Dentro del círculo de protección alrededor de la choza de Faye y Atreus, todo era tranquilo, las bestias como lobos y osos eran inexistentes. No se veían draugrs, ogros ni trolls, tampoco esos pájaros espectrales.
Viggo estuvo una semana acompañando a Faye y Atreus. Este último fue muy feliz, después de todo, tuvo alguien diferente de su madre con quien conversar. Además, Viggo trajo dulces, comidas, juguetes y ropas para él y su familia. Todo fue felicidad hasta que después de cuatro días de estar comiendo dulces y chocolates sin control, Atreus se enfermó del estómago. Por su parte, Viggo tuvo que cuidar a él y a Faye durante los siguientes tres días. Una vez que al octavo día Atreus se recuperó y se levantó de la cama, Viggo se despidió de ellos. Atreus estaba triste, pero sabiendo que venía a entrenar y no a jugar, solo sonrió.
Ahora Viggo caminaba fuera del círculo de protección del bosque de Faye con el arco en la mano y la aljaba con flechas colgando de su espalda. A medida que el ascendía por las montañas, la ventisca era mucho más fría mientras los bosques se cubrían de nieve. El cielo estaba semi despejado y había dejado de nevar hace solo medio día. No había indicios de bestias ni de los pájaros espectrales, pero Viggo mantenía la guardia alta. Algo había pasado en las montañas que, aunque siendo plena primavera, el clima se había vuelto más severo. Eso a su vez, hacia a los animales más competitivos, hambrientos y agresivos.
Viggo llegó a una meseta entre medio de las montañas. El terreno se extendía por varios kilómetros, cubierto por varias hectáreas de enormes pinos cubiertos de nieve. El lugar tenía una presencia intimidante, como si hubiera un terrible monstruo oculto dentro del bosque. Viggo sonrió, ya que este sentimiento era un gran indicador; había una gran posibilidad que fuera su maestro. Viggo soltó una risita y se adentró en el bosque de enormes pinos cubiertos de nieve.
Por el follaje y altura de los árboles, apenas si entraba la luz del día. Todo se mantenía en completa calma mientras las ventiscas pasaban meciendo las ramas de los árboles y haciéndolos crujir. Viggo avanzaba a paso lento, mirando los árboles y arbusto y manteniendo una vigilancia de por lo menos, cien metros por delante de él. No se veían animales de ningún tipo o huellas, parece que la bestia en el centro del bosque se había comido a todos y a su vez, ningún animal se atrevía a acercarse.
Viggo siguió avanzando por el bosque hasta llegar al centro y vio a un hombre sentado sobre un largo tronco. Por la calva y el tatuaje rojo, Viggo supuso que debió ser Kratos. Al mismo tiempo, el hombre sentado en el tronco volteó su rostro, vio a Viggo a lo lejos y volvió a mirar la hoguera por delante de él.
Viggo avanzó hasta llegar a unos cinco metros de Kratos y dijo -maestro, me acuerdo de que te gustaba sentarte delante de una buena fogata. Pero no recordaba que te gustará tanto la soledad-
Viggo solo escucho un gruñido y camino al otro lado de la hoguera que Kratos miraba. Alrededor del fuego Kratos había clavados varias ramas con gruesos trozos de carne. Viggo sonrió, se sentó en el suelo de tierra oscura y miró a su maestro iluminado por la luz de la hoguera. Su rostro seguía manteniendo esa expresión de pocos amigos; mirada severa, boca en forma de "n", la espesa barba que lo hacía ver aún más serio y su gran porte que lo hacía ver imponente.
-La edad no le ayudo a tu cerebro a madurar- dijo Kratos con su voz gruesa y poderosa.
Atreus podía decir que la voz de Viggo estaba irreconocible, pero ahora que Viggo había madurado, admiraba la voz de Kratos, parecía la voz de un verdadero general. Las primeras impresiones marcan mucho a las personas que te conocen. Viggo se preguntó cómo responderían los nobles que van a la Joyería de Hera si lo escucharan hablar como su maestro. A lo mejor huirían aterrorizados.
