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Sobrevivientes

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Mirando hacia el exterior de la cueva, Maria sostuvo el cuerpo de Lisa vigilando que ella no se perdiera en el bosque, habían pasado cuatro días desde que Jin desapareció.

—La comida ya esta servida— escuchando la voz de Rosa, Maria abrazo el cuerpo de la pequeña Lisa y la guio al interior de la cueva.

El día que Jin desapareció, el grupo de Victoria llego a la cueva unas horas antes de la noche, sus ropas estaban desgastadas y el color de su piel estaba pálido.

Al inicio Leina estuvo en contra de recibir al grupo, ella aun esperaba que Jin regresara.

Fue Lisa quien intervino al final, apoyándose de Maria pidió que les permitieran dormir al interior, recordaba lo fría que podía ser la noche en el bosque.

El espacio en la cueva se vio reducido en gran medida, la llegada de 18 personas genero la necesidad de construir mas dormitorios y ampliar el comedor.

—Gracias por la comida—

Sentándose alrededor de la mesa principal, Lisa espero tranquila mientras su hermana regresaba de la cocina, desde que Rosa y Victoria se encargaron de preparar la comida, el tiempo que pasaban juntas fue más largo.

El grupo de Victoria contaba con 6 mujeres, 7 niñas y 5 niños, los mas pequeños ocuparon el dormitorio de Maria, mientras los demás preparaban sus propias camas con los materiales que Jin acumulo.

En el momento que los niños regresaron a jugar, Daisy limpio sus labios y comenzó a hablar —Necesitamos mas comida— encontrando que todos se quedaron en silencio continuo —Junto a Rosa calculamos que en un par de días nuestras provisiones se acabaran—

Entre las mujeres, la figura de Rosa se levanto dejando un hacha sobre la mesa —Después de conversar con Maria, ella me entrego esta hacha para poder defendernos, creo firmemente en el poder de esta arma, si la usamos bien podremos cazar animales pequeños—

Nadie pregunto cómo Maria consiguió esa arma, estaban mas preocupadas de conseguir más comida para el grupo, aunque ellas podían aguantar unos días sin comer, no podían hacerles lo mismo a los niños pequeños.

—Mi padre me llevaba a cazar cuando pequeña, si llevamos algunas cuerdas debería poder atrapar algunos animales pequeños— tomando el hacha de la mesa, Luna se alejó con unas palabras —Si alguien me va a acompañar, ahora es el momento—

Vistiendo poca ropa sobre su cuerpo, Luna fue la mas salvaje del grupo, en su piel las huellas de los golpes aun persistían, pero eso fue algo que a ella no le importaba mientras su largo cabello negro caía por su espalda.

—Luna, yo también iré— dejando a Maria el cuidado de Lisa, Leina recogió algunas cuerdas y corrió hacia la entrada "Nii-san"

Mirando la figura de Leina que desaparecía en la entrada, Maria negó con la cabeza, ella fue testigo de las lagrimas que Leina derramo durante todas las noches, cada vez que ella intentaba escapar durante la noche para encontrar a su hermano Maria la abrazaba sin permitir que ella cometiera una locura.

En el exterior, el grupo de Luna, Leina y Cecilia avanzo hacia el rio donde Jin cazo el jabalí, todos conocían el camino muy bien, cada día ellos tenían que conseguir el agua que era vital para su salud.

—Deténganse, necesito comprobar algo— levantando la mano, Luna tomo el hacha en sus manos y se acerco a un grupo de piedras en el suelo —Leina, tu viniste con el grupo anterior, ¿por casualidad ustedes levantaron alguna fogata?—

Separando las piedras, restos de ceniza y carbón estaban escondidos —Parece que tiene menos de un día, nosotros no hicimos esto— regresando a su lugar, Leina mantuvo su vigilancia arriba, no habían visto mas personas desde que Luna y sus compañeras llegaron a la cueva.

