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Tendencias del alma 1.61

Los que hayan visto Fate Apocrypha y vieron el pasado de Semiramis entenderán después de este capítulo porque estos capítulos se llaman "Tendencias del alma". Tiene que ver con un cameo a la jugabilidad de demon soul, pero también a lo que desean los espíritus salvados por Kiara.

-o-

Viggo volvió al puerto y avanzo por la pasarela que conectaba el muelle con tierra firme. Al mismo tiempo, encontró diez cadáveres con una flecha clavada en la frente. Semiramis lo seguía de cerca, un tanto horrorizada por las grandes manchas de sangre que se extendían sobre la pasarela.

-¿Estamos bien?- pregunto Semiramis, dando miradas intermitentes hacia atrás para saber que nadie los estaba siguiendo

-Estamos bien, mi hermosa arquera bendecida por la misma Artemisa, liquido a estos tipos- dijo Viggo a gran voz -aunque es de noche, sus ojos son increíble y su puntería mejor-

-No son suficientes palabras de elogió- grito una muchacha desde el barco, su voz sonaba alegre

-La acción es mejor, amada mía- respondió Viggo con una gran sonrisa mientras cargaba en su mano izquierda el hacha y con la derecha sujetaba el gran cofre sobre su hombro derecho.

-Lo estoy esperando- respondió Sakura, se asomó por encima de la baranda de la cubierta y revelo una hermosa sonrisa. Al mismo tiempo, sostenía su arco con la mano izquierda y tenía una flecha en la derecha.

Viggo continúo avanzando hasta llegar al muelle. Camino hasta la rampla y la subió mientras esta temblaba por el peso de Viggo y del gran cofre con oro.

-¿Qué es eso, Viggo?- le pregunto Sakura

-Un cofre, con mucho oro- respondió Viggo una vez que llego a la cubierta -¿Estás sola?-

-Sí, yo iba a hacer la primera ronda por mientras que Scheherezade y Ana dormían. Entonces llegaron esos tipos caminando agazapados y portando espadas. Sentí sus malas intenciones, así que los mate-

-Lo hiciste bien-

Sakura sonrió y se acercó a Viggo para robarle un pequeño beso. Viggo al sentir los suaves labios, sonrió.

-Voy a ir a dejar esto al camarote-

-Entonces ve, yo seguiré cuidando la cubierta. Si pasa algo te avisare-

Viggo asintió y siguió caminando mientras Semiramis recién había llegado a la cubierta.

-¿Las cosas salieron mal?- pregunto Sakura

Semiramis miró a la joven de rostro angelical, después miró al muelle y diviso las sombras de los cadáveres a lo largo de la pasarela y volvió a mirar a Sakura. Le costaba creer que esta joven de apariencia tan dulce fuera capaz de matar a un hombre de un flechazo en la frente. Sin embargo, conociendo a Viggo, todo era posible.

-Sí, fue mal- respondió Semiramis en un tono serio -ten cuidado cuando dispares tus flechas de ahora en adelante. Nuestra tripulación va a volver y van a venir otras personas cargadas con telas y alfombras-

-Entiendo, tendré mucho cuidado-

-Gracias- dijo Semiramis, soltó un suspiro y avanzó a su camarote. Viggo había dejado su hacha tirada en el suelo, bajo el dintel. La puerta estaba abierta y se podía ver la luz de las velas en el interior. También se podía ver a Scheherezade y Ana levantándose de la cama para mirar lo que Viggo había traído. Este último bajo el cofre de su hombro y lo dejo en el suelo con extremo cuidado. Entonces lo abrió y las chicas exclamaron sorprendidas al ver tantas joyas.

Semiramis llegó a la puerta, avanzó por el camarote e ignoro a todo el mundo. Llego frente a su cama y se desplomo sobre el lado izquierdo.

Scheherezade capto el crujir de la cama y miró hacia atrás. Entonces dejo a Viggo y Ana mirando las joyas en el cofre. Avanzó hasta la cama y se acostó en contraposición a Semiramis. Ambas se vieron a la cara iluminada por la tenue luz de las velas.

-¿Te fue muy mal?- pregunto Scheherezade en un tono suave

-Muy mal- dijo Semiramis en un tono bajo, carente de cualquier energía o motivación -todo era una trampa para capturarte-

-Pero las cosas no funcionaron para el general ¿verdad?-

-Sí, Viggo arreglo todo en el mismo momento. Ahora solo hay que ver si tendremos que pagar un precio por matar al general o la otra parte tendrá que disculparse por tratar de capturarnos. Todo depende de cuan influyente sea Kiara-

Scheherezade miró a su amiga a los ojos y estiro su mano para tomarle la mano. Una vez que toco los finos dedos, sintió como si estos carecieran de cualquier calor. Entonces llevo la mano y la puso contra su pecho para que absorbiera calor. Al mismo tiempo, Semiramis miraba a Scheherezade y pensaba en las palabras que dijo el general. Por un lado, se sintió terrible al ser despreciada en pos de su amiga, pero por otra parte, se sintió afortunada de tenerla. Gracias a ella pudo llegar tan lejos, conocer a la reina hetera y también conocer a Viggo. Ahora, Semiramis se preguntaba si carecía de cualquier tipo de belleza ¿Acaso no había algún hombre que la deseara?

