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Orario ha perdido a sus campeones 2.214

Cuando Viggo, Semiramis y Scheherezade llegaron a la guild de aventureros las asesoras estaban trabajando a su máxima capacidad. Unas tomaban nota de todos los destrozos que ocurrieron en la ciudad. Otras realizando el papeleo de la defunción de los aventureros que se confirmaron sus identidades y otros tramites alusivos a lo que paso el día anterior.

Aina estaba sentada en un largo escritorio que habían puesto al final de la recepción del gremio, frente a las cacetas donde las asesoras cambiaban piedras de monstruos por valis. Ella estaba con la cabeza gacha sobre un gran legajo de papeles, revisando un papel y firmando lo que encontraba correcto. Al mismo tiempo, las otras asesoras apilaban manojos de documentos a los lados del escritorio formando torres de papel.

-Jefa, ya no queda espacio ¿Dónde dejo esto?- dijo una humana asesora de cabello castaño y vestida con la chaqueta de tela sin mangas y una blusa por debajo

Aina de cabello verde y orejas puntiagudas, levantó la mirada, miró su escritorio lleno de papeles y vio un espacio desocupado -ahí, déjalos ahí- dijo apuntando con la pluma en su mano derecha al sector vacío y volvió a agachar la mirada para concentrarse en los documentos.

Viggo, Semiramis y Scheherezade avanzaron mirando como las asesoras se movían de lado a lado pasándose documentos, revisando y pasando a otras asesoras de mayor rango hasta que los documentos llegaban a Aina. Nadie les puso atención y hubo un momento donde una asesora paso por al lado de Viggo, lo choco, pero ni siquiera le puso atención. Solo paso con una pila de documentos para entregárselos a otra asesora.

Viggo levantó la ceja en un gesto de confusión, pero continúo avanzando hasta el escritorio de Aina, se detuvo en frente con una pila de documentos que creaba un pequeño muro de treinta centímetros de altura.

-Deja los documentos ahí- dijo Aina apuntando con la pluma y sin apartar la mirada del documento.

-Soy yo, tía- dijo Viggo

Aina se asustó al escuchar a Viggo hablar con seriedad, su voz sonó gruesa y estricta. Ella levantó la mirada y vio a Viggo de cabello rojo y el torso desnudo. Detrás de él iban Semiramis de piel clara y cabello oscuro, junto a Scheherezade, de piel y cabello oscuro. Semiramis vestía un quitón negro con bordes dorados mientras Scheherezade utilizaba un quitón azul y un velo blanco semi transparente que le tapaba la mitad inferior de su rostro.

-Hola, Viggo- dijo Aina poniendo una sonrisa -no me asustes, estoy un poco ocupada-

-Lo siento, tía, no fue mi intensión- respondió Viggo -venimos por dos motivos. Yo quiero hablar con Uranos y Semiramis viene a realizar un trámite urgente, relacionado a la diosa Hera y sus negocios en Orario-

Aina soltó un largo suspiro -¿No puede ser en otro momento?- preguntó superada por la situación -estamos muy ocupadas-

-Lo siento, suegra- dijo Semiramis con una mirada seria -pero la dama Hera dijo que debía ser hoy-

-Ok, no hay nada que hacerle. Ven conmigo- dijo Aina -pero solo Viggo puede bajar a donde está el dios Uranos-

-Eso- dijo Viggo frunciendo el ceño, asintió y después miró a sus esposas. Semiramis y Scheherezade asintieron en señal de aceptación.

Aina se levantó de su asiento, llamando la atención de todas las asesoras y deteniendo el trabajo. Aina las quedó mirando y dijo -tengo un asunto que atender referente a la familia Hera. Sigan trabajando y a medida que vayan completando su trabajo, lo dejan en el escritorio. Las que tengan hijos que cuidar, hablen con sus familias y solo, solo, únicamente aquellas que no tengan nadie con quien dejarlos, pueden retirarse, el resto debe quedarse a ayudarme. Todo este papeleo no se hará solo-

Aina se dio la vuelta sin esperar respuesta y se preguntó cuántas de las treinta asesoras que tenía trabajando a plena capacidad, volverían a trabajar. Hoy ella no volvería a casa, pensó, así que tendría que utilizar a Viggo y enviar un mensaje.

