webnovel

Deidad 2.312

Después de su reunión con las diosas, Viggo bajo del segundo piso y se encontró a los miembros de la familia Bishamon. Erica y Sigfried pasaron por al lado de Viggo dando un breve saludo. Ambos con armadura de caballero y espadones. Erica era una adulta y destacaba con semejante arma por su complexión refinada. Sin embargo, Sigfried todavía era un niño y ese espadón se veía desproporcional para él.

Por otro lado, detrás de Erica y Sigfried venían Sakura y Ana, ambas gemelas de cabello purpura. Sakura lo llevaba hasta los hombros y Ana lo llevaba hasta los tobillos. Las dos llevaban ropa oscura por debajo y una armadura purpura hecha por la propia diosa Hephaestus.

—Hola— dijo Viggo avanzando hacia Sakura y Ana.

Sakura sonrió con ternura, pero Ana lo quedó mirando con frialdad. Ambas avanzaron hasta Viggo contoneando de forma sensual sus caderas. Era uno de los conocimientos que quedaba en ellas de sus días como aprendiz de hetera.

Sakura se acercó a Viggo sin preocuparse por nada, lo abrazó y lo miró hacia arriba con una hermosa sonrisa. Por otro lado, Ana se quedó a un metro de Viggo y se cruzó de brazos.

Viggo beso a Sakura, suave, lento y sensual. Después él miró a Ana, quien todavía lo miraba con seriedad y los brazos cruzados. A los lados destacaban dos largas dagas colgando de su cintura. Viggo miró a Sakura, ella se apartó y Viggo avanzó hasta Ana. Se detuvo a unos escasos centímetros de ella y miró esos ojos purpura.

—¿Qué sucede?— preguntó Viggo con voz suave y gruesa

—¿Ya se fue esa mujer?— preguntó Ana con voz suave y sensual

—¿Atena?— preguntó Viggo

Ana frunció el ceño y asintió un par de veces en un gesto suave.

—No, no se ha ido— respondió Viggo —está conversando con Bishamon ¿Cuál es el problema?—

Ana agacho la mirada y negó con la cabeza.

Viggo llevó su mano derecha a la barbilla de Ana y le levanto el rostro —dime ¿Qué sucede? Nunca hemos tenido secretos entre nosotros. Al menos, eso recuerdo yo—

Ana sonrió, se paró de puntillas y se colgó del cuello de Viggo. Lo beso con toda la pasión que había y apartó sus labios —tonto, sabes que no hay secretos. Es solo que no me gusta esa mujer—

—¿Atena?— preguntó Viggo

Ana asintió con una expresión indefensa, como si tuviera miedo de Atena.

Tendencia del alma, pensó Viggo. Era una de las razones que le dio Kiara a Viggo para hablar con Ana. En su momento ella parecía tranquila y le dio lo mismo que Viggo convocara una diosa. Sin embargo, ahora Ana parecía acomplejada y temerosa.

—¿Vamos a dar una vuelta?— preguntó Viggo —tengo algo increíble que me gustaría mostrarte—

—¿Qué es?— preguntó Ana, todavía con esa mirada llena de preocupación.

Viggo sonrió y le dijo —bueno, aquí sería un poco problemático, mejor lo hacemos afuera, en la calle—

Ana lo quedó mirando, asintió y Viggo sonrió. Este último tendió su mano a Sakura y ella se lo tomo. De esa manera, los tres caminaron como en los viejos tiempos. Con Viggo en medio, Sakura a la izquierda y Ana a la derecha. Muchas cosas habían cambiado. Para empezar, los tres habían dejado de ser niños. Viggo había crecido mucho mientras Sakura y Ana habían tomado formas más femeninas. Los tres habían seguido juntos por un largo camino. Viggo iba a ser rey de los dioses en pocos días y todos lo habían aceptado, a pesar de que no sabían a ciencia cierta qué significaba y que cambiaría con eso.

