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Buenos instintos 1.1

Kratos y Viggo iban bajando por una empinada pendiente. Solo los acompañaba el sonido de la nieve crujiendo bajo sus pies mientras las frías corrientes de aire ululaban. De repente paso una fuerte ráfaga de viento que ondeo los rojos cabellos de Viggo. Esté giro un poco su rostro hacia la izquierda y entrecerró los ojos, para seguir mirando donde pisaba.

Kratos avanzaba dos metros por delante sin ninguna dificultad, incluso si iba con la parte superior casi descubierto, era totalmente indiferente.

Viggo siguió caminando por la nieve y avanzando en diagonal. Apoyando un pie a la vez y tratando de buscar el soporte de los oscuros pinos que poblaban la montaña. Estos eran lo único que le podía evitar tropezarse y rodar cuesta abajo. Por dentro, Viggo pensaba que, si se caía y rodaba, el calvo forzudo lo dejaría su suerte.

Viggo llego a un árbol de pino apoyando ambas manos sobre la corteza húmeda y fría. Entonces miró a la distancia y todo lo que vio fue un cielo nublado y grandes montañas nevadas hasta donde alcanzaba la vista. Después miró hacia la parte baja de la montaña, donde se producía un paso entre las montañas. Ahí se veía un plano cubierto de pinos y alerces de gran estatura. Desde el centro de ese bosque subía una nube de humo en forma tubular. Viggo descarto que fuera un incendio, ya que el fuego descontrolado nunca sube de forma tan uniforme. Después miró al calvo que avanzaba por delante, notando como la línea roja tatuada subía por el lado izquierdo de la espalda y escalaba por la nuca hasta subir por la cabeza. De solo verlo con ese peto de cuero que solo le cubría el pectoral derecho, Viggo sintió escalofríos. Sin embargo, era un dios igual que él, pensó. Así que debía estar bien.

-Maestro- dijo Viggo desde el árbol, comenzó a descender en diagonal mientras buscaba el siguiente pino.

-No te he aceptado aun, niño- dijo Kratos con voz ronca y tranquila -no me llames maestro-

-¿Cómo te llamo entonces?- dijo Viggo al apoyarse en el siguiente pino.

-Kratos-

Viggo asintió mientras miraba la pendiente cubierta de nieve y trazaba su camino hasta el siguiente árbol para poder apoyarse -¿A dónde vamos?- pregunto

-A mi lugar. Te probaré y si resultas apto, veremos que hacemos. De lo contrario, tendrás que irte-

-Me parece justo-

Kratos bufo por la nariz a modo de risa ¿Cómo si cualquiera pudiera cumplir con sus estándares? pensó. Para empezar, ni siquiera se hubiera preocupado del niño si no fuera porque este menciono al viejo terrible. Una vez que dijo su nombro, perdió cualquier posibilidad de negarse ¿Quién se negaría a la petición de semejante monstruo?

Viggo siguió descendiendo y notando que los árboles estaban más tupidos a medida que descendían. Esto ocasiono que la poca luz que había disminuyera. Al mismo tiempo, y a medida que llegaban a la base entre las montañas, noto que entre medio de la arboleda había una cabaña de madera oscura. Desde el techo salía una nube de humo tubular.

Una vez que llegaron al plano entre las montañas, la nieve se hizo aún más profunda, llegándole a Viggo hasta las rodillas. Kratos avanzo por delante sin dificultad, mientras Viggo tenía que levantar un pie a la vez para sacarlo de la nieve y dar el siguiente paso. Viggo avanzo con dificultad mientras una arboleda de pinos y alerces cubrían su campo de visión. Kratos, iba tan adelante que ya había una distancia de cinco metros entre los dos. Viggo puso más energía a su movimiento y a medida que se acercaban a la cabaña de madera oscura, escucho que la puerta se abrió. Del interior de la cabaña salió una mujer de cabello naranja, vestida con prendas hechas de pieles de animales. Eso era más lógico, pensó Viggo. Ella si parecía un ser humano normal. Entonces miró al calvo que iba por delante y noto como le hizo el gesto con la cabeza, como diciéndole a la mujer que se entrara. La mujer dirigió su mirada a Viggo y puso un rostro serio. Entonces asintió y entro a la casa y cerró la puerta.

Viggo hizo una mueca y levantó los hombros con una actitud de "no hay nada que hacerle".

Kratos guio el camino por delante, pasando por el cobertizo techado donde guardaban la madera seca. Viggo iba diez metros detrás de él y a ocho de la casa. Se esforzó por aumentar la marcha, pero al acercarse más a la casa notó que el nivel de la nieve bajo hasta casi ser una tenue capa sobre la tierra. Entonces avanzo más cómodo y siguió a Kratos, pasando por el cobertizo y mirando los troncos apilados al lado de la muralla de la casa. Siguió caminando hasta llegar al patio trasero, un lugar también cubierto por una leve capa de nieve y enormes pinos.