Viggo, Semiramis y Scheherezade la siguieron de cerca. Las asesoras agacharon la cabeza y continuaron trabajando. Aina y compañía se perdieron por un largo pasillo hasta que llegaron a una puerta al fondo. Aina la abrió y encontró a una anciana sentada detrás de un escritorio junto a un hombre encapuchado. Aina entro, sostuvo la puerta y dejo entrar a Viggo, Semiramis y Scheherezade.

-Señor Fels- dijo Aina cerrando la puerta -Viggo viene a ver al dios Uranos, por favor ayúdelo-

-Sí, no te preocupes, el dios Uranos lo está esperando- dijo Fels con una voz extraña. Al menos, Viggo, Semiramis y Scheherezade nunca habían escuchado semejante tono de voz. Era como si él hablara a través de un cono de cristal y su voz hiciera eco.

Aina asintió y después miró a la anciana -señora Amanda, Semiramis y Scheherezade viene a realizar la posesión efectiva de los bienes y negocios otorgados por la diosa Hera-

La anciana de nombre Amanda, asintió en un gesto suave y le dijo -voy a necesitar tu ayuda-

-No se preocupe, para eso estoy aquí- dijo Aina

Viggo miró a Semiramis y Scheherezade -me voy, hablaremos en la casa- dijo -si terminan antes, pueden irse. Yo volveré a pie-

-Te esperaremos- dijo Semiramis

-Sí- añadió Scheherezade

Viggo asintió, camino hasta donde estaba el hombre con la capucha oscura y lo acompaño hasta una puerta a la derecha de la oficina. Ellos abrieron la puerta y vieron una gran habitación con unas escaleras de piedra que descendían en el subsuelo, a lo que parecía ser una gran biblioteca. Viggo paso, Fels cerró la puerta y después camino por delante. Viggo lo siguió de cerca, sintiendo una sensación extraña de Fels, similar a un draugrs. No en el aspecto de violento, hambriento o enojado con los vivos. Era extraño.

-Eres el primer semi dios que llega tan lejos- dijo Fels con esa voz tan extraña, como si vibrara y rebotara en un vidrio mientras bajaban las escaleras a la oscura biblioteca con nada más que unas pocas luces mágicas.

-¿A qué te refieres?- preguntó Viggo

-Eres el primero que mata a un dios en toda la historia de la humanidad-

Viggo no sabía que esperaba Fels al decir ese tipo de cosas, pero el solo sonrió y dijo -fue gracias a ustedes y al limitar la divinidad de los dioses en la tierra. Padre me advirtió que no sería tan fácil si los dioses estuvieran en su plena potencia ¿Cómo que de repente me dan ganas de obtener más divinidades?-

Fels se detuvo, Viggo también. Fels se dio la vuelta y miró a Viggo con un rostro cubierto por las tinieblas que producían la capucha y la poca iluminación de la biblioteca. Viggo solo sonreía de forma burlesca, esperando a ver qué era lo que tenía que decir. Sin embargo, de forma aburrida, Fels solo se dio la vuelta y continúo caminando.

Viggo siguió a Fels y le dijo -no sé qué esperas diciéndome esas cosas, pero no me arrepiento. Todos ustedes ven a los dioses como algo intocable, pero para mí son como el resto de las personas. Si son una molestia, producen desgracia y viven como parásitos, lo más lógico es deshacerse de ellos. Castigarlos de alguna manera. Sin embargo, aquí están ustedes, protegiendo a Zeus desde hace cientos de años. Si no fuera por mi padre, jamás se hubiera limitado su estupidez. Me pregunto si mi padre no hubiera venido a Orario ¿todo seguiría igual? Vi los resultados de mantener a tal dios vivo y no creo que haya sido la mejor elección-

Fels se limitó a caminar sin responder. Viggo lo siguió a través de la biblioteca, pero después unos minutos lo ignoro, pensando que, como la mayoría de los lacayos de los dioses, no tendría una opinión propia o solo quería mantener el estatus de la sociedad para que todo continuara igual.

