Sakura, Ana y Viggo estaban a las orillas de una alberca en un día soleado. Un cobertizo de madera con largas enredaderas de hojas verdes y flores purpuras los protegían del sol. Los tres estaban sentados alrededor de una mesa cuadrada mientras disfrutaban de una amena conversación.
El día de ayer salieron de Laconia-Esparta con rumbo a la isla que les menciono Kiara, en Beocia. Por la noche llegaron Corintio y Viggo, al igual que otras veces, ocupo la casa que Kiara le había pasado para descansar de sus viajes. Por la mañana se habían levantado para ir a conocer la ciudad, ya que Sakura y Ana habían pasado toda su vida en Laconia. Primero en su pueblo natal y después en lo que antes era el templo quemado de Apolo.
Por la mañana fueron al templo de Apolo, en medio la ciudad de Corintio que era 10 veces más grande que el que había en Laconia-Esparta. La estatua de Apolo estaba puesta al fondo del templo, sobre una base de mármol mientras la escultura estaba hecha de piedra caliza, con más de 10 metros de altura y con una serpiente de oro enrollada alrededor de su cuerpo. La figura de Apolo era la de un joven escultural en una pose de combate. Se podía ver la ferocidad y la dignidad en la mirada. Como si le estuviera diciendo a la serpiente de oro que jamás lo vencería.
Después de eso, fueron a dar una vuelta por la ciudad, mirando los mercados y las grandes casas de los distinguidos comerciantes y políticos que se las podían permitir. Corintio era la cuna de las heteras, además de un puerto de conexión con otras tierras, pero también de la prostitución. Sin embargo, como las heteras tenían una reputación que mantener, incluso las prostitutas comunes que te podías encontrar en la calle eran hermosas y educadas.
Una vez que terminaron su paseo, fueron a la alberca de las heteras. Un lugar a 100 metros del templo de Apolo, en el centro de la ciudad. El lugar era elegante, y sobre todo exclusivo, una palabra que amaban las heteras. Ya que solo las heteras podían ir con uno o dos acompañantes como máximo. La alberca medía 40 metros cuadrados, de un metro de profundidad y construida con hermosa piedra caliza. El agua era alimentada por una vertiente subterránea y tenía su propio acueducto para que fluyera y jamás se estancara. Por ende, el agua se veía cristalina y reflejaba la luz del sol.
Por otro lado, la mesa en la que estaban sentados estaba hecha de madera clara, con sus hermosas vetas a la vista. Al mismo tiempo, toda la superficie estaba cubierta de varios cuencos con diferentes tipos de comida y copas de vino. Viggo estaba mirando de frente a la alberca, mientras Ana estaba a su derecha y Sakura a su izquierda.
Sakura llevó la copa en su mano derecha a sus labios. Entonces le dio una breve miraba a Viggo mientras bebía vino y pensó en las palabras que le dijo Kiara a ella y a su hermana antes de irse de Laconia-Esparta.
-"Van a ir con Viggo, pero de ningún modo van a luchar con lo que haya en esa isla en Beocia. Es demasiado fuerte para ustedes, incluso para los mejores soldados y misthios de todas las naciones"- dijo Kiara. En ese momento estaban las tres en su habitación mientras Viggo preparaba los caballos.
-"Pero, maestra- dijo Ana confundida -¿De qué sirve ir en ese caso?"-
-"Para que lo acompañes y lo conozcas mejor. Ahora estas con todo el amor y parecen que tiene la cabeza en las nubes. Y me refiero a los tres"-
Eso fue super vergonzoso, recordó Sakura, sintiendo que sus mejillas se prendían como si tuviera fuego en la cara. Miró hacia la alberca con el agua en calma y sonrió. Kiara tenía sus razones para haber dicho eso, pensó. Después de todo, durante la última semana lo estuvieron haciendo sin medida ni mesura. Donde Viggo las abrazara, lo hacían. Ya sea cuando estaban cocinando, limpiando la mesa o en el pasillo. Él las besaba, ellas se calentaban y terminaban haciéndolo hasta acabar. Kiara los tuvo que regañar en varias ocasiones. Sakura soltó una risita divertida mientras ponía una gran sonrisa, de solo recordarlo.