Kratos llegó a unos veinte metros de su casa y se detuvo. Se acercó a un árbol, descolgó el hacha de la argolla en la espalda de su pechera y apoyo el mango del hacha en el tronco. Después miró al muchacho pelirrojo y lo examino de pies a cabeza. Solo llevaba puesto una polera gris, un pantalón verde oscuro y unas botas que le llegaban hasta las canillas. De los cuales, solo su polera estaba rasgada en la parte de la espalda. Por otro lado, tenía algunas manchas de sangre en la cara y las manos, pero parecía estar sano. Lo que si le llamo la atención a Kratos fue la espada que portaba el muchacho en su mano derecha. Mango azul, guardamanos dorados y hoja finamente forjada. A simple vista podía decir que era de buena confección, con un poder oculto y de hermoso diseño.

-¿Eres el hijo de un dios?- pregunto Kratos al notar la mirada de Viggo. Se cruzo de brazos haciendo resaltar aún más sus monstruosos músculos y le dio una mirada inquisitiva.

Viggo hizo una mueca y miró hacia el lado, asintió y después miró a Kratos a la cara -sí, de dos dioses-

Las manos de Kratos se cerraron y los huesos de sus nudillos tronaron -¿Nombres?- pregunto

-Bueno, mi madre es una diosa reconocida- dijo Viggo con una sonrisa incomoda y continuo -pero mi padre, se dice, pero nadie lo sabe-

-Nombres, muchacho- insistió Kratos en un tono áspero y lento.

-Ok, bueno, mi madre se llama Hephaestus-

Kratos alzo la ceja y torno los ojos al cielo, como haciendo memoria. Qué él recuerde, Hephaestus era un dios hombre, jorobado, de horrible aspecto y deformidad. Kratos miró a Viggo y asintió para que este continuara.

-Y mi padre se llama Kain Dragonroad-

Kratos apretó el ceño, ya que no recordaba a ningún dios con ese nombre -¿De qué son dioses?- pregunto

-Mi madre es diosa de la forja, herrería, tú sabes y mi padre ¿dios del miedo?- dijo Viggo con dudas, Kratos arqueo las cejas en señal de confusión y Viggo continuo -la verdad no lo sé. Solo sé que mi padre es el dios al que temen los dioses -

Kratos hizo una pequeña sonrisa casi imperceptible y dijo -dejémoslo así, niño. Ese viejo monstruo que te trajo me conoce y dudo que ponga a prueba mi paciencia. Sin embargo, las cosas no han cambiado. Te pondré a prueba, si cumples con mis estándares, te enseñaré-

Viggo hizo una amplia sonrisa y dijo -me parece justo ¿Cuál será la prueba?-

Kratos descruzo sus brazos y le hizo el gesto con ambas manos para que viniera -Luchar- dijo con voz ronca y tranquila.

Esta vez, Viggo alzó las cejas en confusión y todo lo que pudo hacer, fue mirar a su posible maestro de pies a cabeza ¿No era esto luchar contra un minotauro del laberinto?

-¿Qué estás haciendo, muchacho? Ven y lucha- dijo Kratos alzando la voz en un tono impaciente

Viggo tomo una gran respiración y camino hasta un árbol para apoyar el mango de la espada en el tronco. Después camino hasta pararse a dos metros del gigante calvo y ponerse en posición de combate. Al igual que como le enseñaron desde niño, levantó sus manos en forma de boxeo y comenzó a dar saltitos en su posición. Si había algo que se adaptara a cualquier estilo de lucha, era lo que le había enseñado su padre.

Kratos observo al muchacho llevar un ritmo constante en los saltos. Parecía demasiado ligero para sus movimientos, como si flotara en el aire. Se veía ágil y divertido, sobre todo por el revoloteo de su cabello rojizo y esa sonrisa en sus labios. ¿Vamos a ver cómo reacciona? pensó Kratos. Levantó los puños para cubrir su mentón y proteger su pecho, al mismo tiempo que abría sus piernas a la altura de los hombros.