Semiramis sintió como si el calor volviera a su cuerpo y sus parpados comenzaron a descender poco a poco hasta caer dormida. Scheherezade al verla tan indefensa, se acercó y la abrazo. Después escucho unos pasos y miró hacia atrás. Entonces vio a Viggo avanzando en su dirección, con su largo cabello rojo meciéndose de lado a lado y su torso desnudo.

Viggo se acercó a la cama, tomo una frazada y arropo a Semiramis y Scheherezade.

-Descansa y acompáñala, han sido demasiadas emociones para una noche- susurro Viggo. Scheherezade asintió con una sonrisa en los labios. Viggo se agacho y le dio un tierno beso en los labios -yo me haré cargo del resto-

Scheherezade asintió y Viggo se apartó de ella. Una vez que Ana y Viggo salieron del camarote, Scheherezade miró a Semiramis quien dormía profundamente y la abrazo queriendo protegerla. Su amiga siempre era así, nerviosa, malhumorada y altanera, pero por dentro era una persona tan dulce y amable que pocas personas se lo podían imaginar. Cuando ella recién llego al harem, Semiramis ya llevaba dos años residiendo en el palacio. En ese momento era la prometida del príncipe y como este deseaba mantenerla solo para él, la aparto de la vida secular. En aquella época, Semiramis ya era una mujer de apariencia fría y carácter fuerte. Todas las chicas del harem la repelían y la madre del príncipe la dejo quedarse solo porque la familia de Semiramis era influyente.

Por otro lado, Scheherezade había sido considerada hábil y bonita, pero de familia humilde. Así que se le iba a educar para que fuera una sirvienta y después presentarla como regalo a algún noble. Ese era su destino, pero con la gracia natural y una voz más dulce que la miel, se supo ganar el corazón de la madre del príncipe.

De esa manera, dos niñas solitarias se conocieron y se hicieron amigas.

Media hora después, volvió la tripulación y una hora después, el líder de la ciudad trajo carros tirados por bueyes llenos de paquetes de finas telas y hermosas alfombras. Viggo ordeno a la tripulación que subieran las mercancías y las acomodaran en la bodega. Una vez que terminaran con su trabajo, podrían volver a dormir, pero con el compromiso de que tendrían que estar de vuelta en el barco con los primeros rayos del sol.

Toda la tarea se llevó a cabo de manera rápida y satisfactoria. Una vez que terminaron de colocar todo en la bodega, cerraron las compuertas y volvieron a su lugar de descanso. Por otro lado, Viggo, Sakura y Ana se fueron a dormir al camarote de Semiramis. Tiraron unas cuantas frazadas en el piso y durmieron abrazados.

Sin embargo, Viggo solo junto los parpados, pero estuvo pensando durante toda la noche en Semiramis y sus circunstancias. Era una mujer hermosa por fuera, pero a simple vista era demasiado testaruda. Se anticipaba a los problemas y por apurarse a veces generaba otros problemas. Inteligente, no cabe duda, pero demasiado ignorante del movimiento del mundo. Quiere hacer cosas y seguir las reglas, pero para el resto del mundo, las reglas son flexibles o quebrantables. Nada es estricto, menos si careces de poder o alguien influyente que te respalde. Entre las personas de renombre a través del mundo, el nombre de Kiara significa algo, pero qué hay de gente como el mercader de mármol en Atenas o el granjero de fibra de lino en la Élide. Kiara dijo que este viaje terminaría con grandes problemas, pero por alguna razón, Viggo duda de que se haya referido a la situación con el general persa.

Cuando los primeros rayos del sol entraron por las rendijas de ventilación del camarote, Viggo sintió unos pasos. Abrió los ojos y pudo ver a Sakura a su izquierda y Ana a su derecha. Ambas utilizando sus brazos como almohadas. Al mismo tiempo, miró hacia la cama y vio a Semiramis desnuda. Ella se acercó a un gran cofre donde guardaba sus ropas y se puso otro quitón de color negro y bordes dorados. Entonces cuando noto que ella se estaba dando la vuelta, cerró los ojos.

