Viggo y Rosewisse habían salido del templo de Tyr y se encontraron con el puente del templo, pero en un lugar totalmente diferente de Midgar. La vegetación era espesa, los árboles creían grandes y frondosos, con hojas de todos los colores. El aire era puro, el clima primaveral y las plantas en el suelo emitían un brillo celestial como si cada hoja o pétalo fuera una luciérnaga. Sin embargo, había algo peculiar, todas las ramas y plantas apuntaban hacia un lugar en concreto, de forma artificial.
—Vamos— dijo Rosewisse emocionada, tomo a Viggo de la mano y comenzó a correr, mirando por aquí y por allá, maravillándose en la naturaleza y viendo el cielo eternamente azul. Sin embargo, de repente se detuvo cuando vio algunas construcciones extrañadas a los lados del puente. Era una mezcla de elementos que formaba una especie de revestimiento como material de construcción, de color tierra, arenoso y blando.
—Mejor volemos, podemos tener una mejor imagen de todo— dijo Viggo
Rosewisse volteó su rostro, vio a Viggo de cabello rojo hasta los hombros, pero lo más importante, su mirada era seria y enfocada en las construcciones parecidas a panales. Rosewisse asintió, se puso detrás de Viggo y su rostro quedó oculto detrás de la espalda.
Rosewisse sonrió y dijo —vamos a tener que encontrar otra manera de viajar, es un poco incomodo—
—Entiendo— dijo Viggo sin reírse como lo haría usualmente. Aquellas construcciones no eran normales y si había insectos del tamaño de una persona no era nada bueno.
Rosewisse saltó y aleteo al mismo tiempo para impulsarse al cielo. Pronto alcanzo los diez metros de altura, pero rápidamente ella y Viggo se dieron cuenta de su error. Al instante siguiente salieron figuras humanoides de la jungla primaveral que se elevaron. Sus alas se movían a gran velocidad como los mosquitos, eran oscuros, con cuernos y tenían tridentes dorados. Rápidamente alcanzaron a Rosewisse y se lanzaron en picada para atacarla. Ella aleteo con sus alas para evadir y después se lanzó en picada contra el suelo. Rápidamente alcanzo el puente del templo de Tyr y dejo caer a Viggo. Este último cayó en el suelo de roca obsidiana y espero a las criaturas. Se quería negar a llamarlos elfos, su padre era un elfo, pero ni por asomo eran semejantes.
Aquellos elfos oscuros se lanzaron en picada contra Viggo, pero este último siguió sus movimientos y evito ser apuñado por los tridentes por un corto margen. Al mismo tiempo quedó cerca de un elfo y le lanzó un puñetazo a la garganta, aplastándole la tráquea. El elfo oscuro cayó al suelo y Viggo tomo el tridente dorado. Él se movió con velocidad, evitando a los elfos y golpeándolos con el tridente. De repente se escuchó un gran estruendo y una explosión de llamas. Todos miraron hacia atrás y vieron a Rosewisse en su armadura de valkiria apuntando hacia adelante con la varita de plata. Ella lanzó una bola de fuego detrás de otra y los elfos oscuros fueron rápidamente calcinados hasta la muerte. Los pocos que sobrevivieron ignoraron a Viggo y escaparon volando.
—Simplemente desagradable, como pueden ser…— dijo Rosewisse mientras descendía
—No lo digas— respondió Viggo de malhumor, negándose a que aquellas criaturas fueran iguales a su padre. Los elfos del mundo de Viggo eran jóvenes, agradables a la vista y orgullosos como nobles. Estas criaturas no estaban ni cerca de parecerse a ellos. Sin embargo, Viggo entendió algo. En la arquitectura del mundo, había lugar para criaturas que veneraran la naturaleza y se fortalecían de ella.
Rosewisse aterrizo en el puente de piedra obsidiana y respondió —Mejor caminemos—
—Sí— respondió Viggo con un leve asentimiento —es lo mejor—
Ambos caminaron por el puente de roca obsidiana, recubierto de naturaleza primaveral, pero con esas murallas y montículos hechos de ese extraño material que lo hacía ver como parte de un panal.