-¿De qué te ríes hermana?- pregunto Ana, sentada al otro lado de la mesa.
-Nada- le dijo Sakura con una gran sonrisa. Ana negó y siguió comiendo. Por otro lado, Sakura tomo otro sorbo de su copa y miró a Viggo, quien estaba sentado a su lado con una costilla de cerco asado entre sus manos. Su largo cabello rojo caía hasta sus hombros, con el torso al desnudo y los músculos marcados. El cinturón con la cabeza de león en la parte frontal le daban un aire heroico. Por otro lado, sus finos rasgos y sus hermosos ojos azules lo hacían ver demasiado atractivo a los ojos de Sakura. Después de un tiempo, miró de nuevo a la alberca y sonrió pensando en lo que dijo Kiara.
-"Es necesario que pasen tiempo juntos para que conozcan ese lado que Viggo solo muestra fuera de la seguridad de la casa- dijo Kiara con seriedad -Viggo se comporta de una manera aquí, pero cuando va a realizar su trabajo de Misthios actúa de otra manera. Sobre todo, quiero que lo vean luchar"-
-"¿Por qué?"- pregunto Sakura en ese momento
-"Viggo, es un guerrero"-
-"Perdone, maestra- respondió Sakura con una actitud indignada -podemos haber sido entregadas a usted jóvenes y ser sus aprendices, pero todavía somos hijas de Esparta. Que Viggo sea un gran guerrero es un alivio para nosotras. A ninguna mujer de Esparta le gustaría un hombre debilucho"-
-"No lo entiendes- dijo Kiara negando con la cabeza -solo una vez que lo veas lo entenderás. Viggo puede dar mucho miedo cuando se pone serio. Él ya es severo cuando se enfrenta a los piratas que tratan de asaltar a Semiramis. Ahora que enfrentara a un oponente de su talla revelara su verdadera naturaleza. Lo único que les puedo pedir es que una vez que lo vean en su estado natural, no se asusten"-
Sakura tomo una profunda respiración y susurro mientras miraba la alberca -¿Qué clase de enemigo será?-
-¿Qué cosa?- pregunto Viggo a su lado aun con la costilla de cerdo en las manos
-Nada, querido- dijo Sakura con una sonrisa
-Puedes llamarme como lo hacemos siempre- dijo Viggo con una sonrisa
Sakura se acercó a él y le susurro al oído -has tomado todo de mí, no te pienso dejar libre-. Después le mordió el lóbulo de la oreja y se apartó de Viggo riendo como un hada traviesa.
Viggo negó con una sonrisa y dejo la costilla sin carne en el plato. Después tomo un paño y se limpió las manos. Al mismo tiempo, Ana le daba pequeñas miradas tímidas mientras sus mejillas estaban ruborizadas. Viggo capto ese tímido movimiento. Se limpió el aceite de los labios y se acercó a Ana para darle un cariñoso beso en la mejilla. Ana reacciono agachando la mirada y ruborizándose. Diferente de su hermana, a ella le costaba tener esas acciones en un lugar público.
En el pasillo donde estaban almorzando a la orilla de la alberca, solo estaban ellos. Pero al frente y a los lados de la alberca, en los otros pasillos, había otras personas. En su mayoría, heteras que venían a comer con sus amigas o acompañantes. Las más osadas se quitaban la ropa y se bañaban en el agua cristalina. En estos momentos la alberca estaba desocupada, pero en otras ocasiones, Viggo ha visto mujeres de prominentes atributos bañándose en la alberca y mostrado de todo.
