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44 Capitulo 44

-Entonces, ¿esto es lo que tu maestro te dijo sobre el estabilizador? Parece ser una medida importante, ya que podrías quitarme la vida en cualquier momento, y por cualquier razón desconocida- dijo Adair, instando al alquimista una vez más.

El alquimista frunció los labios, pareciendo sacar fuerzas de sus últimas reservas de paciencia.

Como dije, mi maestro no me dijo por qué existe esta habilidad. Parece ir en la dirección opuesta a la razón misma del hechizo. Pero, conociendo a mi amo, creo que es por compasión.

- ¿Compasión? ¿Por qué un hombre que no puede morir, posiblemente el hombre más poderoso de la Tierra, necesitaría la compasión de alguien? -respondió Adair en tono burlón.

-Sí, compasión. Para el día en que el hombre considere la inmortalidad una carga demasiado grande y pide que le quiten el vaso porque ha estado bebiendo demasiado.

Adair gruñó. Ahora estaba absolutamente seguro de que este hombre y su maestro eran unos completos idiotas.

El alquimista cerró los ojos.

-Imagino que puedes ver que mi amo es un hombre sabio y bondadoso. Dios, déjame vivir lo suficiente para verte de nuevo. Eso es todo lo que quiero, declaró haciendo la señal de la cruz. Adair no dejó pasar la oportunidad.

- ¡Oh! Desafortunadamente, tu Dios te ha dado la espalda hoy", dijo. Acercándose al alquimista, Adair, en un movimiento rápido, sacó un lazo de cuero trenzado delgado pero fuerte de su cinturón. Estranguló al anciano antes de que pudiera murmurar una sola palabra o incluso pasar el dedo entre la cuerda y su garganta.

Adair pasó por encima del cuerpo y empezó a buscar en las recetas del alquimista. Si fuera un aprendiz, el anciano los mantendría cerca; nadie se arriesgaría a dejar tan valioso material lejos. Finalmente, finalmente los encontró: hojas sueltas de pergamino guardadas en una bolsa de cuero junto a un rosario de cuentas de lapis lázuli. Dejó caer el rosario junto al muerto y desapareció en la noche con la bolsita de recetas pegadas del pecho cerca del corazón.