Al final de la biblioteca oscura, iluminada por algunas piedras de monstruos en luminarias que colgaban del techo, Viggo vio un trono elevado con una escalinata de diez peldaños. A los lados del trono había cuatro antorchas de dos metros cada una, con fuego en la parte superior. En el trono estaba sentado un anciano cubierto por una capucha, con ambas manos apoyadas en los reposabrazos.

Fels y Viggo se detuvieron a cuatro metros de la escalinata. Viggo espero que lo presentaran, pero Fels se quedó callado y Viggo hablo -soy Viggo Dragonroad, mucho gusto dios Uranos. Aquel al que mi padre llama el gran espía-

-Tú padre no tiene un buen sentido del humor- respondió Uranos -espero que no te vuelvas como él-

-No, ya ves- dijo Viggo alzando sus manos como si se mostrara a sí mismo en un escenario -yo mate un dios. No como mi padre que los ha tolerado y coexistido-

-No es para estar orgulloso- dijo Uranos

-Yo no lo veo de la misma manera- respondió Viggo bajando las manos y mirando a Uranos con un brillo asesino en la mirada. Tomo una profunda respiración y continuo -no he venido aquí para discutir lo que encuentras correcto y lo que no. Mi padre no tiene una buena opinión de ti y yo tampoco. Se supone que administras la coexistencia de los dioses y de los humanos, pero permites que criaturas como Zeus ronden a sus anchas, ensuciando y dañando al mundo-

-Todas las cosas son parte de un ciclo superior. Una estrella solo es un punto luminoso en el cielo- dijo Uranos -lo mismo tú y yo, Viggo Dragonroad. Tú movimiento contra el dios Zeus no daña el ciclo natural del mundo. Solo se alteró un poco, pero todo sigue igual. Nos dirigimos a la misma dirección, pero el resultado ha cambiado. Bueno, ha cambiado desde que naciste en este mundo-

-Como tú dices, soy uno más, no me siento mejor que los otros. Incluso, puede que sea un poco más tonto que la mayoría. Nací como un semi dios y eso afecto mi juicio y mi comportamiento. Si no fuera por el juicio acertado de mi padre y mi madre al enviarme a entrenar a otro lugar, podría haber crecido como un parasito como Zeus-

-Pero cambiaste- dijo Uranos con una pequeña sonrisa astuta -y ahora guías el destino de esta ciudad y del mundo en otra dirección-

-El destino es solo la suma de las acciones que hacemos en el presente. Seguiré haciendo cosas, seguiré mejorando y volviéndome más fuerte. No me detendré hasta alcanzar el mejor resultado posible-

-Entiendo, esos es lo que se esperaría de un dios- dijo Uranos alzando la voz, pero miró a Viggo con un filo asesino -pero no se te permite tomar otra divinidad. Eres joven y no lo entiendes, pero sobre mí y tú padre, hay existencias superiores. Solo se te permitió tomar la divinidad de Zeus porque tomaste su lugar y el cambió en el mundo no fue drástico, pero ninguno más-

-¿O qué?- preguntó Viggo

-Tú no serás capaz de afrontar las consecuencias, como ahora. Otro debe pagar por ti un precio y tú lugar-

-¿Qué quieres decir?- preguntó Viggo confundido

-No soy adecuado para responder esa pregunta, pero lo entenderás cuando no encuentres a esa persona. Fue el intercambio por la divinidad que tomaste. Haz un correcto uso de ella-

-No estás diciendo nada- respondió Viggo con desdén -esto…-

-¿Cuáles eran tus preguntas?- preguntó Uranos, interrumpiendo a Viggo

Viggo quedó mirando a Uranos y le dijo -ya las respondiste, necesitaba saber porque se me permitió consumir una divinidad sin repercusiones. Tú dijiste que no afecto el estado del mundo-

-Sí, la energía sigue ahí y el proceso que queda solo pertenece a los que quedan vivos. Buena suerte, futuro rey de los dioses. Sin embargo, yo me preguntó ¿A qué dioses gobernaras?- entonces Uranos soltó una risita profunda que reverbero por toda la biblioteca.

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