En ese momento, una hermosa mujer de piel morena, vestida con una túnica de color naranja, avanzo por el pasillo. Se acercó a Viggo y le susurro algo al oído. Viggo sonrió y negó. La mujer asintió y se dio la vuelta para volver por donde vino.
Sakura miró a Viggo con seriedad y le pregunto -¿A que venía?-
-La hetera que administra la ciudad quiere hacer una fiesta para nosotros esta noche- respondió Viggo con una sonrisa -pero le dije que no. Ella solo quiere fastidiar a Kiara y ver si puede soltar mi lengua para que revele alguno de sus secretos-
-Bastante impertinente- dijo Sakura enojada
-Déjalo, es el pan de cada día. Las intrigas entre las heteras están a la orden del día, según Kiara. Hace muchos años hubo una disputa tan fuerte que atrajo la atención de todos los reinos vecinos y casi hay guerra-
-¿Cómo termino?-
-Los países se hicieron a un lado y las problemáticas heteras se convirtieron en esclavas de Kiara-
Sakura asintió como si estuviera conforme con tal castigo y continúo bebiendo de su copa.
Una hora después, avanzaron por las calles de Corintio mirando todos los tipos de vasijas, alfombras y adornos que le pudieran ofrecer. La tela, joyas y adornos eran los mejores de toda Grecia. Muy caros, casi inalcanzables para la mayoría de las mujeres. Pero las heteras, con sus grandes recursos y numerosos admiradores, se lo podían permitir.
Por su parte, Viggo camino con las chicas de regreso a su casa. Un lugar de dos pisos custodiado por guardias y limpiado cada cierto tiempo por sirvientes de Kiara. Una vez que Viggo y las chicas llegaron a las puertas, los guardias hicieron una reverencia y ellos les respondieron con un pequeño gesto.
Una vez que estuvieron dentro de la casa, las chicas avanzaron por un pasillo hasta la primera puerta a la derecha, la abrieron y entraron a una sala de estar. El piso estaba cubierto de alfombra de muro a muro. Las paredes estaban cubiertas de estantes de libros y en el centro de la habitación había un sillón alargado frente a un ventanal que tenía vista al jardín florido del frontis.
Ambas chicas se sacaron sus sandalias y caminaron sobre la esponjosa alfombra. Ambas parecían felices de solo sentir su suavidad. Viggo también se quitó las sandalias y camino por la alfombra. Ellas llegaron primero al sillón y se recostaron, una en cada esquina. Viggo fue hasta el medio del sillón y se sentó dejando escapar un suspiro. Se apoyo en el respaldo y echo al cabeza hacia atrás. Entonces cerró los ojos y descanso por un breve instante. Sin embargo, las chicas se acercaron y cada una tomo un brazo. Viggo abrió los ojos por un momento y levantó sus brazos, para después pasarlos por detrás de las espaldas y abrazarlas. Al mismo tiempo, ellas se acurrucaron en su pecho y cerraron los ojos. Viggo también los cerró y durmieron durante un rato, en el silencio de la gran casa de Corintio.
Viggo se despertó a la hora después, sintiendo una placentera sensación en su entrepierna. Abrió los ojos y vio a las dos muchachas arrodillas cerca de su entrepierna. Mientras Sakura lamía el glande, Ana besaba el tronco como si fuera algo sabroso.
Ana vio a Viggo despierto, así que dejo de besar el tronco y miró a su hermana -me toca- dijo
Sakura se apartó del glande y respondió -está bien, pero si no puedes con todo, déjame ayudarte-
-Mm- respondió Ana y asintió. Entonces tomo los tirantes de su vestido y los deslizo para que la túnica cayera hasta el suelo. Entonces se quitó la tela con la cual cubría su entrepierna y quedo totalmente desnuda.
Ana se sentó a horcajas en las piernas de Viggo y le dio un beso en los labios -déjamelo a mí, querido- dijo con una dulce voz. Viggo sonrió y le dio un beso de vuelta. Ana sonrió para Viggo y quiso introducir el pene en su interior de inmediato, pero le costaba.
