webnovel

Orario ha perdido a sus campeones 2.218

Ottar y Viggo habían llegado al piso treinta y siete a las once de la mañana del segundo día de incursión. Hasta el momento, los pisos y enemigos anteriores habían sido un juego, una competición entre ambos para demostrar quién era el mejor.

Todo el lugar era una combinación de una extensa tierra baldía y largas murallas de piedra que alcanzaban el techo. No se veían enemigos, ni rastros de que haya venido alguien en mucho tiempo. A lo mejor, desde que vinieron Jason y los otros en su última expedición.

Viggo miró a Ottar, quien era una cabeza más alto que él, de cuerpo fornido, mirada seria y orejas de oso sobre su cabeza. Llevaba apoyado sobre su hombro derecho el ultra espadón que le había confeccionado Kain, un arma lo suficientemente fuerte para que él pueda usar toda su fuerza sin tener que preocuparse por destruirla.

-Vamos, lanza la moneda- dijo Ottar mostrando una sonrisa rebosante de confianza. Los otros pisos habían sido mierda y cuando Viggo lanzaba la maldita moneda, él siempre perdía. Sin embargo, en este momento es cuando más deseaba que la fortuna lo condenara a luchar contra un monstruo fuerte.

-¿No será mejor que lo hagamos entre los dos?- preguntó Viggo con algunas dudas mientras sostenía la moneda que ocupaban para las apuestas en la mano derecha. Todo estaba muy quieto, lo cual no era un buen indicio.

-Vamos, lanza la moneda- insistió Ottar frunciendo el ceño

-Ok, como tú quieras- dijo Viggo, la coloco sobre su pulgar y la lanzó al aire. La moneda giro un par de veces y comenzó a descender. Viggo la atrapo en el aire con su mano derecha y la volteó sobre el dorso de su mano izquierda -¿Cara o cruz?-

-Cruz, solo para mantener la racha- dijo Ottar

Viggo negó con la cabeza, levantó su mano derecha y la moneda estaba en el lado del sello, con el grabado de un valis rodeado por laureles.

Ottar asintió, se dio la vuelta y miró al centro de la arena. En cuanto avance un par de metros, se levantaría el jefe de piso. Un esqueleto gigante de color negro, con uniones rojas y brillo ígneo en sus cuencas vacías. Ottar comenzó a caminar a paso lento, cargando el ultra espadón sobre su hombro derecho.

-¿Estás seguro de esto?- preguntó Viggo cruzándose de brazos y mirando a Ottar avanzar al centro de la tierra baldía.

-Estoy seguro, tú solo mira-

Viggo soltó un bufido lleno de desdén y respondió -Como quieras-

Ottar mostro una pequeña sonrisa, continúo caminando, solo escuchando el roce de sus pies sobre la tierra. A los pocos metros de andar se comenzó a sentir un ligero temblor en el área. A cien metros por delante se levantó de la tierra una mano izquierda hecha de huesos negros como si algo que debería estar muerto, se levantara para reclamar las vidas. La enorme mano debe haber medido diez metros desde la muñeca a la punta de los dedos. Después de levantar la mano siguió el antebrazo de hueso negro, el codo con un brillo ígneo y el resto del brazo hasta el hombro. Después de desenterrarse, el brazo cayó sobre la tierra generando una gran polvareda, pero no se detuvo. Después emergió la otra mano y también cayó generando más polvareda. Sin embargo, las manos se posicionaron para hacer fuerza, como si algo bajo la tierra se estuviera ayudando de sus manospara emerger. Poco a poco emergieron unos largos cuernos negros, un cráneo con forma humana, el cuello, las costillas, hasta que todo el torso del gran jefe de piso quedó a la vista. Cuarenta metros de alto, cuerpo de hueso negro y uniones brillando como si fueran esferas con un brillo ígneo. Ojos vacíos, pero con una luz roja que atemorizaba el corazón.

Ottar sonrió intrépido y se lanzó a correr sosteniendo su ultra espadón con las dos manos. Sin embargo, tuvo que saltar hacia un lado cuando un montón estalactitas negras del tamaño de un adulto emergieron desde el suelo. Ottar continúo corriendo por el lado, pero las estalactitas negras comenzaron a aparecer en su camino, evitando que él se acercara demasiado a Udaeus. Ottar evito ser empalado varias veces y continúo avanzando hasta que logro llegar a una distancia considerable y saltar a la cabeza del monstruo. Sin embargo, el esqueleto gigante levantó su mano derecha y lo aplasto. Ottar quedó bajo los huesos negros, soltó su ultra espadón e hizo fuerza con sus manos para evitar ser aplastado. De repente escucho el vuelo de algo cortando el aire y un tañido metálico de algo golpeando algo muy duro.