—El fuego funciono muy bien— dijo Rosewisse —podrías intentar usar la varita que hizo tu padre, no sé, como para darle uso—
—Sé que he dejado nuestro trabajo de lado, pero te prometo volver a retomarlo— dijo Viggo —he tenido que hacer demasiadas cosas y prepárarme para cosas que no lograba dimensionar. El trono del soberano me ha servido para eso, no te preocupes, no volveré a olvidar nuestro trabajo juntos—
Rosewisse soltó un bufido, se acercó a él y le dijo —más te vale— le tomo la mano y ambos caminaron uno al lado del otro
Pronto llegaron al final del puente que conectaba con el templo de Tyr y vieron un rio de agua color turquesa. El agua estaba en calma, parecía más un estanque, pero por las dimensiones y la dirección que tomaba era un rio. Viggo y Rosewisse avanzaron por un camino lateral que los llevaba a la orilla y los acercaba a un bosque. Todo parecía estar en calma, se escuchaban los grillos y el canto de las aves.
Ambos se detuvieron en la orilla y Rosewisse soltó a Viggo, ella se quitó sus botas y camino por el agua —ven Viggo— dijo ella mirándola a la cara. Viggo sonrió y se quitó las botas. La dejo en el suelo y camino junto a Rosewisse. El agua tenía una buena temperatura, como en las costas de Esparta. En el centro del rio de color turquesa había un islote donde había un inmenso árbol de almendras con hojas blancas. Sus ramas seguían la misma dirección que las de los otros árboles, apuntaban hacia la enorme luz que perforaba el cielo.
Sin duda Alfheim era un lugar hermoso, el único problema eran los elfos oscuros que por ahora se habían retirado.
Rosewisse y Viggo caminaron por el agua durante una decena de metro hasta que se detuvieron. Ella le regalo una mirada coqueta y él soltó una risita.
—Mejor no— dijo Viggo —la arena y el agua pueden dar una buena imagen, pero cuando la arena te queda en ciertas partes, todo el momento se vuelve incomodo—
—Eres un aburrido— dijo Rosewisse
—Rosewisse, este no es el mejor momento— dijo Viggo —esas cosas andan cerca, son peligrosas. Realmente me encantaría, pero mejor no—
—¿Y si encontramos un lugar seguro?— preguntó ella con una sonrisa coqueta —a lo mejor podríamos intentar hacer un pequeño Viggo o una pequeña Rosewisse ¿Qué piensas?—
—Es una gran propuesta— respondió Viggo, se agacho, le dio un beso y le dijo —pero será solo si encontramos un lugar verdaderamente seguro ¿Entendido?—
—Bien, no te preocupes, déjalo en mis manos—
Viggo no complemento esas palabras porque entendió que ese era el anhelo de Rosewisse. Sus padres la hicieron en este reino y ella quería ser como ellos. Viggo solo conocía a los padres de Rosewisse por lo que ella le contaba, pero al parecer, se amaban.
Viggo y Rosewisse buscaron por los alrededores algún bote. Por la ubicación cerca del templo deben haber tenido algún medio de transporte. Viggo encontró un par de botes alejados de la orilla del rio. Él arrastro el bote a la orilla, ayudo a subir a Rosewisse y ambos navegaron por el rio. Viggo remaba y Rosewisse se dedicaba a mirar el paisaje primaveral de exuberante vegetación.
—Gracias, Viggo— dijo Rosewisse
—¿Por qué? ¿Por remar?— preguntó Viggo con una sonrisa —te digo que a la vuelta te toca remar a ti—
—No por eso— dijo Rosewisse con una maravillosa sonrisa —eres tan tonto. No, la verdad, por todo. Por encontrarte en Midgar, por llevarme a tu tierra, por darme tu amistad y tu amor. No lo sé, todo parece tan raro, todo parece destino. Si te soy sincera, no esperaba encontrar a nadie en Midgar—
—Bueno, si te pones a lanzar magia como loca y generar explosiones, seguro que llamas la atención de alguien. Sin embargo, no sé si es destino, pero me gustaría pensar que me amas y yo te amo más que imaginar que alguna fuerza mística nos unió. Me gustas, Rosewisse—
—¿Incluso con mi malhumor?— preguntó Rosewisse de forma divertida
—Incluso con tu malhumor— respondió Viggo con una amplia sonrisa
—Gracias— dijo Rosewisse
—Gracias a ti también, por permitirme amarte—
De esa manera, ambos continuaron navegando por el rio durante media hora, en calma y tranquilidad. Viendo la exuberante vegetación y escuchando a las aves e insectos.
