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Buenos instintos 1.7

-Tuviste buenos instintos- dijo Kratos cuando cayó la noche. Estaban sentados él y Viggo frente a una fogata. Cinco grandes trozos de carne estaba pinchados en palos y cociéndose al calor de las llamas. Se podía oler el aroma de la grasa en el aire.

-¿Cuándo?- le pregunto Viggo como saliendo de sus pensamientos. Estaba algo atontado después de la experiencia de matar a un ser vivo.

-Cuando te diste cuenta que tu flecha no llegaría y decidiste acercarte. Fueron buenos instintos, pero te falto el conocimiento. Saber improvisar es un arte que no se debe usar constantemente. De lo contrario, se vuelve un mal habito-

-¿Disciplina?-

-Así es, te faltó disciplina. La disciplina es la combinación del conocimiento y el entrenamiento. El conocimiento viene de intentar saber cómo piensa tu oponente, por donde puede avanzar, como puede avanzar y anticiparte a su jugada. El entrenamiento viene de la practica constante de una habilidad. Todas estas cosas conforman el conocimiento idóneo para saber cazar. Si tienes que moverte más de un paso, es que te falta habilidad (entrenamiento) o estas mal posicionado (conocimiento)-

-Lo entiendo- dijo Viggo -pero es un tanto difícil mirar a un animal inocente y matarlo. Sería más fácil si fuera un animal feroz-

-¿Fácil? No sabes nada muchacho. Si hubieras estado cazando un oso o un león, al dispararle a la garganta no hubiera arrancado. Te hubiera atacado hasta matarte, aunque él hubiera muerto en el proceso. Nada es fácil, por otro lado, alégrate de esta parte de tu entrenamiento, es la más fácil-

Después de conversar durante un rato más, Viggo se acostó en el suelo y abrazo su espada mientras recordaba los grandes e inocentes ojos del venado.

-Maestro- dijo Viggo mirando como las últimas brazas de la hoguera emitían un brillo ígneo.

-¿Qué es, niño?- pregunto Kratos del otro lado de las brazas

-¿Es necesario luchar? ¿Es necesario matar?-

-Sí- respondió Kratos, se quedó callado durante un largo rato y continuo -la vida me ha enseñado que los recursos son limitados y lo que tú tienes, lo debe querer otro. Ese otro puede estar tan necesitado que estaría dispuesto a tomar las cosas de ti. Ya sea comida, oro, mujeres, armas, reinos o hasta tu vida para obtener otras cosas. Así que para proteger todo lo que amas en esta vida, tu única opción es luchar. Incluso las personas que no luchan con espadas, luchan con sus cuerpos, mentes o corazones. No hay ninguna diferencia entre la lucha de un comerciante, un guerrero, una prostituta o un dios. Todos están igual de desesperados por sobrevivir, y si hubiera una diferencia, solo sería la escala de destrucción-

-Entiendo-

-¿Realmente lo entiendes?-

Viggo se dio la vuelta y se quedó mirando el cielo estrellado. Guardo silencio durante un largo rato y después contesto -no maestro, no lo entiendo. Lo lamento, seré mejor-

-Mientras recuerdes tus palabras está bien. Ahora duerme, mañana nos levantaremos temprano y rastrearemos a esa cosa que dejo la gran huella-

-Mm- respondió Viggo mientras abrazaba su espada en un esfuerzo por soportar el frio. Solo podía seguir aguantando este frio gracias a su energía divina. De lo contrario, habría muerto de frio hace horas.

Al otro día, Kratos le indico a Viggo que volvieran a donde habían encontrado la gran huella y empezarán a rastrear desde ahí. De esa manera, hicieron todo el camino a través del bosque y una vez que llegaron a donde encontraron la gran huella, Viggo siguió el rastro. Esta vez, tomaron dirección Norte, bordeando la montaña por fuera y llegando a una serie de desfiladeros que tenían vista a un gran lago en el centro de un valle. El clima se había puesto casi glaciar, con fuertes corrientes de aire, pero eso no evito que Viggo se detuviera a la orilla del desfiladero y mirara el gran lago.

-El Lago de los Nueve Reinos- dijo Kratos a sus espaldas -un lugar problemático, trata de evitarlo por todos los medios-

-¿Por qué?- pregunto Viggo sin apartar la mirada del lago

-Digamos que hubo muchas muertes y la cantidad de draugs llegan a un nivel alarmante. Ten cuidado si algún día te quieres aventurar-

-¿Tu no vas a ir?-

-Yo estoy bien donde vivo, niño ¿Para qué quería ir a una lugar tan molesto?-

-Cierto, pero yo…-

-A ti falta experiencia de vida, así que estaría bien-

Viggo volteó su rostro y miró a Kratos con una gran sonrisa. Este último se dio la vuelta y siguió avanzando por la orilla del desfiladero hasta encontrar una ladera con una pendiente accesible. Descendieron siguiendo las grandes huellas hasta llegar al fondo del desfiladero. Un lugar con pastizales y un pequeño riachuelo. Era un pequeño paraíso en medio de todo el frio de las montañas. Se veía una gran cantidad de carneros deambular por la zona, algunos tan locos que escalaban entre las rocas de las paredes del desfiladero y se quedaban a quince metros del suelo. Viggo nunca había visto a un carnero subiendo una muralla en vertical, así que fue una gran sorpresa. Sin embargo, cuando llegaron al final del desfiladero, se toparon con una gran cueva empotrada a una gran muralla de piedra. Por la inclinación del camino, daba la impresión de que seguía bajando y adentrándose en la montaña.