-Maldito Viggo- grito Ottar desde debajo de la mano de Udaeus -te dije que podía solo, no te metas en mi pelea-

-¿En serio puedes solo?- grito Viggo levantando su mano para que el hacha Leviatán volviera a su mano

-Puedo solo- grito Ottar furioso -saca tu trasero de aquí-

Viggo soltó una risita, atrapo el hacha leviatán y dio un largo salto hacia atrás para evitar las estalactitas negras que emergían desde el suelo, como una contramedida de Udaeus para que Viggo no volviera a lanzar su hacha y lo golpeara de nuevo en el cráneo. Un solo golpe del hacha Leviatán imbuida en hielo le había dejado una ligera capa de hielo sobre la superficie.

Al mismo tiempo, Ottar comenzó a incrementar el volumen de sus músculos y de un solo movimiento empujo la enorme mano huesuda de Udaeus hacia arriba. Entonces rodo hacia un lado junto con su ultra espadón y la mano volvió a caer donde él había estado.

Ottar se levantó del suelo, le dio una breve mirada a Udaeus quien lo miraba con ese brillo rojo en las cuencas de esa calavera negra que tenía por cabeza. Después miró hacia atrás y vio a Viggo sosteniendo su hacha sobre el hombro derecho. Ottar frunció el ceño y corrió con todas sus fuerzas hacia adelante. Udaeus de nuevo comenzó a levantar un muro defensivo de estalactitas negras que se extendían hasta Ottar y lo perseguían para empalarlo. Ottar continúo saltando hacia los lados para evitar el ataque y continúo corriendo. Entonces entendió que Udaeus necesitaba empezar el ataque de las estalactitas por debajo de su torso para que se extendiera en una dirección. Cada vez que fallaba tenía que empezar un nuevo ataque desplegando así un sinfín de murallas de estalactitas que emergían desde el suelo.

Ottar logro llegar cerca de Udaeus, el monstruo esqueleto levantó su enorme mano izquierda e intento aplastarlo, pero Ottar saltó hacia un lado y esquivo por un pequeño margen. Al mismo tiempo, Ottar vio la oportunidad, apretó el agarre sobre su ultra espadón y lanzó un corte a la muñeca. Udaeus perdió su mano izquierda, pero no se detuvo y volvió a lanzar otro manotazo de frente con su mano derecha. Ottar se sintió abrumado por el tamaño de la mano, pero frunció el ceño y coloco su ultra espadón por delante para aguantar el impacto. Udaeus choco la palma y empujo a Ottar por un par de metros mientras este último resistía y lanzaba un grito de furia. El avance de la mano de Udaeus se detuvo y Ottar aguanto la presión. Entonces vio que todo se oscurecía y miró hacia arriba. Los enormes dedos de Udaeus se cerraban, lo más probable que para atraparlo dentro de su mano. Ottar soltó otro grito de furia, empujo hacia adelante con todas sus fuerzas e hizo retroceder la mano de Udaeus. Sin embargo, el ataque no se detuvo y el monstruo volvió a lanzar su ataque de estalactitas negras desde la tierra, buscando empalar a Ottar.

Ottar esquivo hacia la derecha, dio un salto hacia adelante y cuando cayó en el suelo, volvió a correr. Udaeus cerró su mano derecha, formando un puño de huesos negros y lanzó un puñetazo para aplastar a Ottar. Este último saltó por encima del puño, soltó un grito de furia mientras sostenía su ultra espadón con ambas manos y al caer a la altura del codo, lanzó un poderoso corte que destrozo la unión con el antebrazo.

Udeaus estaba acabado, solo le quedaba su habilidad de crear estalactitas, las cuales serían inútiles contra Ottar, ya sea porque las podía esquivar o saltar sobre ellas.

Diez minutos después, Ottar sostenía el enorme cristal purpura de Udaeus en su mano derecha y se lo mostraba a Viggo para demostrarle que no necesitaba su ayuda.

-Déjame ver, no seas tacaño- le dijo Viggo con una sonrisa en los labios. Ottar se lo lanzó y Viggo lo atrapo en su mano derecha. Viggo lo examino por todos lados, su pureza y brillo eran increíbles. Después miró a Ottar y se lo lanzó de vuelta. Ottar lo atrapo y lo guardo dentro del anillo que le había regalado Kain. Él sonrió, se acarició la mano derecha, sobre el anillo y se sintió feliz. Después miró su ultra espadón clavado en la tierra, acercó su mano derecha al mango y lo desclavo del suelo para después ponerlo sobre su hombro derecho.

-¿Continuamos?- preguntó Ottar

-Claro que tenemos que continuar- dijo Viggo -pero cierta persona debilucha nos hizo demorar, todo porque no podía con un montón de huesos-

Viggo comenzó a caminar por delante mientras sonreía y Ottar lo seguía con el ceño fruncido.