-La edad me ayudo a tomarme menos en serio y a reírme de los problemas- dijo Viggo con una sonrisa astuta
Kratos levantó su vista y lo miró a los ojos por un momento. Después volvió a mirar la hoguera y asintió.
-¿Qué quieres, muchacho?- pregunto Kratos
-Vengo a continuar mi entrenamiento-
-Ya te enseñé suficiente- dijo Kratos -dile al viejo monstruo que no pruebe mi paciencia-
Viggo solo sonrió, porque pensó que Kratos solo estaba deprimido por los problemas o más bien, su "influencia" sobre la salud de Atreus. En estos momentos Kratos parecía un ermitaño que lucharía por su vida, pero que no sabía hacia donde se dirigía.
-Ya que no quieres entrenarme ¿Por qué no hablas de tus vivencias?-
-Muchacho- murmuro Kratos con un brillo violento en su mirada
-El abuelo dijo que le quitaste su orden al mundo- continuo Viggo con una gran sonrisa en los labios mientras escuchaba a Kratos murmurar que se dejará de molestar. Viggo continuo -he sentido la ira fluir a través de mis deseos de lucha. Entonces me pregunte ¿En qué tipo de locura caíste?-
Kratos levantó su rostro y miró a Viggo con severidad. Sin embargo, Viggo solo sonrió y continuo -no te tengo miedo, no soy Atreus, no soy un niño. He entrenado, he superado la prueba del mundo de fuego y he aprendido muchas cosas. Es hora de devolverte el entrenamiento-
Kratos frunció el ceño y se puso de pie, Viggo también lo hizo. Ambos se miraron a los ojos, solo separaron por la hoguera entremedio de ellos. Viggo había crecido, pero todavía era un palmo más bajo que Kratos. Por otro lado, aunque Viggo había desarrollado sus músculos, ni siquiera se podían comparar con los de Kratos. Viggo sonrió pensando en que a lo mejor su maestro, solo con el musculo del cuello lo podría vencer.
-Pensé que viniste a luchar- dijo Kratos entrecerrando los ojos
-Ya te lo dije- respondió Viggo al mismo tiempo que su cuerpo se cubría del aura rojiza del touki -he madurado y he aprendido a tomarme menos en serio-
Viggo dio un saltó a una velocidad vertiginosa y de forma satisfactoria, lanzó un puñetazo que mando a Kratos a volar, chocando con los árboles y partiéndolos por la mitad.
-¿Qué pasa?- pregunto Viggo con una gran sonrisa -pensé que eras mi poderoso maestro, solo veo a un debilucho-
Kratos apoyo sus manos en el suelo y sacudió su cabeza. Después miró a Viggo y se puso de pie, lo miró durante un instante y como no respondía a las provocaciones, Viggo mostro una sonrisa cargada de ansias de luchar.
Viggo corrió a toda velocidad, llegó delante de Kratos y lanzó otro puñetazo a la cara. Sin embargo, está vez Kratos le atajo el puño con la mano.
-Eso está mejor- dijo Viggo lanzando otro puñetazo, el cual fue atajo por Kratos con su otra mano. Sin embargo, Viggo amplio su sonrisa y de un saltó, le dio un cabezazo en la frente. Kratos soltó ambas manos cubriéndose el rostro y retrocedió dos pasos. Viggo aprovecho de avanzar y propinarle un puñetazo en las costillas. Sin embargo, para Kratos fue como si nada y solo lo quedó mirando. Después lanzó un puñetazo, pero Viggo paso por debajo del puño y aprovecho de conectar otro puñetazo en las costillas. Kratos retrocedió otros dos pasos y miró a Viggo con cierta molestia. No odio, sino la mirada que le das a un niño que nunca se calla.