-Detente- dijo Kratos cuando llegaron a treinta metros de la cueva. Está se veía imponente, formado por un elaborado arco de superficie cincelada. De 5 metros de altura y 4 metros de ancho.

-Sí, creo que es lo mejor, tengo la piel de gallina- respondió Viggo, se llevó las manos a los antebrazos contrarios y se restregó por encima de la polera, en un esfuerzo de quitarse ese mal sentimiento.

-Volvamos, fue una mala idea- dijo Kratos. Llevo su mano a la cintura, por detrás de su espalda y tomo el pomo del hacha. La descolgó de la argolla en su hombrera y comenzó a retroceder de espaldas sin nunca apartar la mirada de la cueva. Al mismo tiempo, noto que las cabras comenzaban a balar con más fuerza y de manera constante

-Niño- dijo Kratos con insistencia -dije que comiences a retroceder-

Viggo se dio la vuelta, dándole la espalda a la cueva y se apresuró a caminar en su dirección. Sin embargo, al poco de avanzar cuatro pasos, escucho un rugido bestial proveniente de la cueva, el cual reverbero por todo el fondo del desfiladero.

-¡Corre!- grito Kratos y Viggo empezó a moverse, sosteniendo su espada con su mano izquierda y su arco colgado en su hombro derecho, con su mano derecha. Kratos también comenzó a correr, tratando de mantener la misma velocidad de Viggo. Ambos llegaron a la ladera y la subieron lo más rápido que pudieron. Entonces, una vez que llegaron a los bordes superiores del desfiladero, miraron hacia abajo. Desde la gran cueva, a unos cien metros de distancia, salió una figura grande, similar a un simio. Sus brazos eran tan gruesos como el torso de Kratos y por su apariencia a esta distancia, debe haber medido unos tres metros de altura.

-¿No lo puedes vencer?- pregunto Viggo mirando a la oscura criatura

-Un ogro no es problema- respondió Kratos -pero todo un grupo sería difícil. Además de que dudo de que seas de ayuda. Por otro lado, si saliera a luchar el alfa del grupo que debe estar en el interior de esa cueva, sería un gran problema-

-Sí, es verdad- respondió Viggo imaginándose a un ogro mucho más grande que aquel ogro.

Detrás del primer ogro salió otro ogro y juntos comenzaron a perseguir a las cabras que pastaban por el fondo del desfiladero. Solo mataron cuatro y entre los dos, las acarrearon una en cada mano. Después caminaron devuelta a la cueva y desparecieron en la oscuridad.

-Vamos, niño, aun tienes que cazar para poder confeccionarte ropa- dijo Kratos, se dio la vuelta y camino de regreso por donde vinieron. Viggo le dio una última mirada a la cueva y se preguntó ¿Por qué vivían esos monstruos en ese lugar? Era raro para Viggo, ya que la entrada de la cueva estaba tan bien trabajada. Era claro que alguien había tallado la roca sólida y la había excavado. A lo mejor, algún día él viene para averiguar lo que hay en el interior.

Después de dos días de intensa cacería, donde Viggo logro cazar dos pequeños ciervos y un gran ciervo de enormes astas y volvieron a la barrera hecha por los árboles mágicos. Viggo nunca supo de donde aparecieron o como lo hicieron, pero era claro que eran especiales. Cada uno estaba posicionado a cien metros del otro y juntos conformaban un gran círculo de protección. Viggo cálculo unos mil metros desde la casa de Kratos como punto de origen.

Una vez que Viggo entro a la barrera pudo notar la diferencia con las "áreas salvajes". Se sentía como estar dentro de una fortaleza, resguardado de todos los peligros que pudiera haber en el exterior.

-Deja de sonreír como un tonto, toma y ayuda, son tus cosas- dijo Kratos y le lanzó un gran conjunto de pieles enrolladas con una cuerda hecha de tripas de venado. Viggo ya llevaba su espada, la aljaba, el arco y ahora tuvo que cargar las pieles sobre su hombro derecho.

-¿Cómo se hace ropa con esto?- pregunto Viggo

-Te enseñaré, pero no te hagas ideas, lo harás tu solo de principio a fin- respondió Kratos avanzando por delante

-¿Qué más me vas a enseñar?-

-Tu habilidad con el arco apesta, prácticamente tienes que estar tocando a la bestia para poder acertarle. Tu habilidad con la espada está en un nivel básico. Tu combate cuerpo a cuerpo es decente, pero les falta intensión a tus golpes. Siempre tratas de incapacitar a tu oponente, pero nunca de dañarlo de verdad. Necesitar dejar de sentir compasión por tus enemigos, porque ellos no tendrán compasión de ti-

Viggo exasperado porque le recalcaran lo débil que era, dijo en un tono molesto -sí, sí, bueno, bueno, el inútil Viggo pondrá todo su empeño en entrenar y cerrar su corazón-

Kratos se detuvo y Viggo paso por al lado. Kratos le puso un palmazo en la cabeza y le dijo -hablo en serio, niño-

Viggo se detuvo, soltó un suspiro y respondió -yo también, maestro. Pondré mi esfuerzo para mejorar y no avergonzarte-

Kratos avanzo por delante y le dijo -no se trata de vergüenza, niño- Viggo lo siguió a la cola y Kratos continuo -puedes morir si luchas con un oponente de verdad. La falta de determinación, disciplina y motivación, te hacen débil. Tú necesitas más entrenamiento-

-Entonces cuento contigo- respondió Viggo con una gran sonrisa

-No sonrías como un idiota, será difícil-

-¡Oh! No esperaba menos de mi maestro-

Viggo se largó a reír y Kratos negó con la cabeza ¿Qué tipo de discípulo se había conseguido?

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