Sakura, Ana y Viggo salieron a la calle. Era un poco irónico, ya que este sector de Orario tenía las mejores calles de toda la ciudad, pero apenas andaban uno que otro carruaje. Ni hablar de personas a pie. Los únicos en kilómetros eran los aventureros de la familia Bishamon.

Viggo soltó las manos de Sakura y Ana, camino hasta la calle adoquinada y levantó su mano derecha a la altura de la cintura. Abrió la mano y del anillo en su dedo índice, salió una especie de medalla hexagonal. Viggo miró a Sakura y Ana, sonrió con astucia, canalizo mana a la medalla y la lanzó al aire.

Ana y Sakura miraron a Viggo. Ana confundida y cruzada de brazos. Sakura con una sonrisa en los labios y las manos puestas sobre su regazo. Ambas vieron la medalla girar en el aire y emitir poco a poco un brillo de luz mágico hasta que exploto en un aura y adopto la forma de un enorme león. La bestia rúnica cayó en la calle y soltó un fuerte rugido. Ana y Sakura se quedaron sin palabras. Ellas se acercaron y Viggo las quedó mirando, con los brazos cruzados y una enorme sonrisa en el rostro.

Ana miraba el gran león con una preciosa melena hecha de energía color turquesa. Demasiado hermoso, casi parecía un espejismo, pero los adoquines aplastados bajo sus patas como efecto de su gran caída, le decían que era real —¿Qué es esto, Viggo?— preguntó

—Lo hicimos con Rosewisse— dijo Viggo con una amplia sonrisa

Sakura también se acercó al león, pero igual que su hermana se detuvo a los pocos metros y miró a Viggo —¿Rosewisse y tú?— preguntó con una sonrisa juguetona.

—Bueno, fue más ella que yo, pero puedo decir que fue un trabajo en conjunto— dijo Viggo con orgullo

Sakura negó con la cabeza mientras sonreía y miró al enorme león rúnico delante de ella —¿Lo puedo tocar?—

—Claro— dijo Viggo, se acercó a ellas y las acercó al león rúnico que, en sus cuatro patas, era tan alto como Viggo.

Ana y Sakura notaron que, al acercarse a la bestia rúnica, no era como un animal normal. Era como si un millar de puntos mágicos se unieran para formar a la bestia.

Viggo se detuvo delante del león rúnico y soltó las manos de Sakura y Ana. Él toco el costado donde deberían ir las costillas. Después miró a Sakura y Ana y les hizo el gesto para que ellas lo intentaran.

Sakura y Ana acercaron sus manos y fue una decepción, ya que no era como un animal real. Ni siquiera emitía calor o frio. Era, como vieron, la unión de muchos puntos de energía como diminutas canicas.

—¿Puede hacer daño?— pregunto Sakura

—Claro que puede hacer daño, desgarrar la carne, arañar y escalar, cazar y otras cosas, pero es como una marioneta— respondió Viggo —no tiene una conciencia propia. Solo está ahí y sigue las órdenes del jinete vinculado a la medalla. No se cansa, no necesita ser alimentado, dormir ni nada por el estilo. El único problema es que necesita un suministro continuo de mana—

—¿Cuánto es el mana que necesita?— preguntó Ana, ella apartó su mano de la bestia rúnica y miró a Viggo a los ojos.

Viggo la miró de vuelta y le respondió —para funcionar durante una hora, por lo menos todo el mana de un mago de nivel 3—

—¡Eso es mucho! yo ni siquiera lo podría hacer funcionar un par de minutos—

—Bueno— dijo Viggo con una sonrisa incomoda —estamos trabajando en eso con Rosewisse—

—Quiero un ciervo, grande, como este muchacho y largas astas— dijo Sakura mirando a Viggo. Este último sonrió, le gustaba Sakura por su optimismo.