—¿Falta mucho?— preguntó Rosewisse
—No mucho— dijo Viggo, detuvo el movimiento del remo, lo dejo en el interior del bote y de su anillo saco una pluma blanca, la pluma de Rosewisse. Él utilizo su clarividencia y su vista se elevó como la visión de un pájaro, voló a la distancia a una playa lejana y se detuvo frente a una cueva. Después avanzó por la oscuridad y se detuvo delante de una puerta de piedra con un sello de piedra con la forma de un diamante.
—Solo media hora más de viaje— dijo Viggo
—Me dio sueño tanta tranquilidad— dijo Rosewisse soltando un gran bostezo —hubiera sido bueno haber traído una de las pinturas. Así yo podría tomar una buena siesta mientras tu remas—
Viggo frunció el ceño al escucharla, pero Rosewisse no se molestó y soltó una risita tonta. Viggo continúo remando, pero Rosewisse no pudo dormir por más tranquila que estuviera. El espacio era demasiado reducido y sus alas no ayudaban en nada. Al final, se sentó y cabeceo durante todo el viaje hasta que llegaron a la playa que menciono Viggo. Desde esa posición miraron hacia lo que parecía ser el mar y vieron una hermosa luz blanca que perforaba el cielo.
Viggo se bajó del bote y lo arrastro por la playa con Rosewisse en su interior. Al detener el bote sobre la arena, ella se bajó del bote y miró a la distancia.
—Bueno, al menos valió la pena— dijo Rosewisse soltando un gran bostezo mientras se tapaba la boca con la mano. Sin embargo, de repente la luz que era tan blanca se cortó y el cielo se oscureció —ok, eso no es bueno— dijo
—Mantengámonos al margen— dijo Viggo —los problemas están por allá. Nosotros tenemos que ir al otro lado—
Rosewisse se volteó para mirar y vio a Viggo, pelirrojo y con el torso denudo apuntando a una cueva, al fondo de la playa. Rosewisse asintió y junto con Viggo caminaron hacia la cueva.
—¿Qué crees que paso?— preguntó Viggo
—Según la maestra, la luz de Alfheim cambia de mano cada cierto tiempo— respondió Rosewisse —seguramente ahora la luz está en dominio de los elfos oscuros—
—¿Es malo?—
—Es malo si estamos entremedio de los dos grupos, lo que dijiste fue lo más acertado—
—Veo—
Ambos entraron a la cueva y llegaron a puerta de piedra. Rosewisse sacó el cincel y grabo la runa de Kenaz "<" en la superficie. El sello con forma de piedra se desintegro como si estuviera hecho de arena y la puerta quedó lista para abrirse.
Todas las cámaras de Odín seguían el mismo patrón, una cueva, una puerta, sello de piedra, otra cueva, un elevador y una cámara oculta donde almacena conocimiento. Sin embargo, el problema para Viggo y su clarividencia es que nada de eso lo había escrito Odín. Él solo tomaba lo que otros sabían. No obstante, lo que seguía siendo un verdadero misterio era la razón para aprisionar a las valkirias.
Al llegar a la cámara de Odín, con las dos escaleras a los lados y el segundo piso con las estanterías en las paredes llenas de pergaminos, miraron por el pasillo que pasaba por debajo del segundo piso y conectaba el patio exterior, donde estaba la valkiria oculta detrás de sus alas como si fuera la crisálida de una oruga.
—Olrun, el águila— dijo Rosewisse al verla desde está distancia
—¿Estarás bien por tu cuenta?— preguntó Viggo
Rosewisse miró a Viggo y le dijo —como siempre, no te preocupes, esta es una lucha entre valkirias—
—Lo que digas, trata de no hacer mucho ruido, tengo ganas de dormir—
—Oye, eso no es justo, voy a hacer mucho ruido—
—Ok, ok, te esperaré—
—Eso está mejor. Ya sabes, después de vencer a Olrun, tú y yo en una cama, no suena mal ¿Verdad?—
Viggo sonrió y Rosewisse le guiño un ojo.