-Muchacho, deja de jugar- dijo Kratos en un tono serio
Viggo boto su guardia y enderezo su espalda -¿sabes?- dijo -mi padre también tiene sus discípulos y fue severo con ellos. Así que los muchachos me contaron que le devolvieron todo el castigo que recibieron durante años- Viggo dejo de sonreír y miró a Kratos con severidad -pienso hacer lo mismo-
Viggo se lanzó para taclear, pero Kratos reacciono rápido y le dio con ambos puños en la espalda. Viggo cayó al suelo soltando una bocanada de sangre, pero sintiendo el peligro sobre su espalda, rodo hacia la derecha y escucho un poderoso pisotón. Viggo se puso de pie y vio su maestro más molesto que nunca. Entonces Viggo recupero su sonrisa y pensó que tendría que tomárselo en serio, su maestro estaba molesto.
Kratos corrió, dio un salto hacia adelante y lanzó un poderoso puñetazo. Viggo levantó ambos antebrazos y se cubrió, pero el golpe fue tan fuerte que lo lanzó de espaldas contra el suelo. Viggo rodo, detuvo su movimiento y quedó de rodillas en el suelo. Volvió a salir más sangre de su boca y su sonrisa se había esfumado. Siempre supo que su maestro era fuerte, pero nunca lo pudo dimensionar. Él estaba muy por encima de la fuerza de un nivel siete, quizás era mucho más fuerte que Jasón y los otros niveles nueve. Quizá, era tan fuerte como su padre.
La furia de Viggo se encendió en su pecho como una llama inextinguible, dividiéndose en la furia y la pasión por la batalla. Viggo tomo una profunda respiración y se puso de pie, era el momento, este sentimiento a plenitud, euforia, alegría, furia y desesperación por vivir. Era todo lo que sintió cuando lucho con Ottar a su máxima capacidad. Viggo supo que era el momento de la verdad.
-Mas vale que luches en serio, viejo. De lo contrario, morirás- murmuro Viggo mirando a Kratos como si fuera su enemigo.
Kratos solo bufo hacia un lado y le dijo -ven-
Desde la meseta entre medio de las montañas se escuchaba el rugido de dos bestias que destruían un bosque. Los árboles crujían y se partían por la mitad sintiendo una furia devastadora. Era como si el bosque se hubiera transformado en la guarida de dos demonios que no podían terminar de luchar.
Una hora después, Viggo seguía luchando con Kratos, pero el daño se había acumulado. Aunque por fuera no se veía dañado, por dentro sus órganos internos estaban reventados. Viggo sabía que el touki no era omnipotente, pero estaba contento con el resultado. Kratos tenía la cara ensangrentada y varios cortes en el cuerpo.
Viggo sonrió una vez más y se lanzó a correr con la intención de taclear. Sin embargo, de lo cansado, sus movimientos se habían vuelto lentos y el touki se veía como una delgada línea de aura roja. Así que Kratos avanzó por el lado, le dio un puñetazo en las costillas, dos puñetazos a la cara y una fuerte patada en el abdomen que lo mando a volar. Viggo choco con un pino y lo partió por la mitad.
Viggo cayó al suelo jadeando y escupiendo sangre mientras trataba de levantar su rostro para mirar a Kratos. Entonces vio a Kratos cerrar sus ojos y apretar sus puños mientras soltaba un gruñido. Todas las heridas en su cuerpo se sanaron y parecía que nunca había luchado.
-Eso, es, trampa- murmuro Viggo en un estado de extremo cansancio y se desmayó.
Una hora más tarde, Viggo se despertó acostado en el suelo al lado de la fogata. Se sentía como si una montaña le aplastará el pecho. Tosió un poco y miró los alrededores en un estado extraviado. Los árboles se agitaban, las ramas crujían y se escuchaba el crepitar de la leña. Viggo volteó su rostro hacia la izquierda y vio la hoguera, le pareció muy brillante, pero con el tiempo la luz le fue incomodando menos y vio a su maestro sentado del otro lado.
-Pensé que uno no debía tener misericordia con los enemigos- dijo Viggo en voz baja mientras sonreía
-Solo eres un muchacho estúpido. Estás lejos de saber lo que es un verdadero enemigo, alguien al que odias con todas tus fuerzas- respondió Kratos mirando la hoguera -yo…-
Viggo lo miró acostado desde el suelo y pudo ver la tristeza en la mirada.
-Yo me perdí en la locura…- dijo Kratos