Viggo miró a Ana y le preguntó —¿Qué te gustaría a ti?—

—¿No lo sé? Un caballo estaría bien— respondió Ana con timidez

Viggo sonrió al ver ese bonito rostro enmarcado en esos largos cabellos purpuras —bien, un ciervo y un caballo. Una vez que perfeccionemos una forma de suministro de mana externo, tratare con el pedido de ambos. Ahora ¿Les interesa dar un paseo?—

—¿Adónde vas?— preguntó Sakura

—Voy a ir a buscar a Tsubaki y Kenshin. El muchacho fue a trabajar con su madre—

—¿Eso no es peligroso?—

—Sí, pero, trata de convencer a Tsubaki de que no lo es—

Viggo y Sakura hicieron una mueca incomoda al recordar a la mujer morena del lejano oriente. Discutir con ella era como pelear con una muralla. Jamás llegabas a ningún lado.

Viggo apoyo las manos en la espalda del león rúnico y dio un brinco para subirse y sentarse en la espalda. Después toco el turno de Sakura. Viggo le tendió una mano, Sakura le dio su mano, él la jalo y ella saltó. Una vez que Sakura se sentó detrás de Viggo, fue el turno de Ana.

Una vez que los tres estuvieron sentados en la espalda del león rúnico, Viggo dirigió con su mente a la bestia y avanzaron por la calle.

Sakura miró la calle desde la espalda del león rúnico mientras abrazaba a Viggo de la cintura y dijo —se siente como montar a caballo, pero sin montura. Un poco incomodo, pero después de que te acostumbras no es tan malo—

—Sí, no es tan incomodo— dijo Viggo —este es solo el prototipo inicial. Con el tiempo vendrán cambios y mejoras. Quizá en el futuro las monturas rúnicas ni siquiera se parezcan a esto. La meta de Rosewisse es crear una especie de águila que me pueda transportar. Siempre se está quejando de que estoy muy grande y ya no me puede llevar a volar—

—En ese caso— dijo Ana, detrás de Sakura mientras abrazaba a su hermana por la cintura —¿No sería mejor que te fabricara unas alas?—

—Le dije lo mismo— respondió Viggo al frente del león rúnico —pero ella me dijo que una cosa a la vez. Ya descubrimos que podíamos fabricar bestias con magia. Hay que ver los alcances, los costes y el cambio que eso podría generar. También los peligros al corto y largo plazo. Al mismo tiempo, ir innovando y mejorando lo que hemos hecho. Crear alas rúnicas sería genial, pero en estos momentos es un poco complicado—

Viggo dirigió con su mente al león rúnico y lo guio por las calles llamando la atención. Ya sea porque la bestia estaba hecha de magia, era enorme o tenía una apariencia feroz. La gente los quedaba mirando y los niños se volvían locos señalando al león rúnico. Viggo sonrió complacido con la recepción que tuvo la bestia rúnica.

Entonces paso lo que buscaba Viggo. Los transeúntes miraron sus ojos y vieron el brillo dorado de su divinidad. Ellos miraban a Viggo y murmuraban "el rey de los dioses". Entonces la figura de Viggo sobre la montura rúnica tomo otro aspecto, más divino, más nobles, más grande y fuerte. Las miradas pasaron de admiración y fascinación, a respeto y temor reverente. Nadie entendía qué era el rey de los dioses, pero entendían que un rey reinaba sobre su pueblo. En ese caso, Viggo gobernaría sobre los dioses y sobre los mortales.

—Va, no sean estúpidos— dijo un aventurero de poca monta vestido con una armadura de cuero vieja y sucia —es ridículo que un mocoso que todavía no sabe lavarse la cara vaya a gobernarnos—

Viggo lo quedó mirando desde la montura rúnica y el aventurero lo miró de vuelta como para demostrar que no le tenía miedo. Sin embargo, al ver el dorado de sus ojos, sintió un miedo reverente y agacho la cabeza como si temiera ser calcinado por mirar a dios a los ojos.

Viggo siguió avanzando y tal cual como lo habían planeado, Hitomi, Bishamon y Atena, su leyenda creció dentro de Orario.

Ese día no hubo un hogar, cueva o grupo que no murmurara el nombre del rey de los dioses. Todos murmuraban preguntándose ¿Qué pasaría con Orario de ahora en adelante? Y ¿Qué sería de los dioses?

El misticismo solo creció alrededor de la figura de Viggo.

Nächstes Kapitel