Viggo daba saltitos en un intento de verse ágil y fuerte. Se lanzó hacia adelante tomando la iniciativa y cuando llego al cuerpo firme como una roca, preparo su puño derecho para atacar las costillas. Sin embargo, antes de que pudiera lanzar su golpe, sintió un sentimiento a peligro en su mejilla izquierda y echo su cabeza hacia atrás. Vio una sombra pasar por delante de sus ojos. El aire fue cortado por algo que apenas pudieron ver sus ojos y Viggo reacciono dando varios pasos torpes hacia atrás. Tropezó con sus propios pies y cayó de trasero sobre la nieve. Al mismo tiempo, tiro sus manos hacia atrás para amortiguar la caída. Una vez que quedo sentado en la nieve, levantó su mirada y vio a Kratos haciendo un giro con su torso, su hombro y mano derecha. Lo que había pasado por delante de sus ojos había sido esa mano tan dura como la piedra, curtidas y endurecidas por años de entrenamiento. Viggo al ver los toscos nudillos de esas enormes manos, trago saliva. Aposto en su mente que, si hubiera recibido ese puñetazo, de seguro le arranca la cabeza.

-¿Quieres matarme?- pregunto Viggo enojada

Kratos retomo su postura de boxeo y le dijo -no, niño, pero dijimos que te pondría a prueba y eso estoy haciendo. Levántate y continua-

Viggo frunció la nariz en una expresión de furia, se puso de pie y se lanzó de frente a luchar. Toda su técnica y pretensiones se olvidó y solo quedo un muchacho gritando y lanzando puñetazos como un perro rabioso.

Por otro lado, Kratos fue cubriéndose o desviando los golpes con sus antebrazos. Los golpes de Viggo no tenían intensión, pensó. Viggo lanzó un izquierdazo a las costillas y Kratos dio un paso hacia atrás, dejo pasar el golpe y levantó su pie derecho para propinarle una patada en el estómago. Viggo sintió el impacto y fue empujado hacia atrás para caer sobre su trasero. El golpe fue tan doloroso que Viggo abrazo su propio estómago y quedo en posición fetal.

-Vamos ¿Eso es todo?- pregunto Kratos retomando su postura de boxeo

Viggo gruño y canalizo su energía divina de su core divino. Su dolor se fue y los músculos dañados se repararon. Una vez que sintió el alivió se puso de pie y esta vez se puso en guardia. Entonces Viggo corrió, grito y lanzó un furioso derechazo, el cual Kratos aguanto flexionando un poco sus rodillas y recibiéndolo con su brazo izquierdo. Entonces, al mismo tiempo que recibía el golpe, preparo su puño derecho y lanzo un gancho con su derecha hacia el estómago. Viggo una vez más fue castigado con dolor y sus manos se fueron a su estómago en un gesto involuntario. Sin embargo, apretó los dientes tratando de aguantar las ganas de abrazar su estómago y rugió como un animal. Entonces retomo su postura de boxeo y lanzó un gancho de izquierda a las costillas. Lo que Kratos esquivo hacia la derecha.

Viggo vio como su puño ascendió sin darle a nada. Entonces giró su cuello, miró a su izquierda y vio como un enorme puño le cubría todo el campo de visión. Después de eso, todo se apagó.

Una vez que Viggo cayó boca abajo inconsciente sobre la nieve, una figura anciana salió de detrás de uno de los árboles que estaban a espaldas de Kratos.

-¿Parece que te lo estas pasando en grande?- dijo el viejo Xiao en un tono jocoso

-Mm- dijo Kratos sin mirar hacia atrás, se cruzó de brazos y vio al niño tendido en la nieve por delante de él. Era claro, este niño tenía un problema similar al suyo. Sin embargo, los dos eran dos tipos diferentes de existencia. Mientras Kratos fue creado por largos años de entrenamiento, guerras sin descanso y una vida llena de destrucción. El niño había sido criado con amor y pulido bajo la tutela de un gran maestro del combate. En estos momentos, Viggo estaba a kilómetros de distancia de Kratos. En su mayor parte, el conocimiento y la experiencia en el campo de batalla le daban a Kratos una abrumadora ventaja. Por otro lado, esas mismas experiencias le habían enseñado a controlar esos terribles impulsos destructivos y ahora podía "controlarlos" para darles un mejor uso. Sin embargo, este niño era diferente ¿Acaso tendría que pasar por mismo infierno para controlar esa furia en su corazón?

-¿Estás seguro de dejármelo a mí?- pregunto Kratos en calma, mirando siempre a Viggo acostado sobre la nieve.

-¿Quién sabe más de disciplina que tú?- pregunto de vuelta el viejo Xiao, caminando hasta pararse a la izquierda de Kratos. Soltó una risita y levanto su mano derecha para darle unas palmaditas en el hombro.

Kratos miró al anciano asiático a su lado, de sonrisa amable y aspecto inofensivo. Al menos, solo de aspecto. Después miró a Viggo y pensó en lo que se proponía este viejo monstruo al traerlo frente a él.

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