-Sabes que era difícil- dijo Ottar enojado -no hables como si cualquiera lo hubiera podido hacer-

-Yo lo hubiera hecho en menos tiempo-

-Solo porque papá te regalo esas armas, es trampa, no tienes habilidad-

-¿Apostamos?- preguntó Viggo sin detenerse

-¿De qué manera?- preguntó Ottar

-Lo venzo con mis manos desnudas-

-Vamos Viggo, deja de creerte el mejor, pensé que los años te habían vuelto inteligente. Sabes que no es posible, bueno, si es posible, pero es imposible que lo vezas antes que yo. Eres un engreído, Viggo llorón-

Viggo se detuvo y se dio la vuelta mientras sonreía -por eso es una apuesta, cabeza hueca. Para hacerlo interesante, la próxima vez solo con los puños ¿Qué tal?-

-Mmmmmmmmmm, estás bien- dijo Ottar -si tú lo haces, yo también puedo-

-Ese es el espíritu- dijo Viggo soltando una risita y caminando por delante -esto va a ser divertido, me pregunto cuántas veces serás aplastado por esa cosa-

-Habla por ti, tú eres el que primero tiene que vencerlo con los puños-

-No te preocupes por mí, yo lo haré-

-Ahí vamos de nuevo, Viggo jamás madurara-

-Mira quien habla, Ottar, el hijito de papá. Solo te falto darle un beso al anillo que te regalo papá-

-Cállate idiota, es lógico que uno atesore las cosas que te regalan tus padres-

-Lo que digas, Ottar hijito de papá-

-Cállate, pies de queso-

-Pedorro-

Viggo y Ottar continuaron caminando hasta llegar al centro de la arena, donde había un enorme agujero con una escalera de caracol que descendía a las oscuras profundidades.

-¿Habías ido más lejos que esto?- preguntó Viggo mirando por el abismo hacia abajo

-No, incluso ya estoy más lejos de lo que había ido anteriormente- dijo Ottar, también mirando con curiosidad el abismo

Viggo miró a Ottar a su lado e hizo una sonrisa maliciosa -deberías tener cuidado con las alturas- dijo y le dio una palmada en la espalda. Ottar quien ya sostenía su ultra espadón sobre su hombro derecho, perdió el equilibrio y se tambaleo hacia adelante. Soltó un grito del susto y se cayó hacia atrás, sentado sobre la superficie de roca sólida.

-Maldito Viggo- grito Ottar -casi me matas de un susto, si lo vuelves a hacer te matare-

-Jajajajajajajaja- rio Viggo y dijo -también me dio miedo la primera vez que me enfrente a una caída semejante, pero créeme, no morirás. Rosewisse ya me dejo caer desde una altura superior ¿Lo quieres intentar?-

Ottar se levantó del suelo más curioso que enojado y preguntó -¿Hablas en serio?-

-Sí, al principio, cuando Rosewisse me llevaba a volar, ella se divertía asustándome con ligeros movimientos, pero poco a poco me fui acostumbrando. Entonces un día probe y con ayuda de ella, me lance de una altura superior ¿Qué pasa? ¿Te da miedo?-

-Yo…- dijo Ottar agachando la mirada, con una clara preocupación en sus ojos

-Está bien, está bien- dijo Viggo, dándole palmaditas en la espalda -también me daba miedo, pero con una buena capa de touki y la fuerza natural, demás que puedes soportar esta caída ¿Te animas?-

Ottar miró a Viggo con el ceño fruncido y le dijo -después de ti-

-Claro, no hay problema. No te preocupo, ando con todo lo necesario por si hay un accidente. Además, tengo una botella de Estus-

-También tengo una botella de Estus, pero no me gustaría ocuparla porque sí-

-Está bien, si pasa lo peor, ocuparemos mi botella. Bien ¿Vamos?- preguntó Viggo con una gran sonrisa

Ottar lo quedó mirando, pelo rojo hasta los hombros, ojos azules y sonrisa astuta. Odiaba esa sonrisa astuta, siempre significaban problemas, igual que cuando eran niños. Ottar asintió, guardo su ultra espadón en el anillo y asintió -después de ti- dijo

-Bien- respondió Viggo, activo el aura roja del touki y se acercó a la orilla de la escalera de caracol. Entonces miró las profundidades oscuras y se dejó caer.

Ottar se acercó a la orilla y miró a Viggo caer mientras su cabello rojo ondeaba contra el viento de la caída. Ottar tomo una profunda respiración, se concentró en su refuerzo mágico y dijo -si muero, te atormentare por siempre, Viggo- y se lanzó al vacío.

Nächstes Kapitel