

Tonks...

*Follar...*

Sí, sé que era cobarde enfrentar el problema de esa manera, agotándola hasta el punto de casi inducirle un coma para que dejara de quejarse. Pero sinceramente, no sabía cómo manejarlo. Continué así hasta que estuvo tan exhausta que tenía ventaja en nuestras "negociaciones".

Tonks no estaba feliz, y lloró un poco mientras se desahogaba, tal vez dudando de lo nuestro. No lo sé. Hice todo lo posible para calmarla. Se tomó su tiempo; no me hablaba, pasaba la mayor parte del día fuera de la casa y solo regresaba para dormir, aunque puede que incluso intentara encontrar otro lugar donde quedarse. No quise insistir demasiado, aunque pedí a Andra que la vigilara cuando yo no podía.

Este asunto retrasó un poco mis planes, pero Tonks era más importante. Una masacre puede suceder en cualquier momento, pero mi chica de cabello de chicle es única.

...

La guerra llegó. Desde las altas murallas, observaba cómo los barcos se acercaban a las costas. Los ejércitos de ambos bandos se preparaban para el combate, y la batalla era inminente. Sin embargo, aún no era nuestro momento de actuar. Primero luchan los mortales, y luego entran los magos, como aprendí en las reuniones previas.

Flechas, piedras y fuego llovían desde las murallas, mientras en el suelo los hombres se mataban entre sí con espadas y lanzas. El olor a sangre y putrefacción empezaba a llenar el ambiente. No esperaba ver una escena así; el mundo mágico no tiene suficiente población para una guerra de esta magnitud, y observar a personas caer una tras otra resultaba, al menos, inquietante.

Aunque no éramos muchos, los magos en el campo de batalla éramos como máquinas de matar, puntos focales en las filas del ejército. En esta época, las varitas mágicas no eran tan comunes ni accesibles como en mi tiempo, y se podía ver a distintos magos usando medios y métodos muy variados. Cuando llegó nuestro momento de entrar en combate, sentí la verdadera emoción de una lucha a gran escala.

Corrí entre las tropas, deslizándome en mi forma líquida, reformándome espontáneamente para lanzar hechizos explosivos contra las grandes masas de soldados enemigos que se acercaban. Esquivaba los hechizos elementales que otros magos lanzaban al notar mi presencia. Era una espina en sus costados: versátil, escurridizo y letal. Pronto, me gané el apodo de "erythron kakon" o algo similar. Dejé mi huella en esta guerra, pero no fui el único.

Si Elise no era mi montura, entonces era una fuerza devastadora en las líneas enemigas. Fuerte, rápida y poderosa, rompía formaciones con facilidad. Hubo quienes se atrevieron a mirarla con deseos de capturarla, quizá el unicornio más imponente que jamás habían visto, pero ese error terminó en una carnicería. Nadie toca a los míos. La masacre que desató causó tal conmoción que casi provocó un ataque por parte de los propios troyanos, quienes nos consideraron traidores. Sin embargo, comprendieron que era mejor tenernos como aliados en lugar de enemigos.

Andra también destacó, aunque no tanto en la batalla, sino en la política. Su encanto y habilidad diplomática ayudaron a asegurar aliados importantes, lo que también nos ayudó a salir de ese problema con los troyanos.

Quizás Tonks fue la que menos sobresalió. Seguía molesta conmigo y evitaba acercarse, pero aún así luchaba, quizá buscando liberar las emociones negativas que llevaba dentro.

Pasaron los primeros meses de guerra, y, con el tiempo, Tonks terminó calmándose. Una noche, después de una batalla, se unió a los soldados en un descanso, donde bebió más de la cuenta. Algunos hombres intentaron acercarse, tratando de seducirla. Aunque nadie se atrevió a obligarla, hacían todo lo posible por ganarse su interés. Fue entonces cuando aparecí, arrancando cabezas a cualquiera que pusiera sus ojos en ella, justo delante de sus ojos.

Digamos que esa segunda masacre quedó grabada en su mente. Me miró con asombro y miedo, como si fuera una bestia sedienta de sangre. Después de deshacerme de sus pretendientes, la tomé allí mismo, furioso de que alguien intentara quitarme lo que es mío y de que ella estuviera tan ebria que casi lo permitía. Con el suelo cubierto de sangre, tierra y sudor, hicimos el amor entre los cuerpos destrozados de aquellos que habían osado acercarse.

Tonks despertó al día siguiente con esa imagen grabada en su memoria, y decidí que no la dejaría exponerse de esa forma de nuevo. La llevé a casa, y mientras mis clones continuaban luchando, yo me dedicaba a ella: la follaba, la alimentaba, la follaba, la bañaba, y la follaba una y otra vez. Las murmuraciones se extendieron en la ciudad, y varias mujeres nobles y curiosas se acercaban a nuestra puerta, intrigadas por los gemidos que se escuchaban día y noche. Nos habíamos convertido en una especie de misterio en Troya.