Semiramis le dio la espalda al cofre y vio a los tres acostados en una esquina del camarote. Vio a Viggo abrazando a lados muchachas y con una apariencia de estar profundamente dormido. Por alguna razón le molesto verlo tan complacido. Semiramis bufo indignada y camino hasta su cama para sentarse en el borde. Busco su peine en un mueble al lado de su cama y peino su largo cabello oscuro. Aunque había obtenido la tela y las alfombras, se sentía amarga por dentro. Furiosa con alguien, pero no sabía con quién. A lo mejor con el príncipe, a lo mejor con la actual esposa del príncipe, a lo mejor con Kiara, o con Viggo, o con esas muchachas espartanas. Estaba tan furiosa que comenzó a pasar su peine con más fuerza al punto de tirarse los cabellos y provocarse dolor. Pero de repente sintió una delgada mano sobre la de ella y se detuvo. Miró hacia atrás y vio Scheherezade. Podía ver la tristeza en los ojos verde esmeralda y en su expresión. Semiramis agacho la mirada con vergüenza y Scheherezade le quito el peine. Entonces Scheherezade comenzó a pasar el peine con suma delicadeza desde la mollera a la punta de los largos cabellos oscuros.

-No sé qué te esté pasando- dijo Scheherezade con voz suave y reconciliadora -pero no te desahogues contigo misma. Hacerte daño no te quitara el enojo ni te ayudara a resolver tus problemas-

-Lo sé- respondió Semiramis con voz deprimida

-Ni siquiera sé para qué quieres todas estas cosas o para que quieres lograr tantos negocios, pero te seguiré a donde quiera que vayas. Somos amigas, salimos juntas de Persia y moriremos juntas. Eso acordamos ¿no?-

-Lo sé- dijo Semiramis con la cabeza gacha y una voz más pequeña

-Yo, mi abuela dijo cuando nací que era alguien que nació para ser amada. Cuando tuve raciocinio me dijeron estas palabras, pero yo desconocía a que se referían. Cuando me llevaron al harem pensé que a esto se referían. Sin embargo, cuando recibí al príncipe por primera vez no me sentí amada. Fue algo tan rudo que solo recuerdo haber quedado tendida en la cama con un gran dolor en la entrepierna. Todas ustedes decían que yo era afortunada porque el príncipe venía a mi dos veces al año y escupía su deseo en mi interior. Sin embargo, yo solo sentía la desdicha de estar viva ¿Acaso a eso se refería mi abuela cuando decía que nací para ser amada? Amada por otros ¿pero qué hay de mí y mis sentimientos? ¿Acaso no puedo elegir?...-

Semiramis se quedó con la vista perdida escuchando todas las vivencias que le contó su amiga mientras ella la peinaba. Después recordó como el príncipe acaparo a Scheherezade y ahora que estaba libre, el general la quería atrapar. Cada hombre que conocía Scheherezade la quería retener, pero qué había de sus sentimientos. De que servía vivir, pulirse y existir por el bien de otro si eras infeliz. Al final, su enojo con su amiga era su incapacidad de aceptar que el mundo no estaba a sus pies. Incluso si nació en cuna de oro, si fue educada y enseña para convertirse algún día en la reina de toda Persia, había gente mejor que ella. También gente que sufría más que ella.

En estos momentos ambas eran mujeres que podían ir a donde quisieran, pero a pesar de que seguían haciendo un montón de negocios, Semiramis ignoraba para que lo hacía. A lo mejor, para justificar la protección de Kiara o volverse tan influyente como ella y algún día reclamar la cabeza de aquel príncipe. Independiente de cuál era la razón, Semiramis era infeliz en estos momentos y se sentía vacía. Entonces recordó la primera conversación que tuvo con Kiara.

"-¿Seguirás los deseos de tu alma?- pregunto Kiara"

"-No sé a qué te refieres- respondió Semiramis aquella vez"

"-Niña, no te hagas la tonta. Sabes a que me refiero, te gustaría tener unos cuantos animales venenosos, extraer la esencia de la muerte de sus aguijones y esparcirlo por toda Persia. Lo has soñado y deseado durante meses, sino años. Anhelas ver una montaña de cadáveres repartidos por toda Persia, solo por aquel trato que te dio un príncipe. Ahora, la pregunta es ¿Vas a sucumbir a tus deseos y seguirás tu destino, o tomaras un nuevo camino"?

Entonces, una vez que Scheherezade termino de peinarla, la abrazo con la calidez de una hermana mayor. Semiramis aún seguía perdida en sus pensamientos. Así que ni siquiera supo cómo reaccionar ante tal muestra de cariño. Después se puso en pie y salió del camarote. A su derecha se elevaba el sol por encima de las montañas mientras la brisa helada que provenía del mar abierto le quitaba cualquier sentimiento a sueño que pudiera tener. Camino hacia su derecha, subió los escalones hasta la plataforma y miró hacia el sur, con dirección al mar.

Desde la cubierta todos los marineros detuvieron sus preparaciones para zarpar y la quedaron mirando. Todos recordaban a Semiramis hermosa, delgada, tentadora, de mirada altanera y labios seductores. Sin embargo, aun iluminada por la luz del sol de la mañana, parecía tan fría y oscura como las profundidades del océano. Parecía que estaba sola en el mundo y nadie ni nada la podía apartar de esa soledad en toda la vida.

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