-Espera- dijo Viggo tomándola de las nalgas y la sentó en el sillón. Ana lo miró con las mejillas ruborizadas. Viggo continuo -no te preocupes, déjame ayudarte y después lo hacemos-
Ana asintió y Viggo se acercó a la suave piel del estómago. Él la beso por encima del ombligo y bajo hasta llegar al monte de venus. Sin embargo, antes de que pudiera seguir bajando, Sakura le dio unos golpecitos en el hombro.
-¿Me enseñas?- pregunto Sakura con una sonrisa coqueta
-¡Hermana!- dijo Ana entre asustada y sorprendida.
Viggo sonrió y le tendió la mano. Sakura puso su mano sobre la de Viggo y él la acercó para que se sentara entre las piernas de Ana. Sin embargo, esta última se cubrió su entrepierna y miró a Viggo y Sakura enojada.
-No quiero- dijo Ana con los ojos llorosos
-Vamos, hermana- dijo Sakura con una sonrisa juguetona -nos conocemos todo, incluso te he visto el trasero mucho antes que Viggo-
Ana hizo un puchero y sus ojos se llenaron de lágrimas en una expresión tierna. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo, Viggo se acercó, pasado por al lado de Sakura, y se acostó sobre Ana para que sintiera una fracción de su peso y calor corporal. Ana vio esos grandes ojos azules que la miraban con amor.
-No quiero- dijo Ana agachando la mirada
-¿Por qué no?- pregunto Viggo
-Porque, porque, porque es obsceno-
-Hemos hecho cosas mucho más osadas-
-Sí, pero, pero-
-Confía en mi- dijo Viggo con una voz seductora.
Ana levantó su mirada y pudo ver el deseo en los ojos de Viggo. Después soltó un suspiro y murmuro -¿En qué nos estamos transformando?-
-En amantes- respondió Viggo y le dio un tierno beso. Ana solo sonrió y negó con la cabeza. Ya no le importaba lo que pudiera pasar, pensó. Por otro lado, Viggo bajo besando cada parte de su cuerpo. Ana se sintió inquieta por un instante, pero poco a poco se fue relajando.
Una vez que Viggo llego frente al triangulo de cabello purpura en el monte de venus, invito a Sakura y ella se sentó a su lado. Ana abrió sus piernas y las sostuvo desde los muslos formando una M. Viggo se acercó y le dio cariñosos besos en la parte interna de los muslos. Ana reacciono retorciendo su cadera. Después de eso, Viggo se hizo a un lado y dejo que Sakura hiciera lo mismo. Por alguna razón, Ana apretó trato de cerrar su entrepierna, pero Viggo le sujeto los muslos y negó con su cabeza. Entonces Ana sintió el suave beso de Sakura en sus muslos y soltó un gemido. Después de eso, Sakura se apartó y Viggo continúo estimulando a Ana. Entonces intercalaron posiciones con Sakura hasta que Ana empezó a jadear.
-Ahora viene el plato principal- dijo Viggo con una sonrisa. Llevo su boca a la vagina y comenzó a lamer los labios extendiendo su lengua al máximo. La sola sensación, húmeda y caliente, provoco que Ana arqueara su espalda y tratara de cerrar sus piernas. Sin embargo, Viggo ya estaba comiendo su vagina, así que todo siguió su curso. Después de un rato, Viggo se apartó de Ana para mirar a Sakura y preguntarle si quería intentarlo, pero ella estaba desnuda en el otro extremo del sillón. Se había quitado la ropa y estaba jugando con su vagina y sus senos.
Viggo negó y miró a Ana, que estaba acostada jadeando frente a él. Viggo condujo su pene a la pequeña abertura rosa y Ana estiro sus brazos para que él la abrazara. Viggo le dio un beso y se recostó sobre ella a medida que entraba…