Aunque el camino fue difícil, Tonks y yo logramos restablecer nuestra relación. Sí, probablemente siempre me reprochará cada acción, cada mujer y cada hijo que traiga al mundo sin consultarle, pero ahí estábamos, juntos de nuevo. Tanto en la cama como en el campo de batalla. Con el tiempo, también se ganó su propia reputación, aunque ya era conocida por ser parte de mi grupo y mis masacres.

En cuanto a Helena, ella permaneció la mayor parte del tiempo en el sótano que construí en nuestra casa. El círculo mágico que había preparado se completaba rápidamente con tantas muertes y almas recogidas en el campo de batalla. Helena estaba absorbiendo esa energía, soportando los cambios que le producía, mientras yo observaba de cerca, esperando el momento en que esos poderes la transformarían.

...

La guerra ya estaba más allá de su mitad, al menos según el tiempo que habíamos calculado, y éramos reconocidos y glorificados dentro de estos muros. El rey y los nobles nos respetaban por nuestras grandes contribuciones, en parte gracias a la influencia de Andra. Nos ofrecían tesoros, títulos, y, en mi caso, mujeres.

Tonks no estaba contenta con eso, aunque era excitante verla observar cómo yo disfrutaba de las mujeres troyanas mientras ella, sin opción, se limitaba a mirarnos y masturbarse... hasta que le llegaba su turno. Creo que terminó adaptándose a esta cultura antigua, permitiendo que nuestra vida fuera una mezcla de lucha, comida y placer. Me encantaba verla vestida con las túnicas antiguas, guiando a otras mujeres a mi cama, mientras ella y Andra bebían vino y esperaba con paciencia a que yo terminara para luego desquitarse conmigo y tratar de vencerme una vez estaba desgastado.

Nuestra relación arreglada (Listo)

Elise, por su parte, se acostumbró a la guerra. Luchaba sin descanso, ansiosa por probar su fuerza después de los experimentos a los que había sido sometida, aunque nunca parecía satisfecha del todo. Se había enfrentado a heridas graves en varias ocasiones, y observaba lo que yo lograba hacer solo, lo cual despertaba en ella una mezcla de admiración y ambición. Cuando regresemos, seguramente querrá seguir experimentando para fortalecerse aún más.

Elise conforme. (Casi)

Mientras tanto, algunos de mis clones exploraron los alrededores, y descubrimos ciertas limitaciones en este lugar. No puedo alejarme demasiado de la ciudad ni de su territorio, porque al hacerlo pierdo el conocimiento y reaparezco dentro de las murallas. Otras cosas funcionan bien, pero solo podré probar sus verdaderos límites una vez que salga de aquí.

Comprobar límites de las misiones. (Listo)

Helena, por otro lado, alcanzó un punto crítico con toda la muerte que la rodeaba. Su círculo mágico ya no soportaba la carga de energía, así que tuve que expandirlo. Afortunadamente, varios magos estuvieron dispuestos a ayudarme durante un tiempo de descanso temporal en la guerra de unos dias. El círculo creció y se mejoró mientras realizaba un ritual que cubrió el cielo de nubes negras, cargadas de un aura de muerte.

El rey, al descubrirme, pensó que estaba realizando una gran magia para derrotar a los invasores y ordenó que todos colaboraran conmigo. Así, con la ayuda de casi dos mil magos, realicé un ritual de enorme magnitud, usando mi magia como catalizador para abrir una pequeña fractura entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Extraí del otro lado el alma de Helena, fusionándola y fortaleciéndola con su fantasma y el poder de la muerte para transformarla.

Cuando el rey descubrió la verdadera naturaleza del ritual, quedó atónito y casi ordenó nuestra ejecución al darse cuenta de que mi magia no tenía nada que ver con la guerra y había gastado muchos recursos en ello. Debo decir que si se dejó engañar en parte, pero fue principalmente Andra, con su encanto y glamour, quien lo atotantaban y lo convenció de seguir confiando en nosotros. Por suerte, no fuimos tratados como traidores una tercera vez, especialmente cuando vieron a Helena unirse al combate.

Los fantasmas no eran desconocidos, pero Helena había evolucionado más allá de cualquier espíritu común. Su alma, aunque no completamente integrada a este mundo, poseía un poder inigualable. Podía hacerse tangible en ciertos momentos, y si recibía daño, volvía a ser intangible. Luchaba sin descanso y se alimentaba de las almas de los caídos, lo que la hacía prácticamente invencible.

Aunque no era tan destructiva como yo, ni tan útil como Andra o Elise, Helena destacaba en otro aspecto: el terror. Era quien hacía temblar a los soldados enemigos con solo aparecer. Su presencia no era la más peligrosa en el campo de batalla, pero infundía un horror profundo en los corazones de aquellos que la enfrentaban.

Ayudar a Helena. (Listo)

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1er Capítulo Adicional

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