—Está bien, debió ser un grupo que paso por este camino, avancemos y terminemos nuestra misión, no podemos quedarnos mucho tiempo afuera—

Manteniéndose alerta, el grupo llego al borde del rio y siguieron las ordenes de Luna. Después de preparar una trampa con parte de las cuerdas, Luna vio que Leina se encontraba distraída —¿Sucede algo?—

Saliendo de sus pensamientos, Leina palmeo su rostro dos veces y negó con la cabeza —Ya veo, Cecilia fue a por madera, ayúdame a preparar la jaula mientras la esperamos—

Tomando las cuerdas, Luna construyo una jaula para peces, cada tanto ella miraba hacia el bosque esperando que Cecilia regresara.

—Ya esta listo, solo falta un poco mas de madera para evitar que los peces se escapen y no nos faltara comida…me pregunto qué paso con Cecilia—

Después de que Cecilia no regresara, Luna tomo el hacha y le indico a Leina que se mantuviera detrás de ella, siguiendo el rastro de Cecilia ellas avanzaron por el bosque evitando hacer ruido.

—Cecilia!— grito Luna al verla desmayada en el suelo, a su lado la madera que ella debió traer se encontraba regada por todos lados.

—Cálmate Luna, mira su boca—

—¿Qué es eso? Parece algún tipo de arándano— quitándole la fruta en su boca, Leina aparto a Luna y reviso si ella aun respiraba.

—¿Ella está bien?— ansiosa por el estado de su amiga, Luna por un momento se sintió débil y espero que Leina respondiera.

—Aun respira, pero parece que necesita tratamiento pronto, debemos regresar ya…no te quedes ahí, ayúdame— al escuchar las palabras de Leina, Luna recobro la compostura y puso el brazo de Cecilia sobre sus hombros.

Aun si Leina lloraba todas las noches por la partida de Jin, en el día ella se mostraba fuerte y decidida, no quería preocupar a su hermana pequeña.

Después de una hora, Cecilia fue dejada sobre su cama, a su lado Margarita revisaba su cuerpo con cuidado, quitándole la ropa encontró manchas moradas sobre su pecho.

—Necesito que me den más espacio, no quiero que me distraigan—

Margarita era la enfermera de la misma escuela que Victoria, en el momento que reviso el cuerpo de Cecilia encontró la causa de su estado —Necesito una fuente con agua caliente y las hierbas que estan al costado de mi cama—

Siguiendo las ordenes de Margarita, todas las mujeres no se atrevieron a cometer el más mínimo error.

Mientras las horas avanzaban, las mujeres no abandonaron a su compañera aun cuando la brisa helada de la noche enfrió sus cuerpos.

—Ya se encuentra estable— mirando a Luna quien estaba arrodillada en el suelo, Margarita la tomo del hombro y agrego —No es tu culpa, creo que mañana ella estará como antes, puedes pasar si quieres—

Dejando a las amigas atrás, Margarita fue al área del baño para limpiar su cuerpo, era la primera vez que ella había tratado a un paciente sin la supervisión de sus mayores.

Mientras usaba un paño para limpiar su exuberante figura, Victoria salió detrás de ella y le dejo un cambio de ropa, por un momento su mirada no se despegó de sus grandes colinas que se mantenían firmes en su pecho —No se enojarán por usar la piel— mirando la ropa fabricada con la piel de jabalí, Margarita termino de secarse y decidido usar el regalo que le trajeron.

—Ellas mismas decidieron que la usaras, sin ti era posible que hubiéramos perdido a una de nuestras compañeras—

—¿Que tal, como me veo?— posando con su nueva ropa, Victoria se sorprendió por lo bien que se veía el diseño en ella, por un momento pensó que se vería mas salvaje, si ella caminara por las calles de la ciudad con esa ropa se robaría las miradas de 9 de cada 10 hombres.

—Te ves estupenda…ahora necesito volver, te encargo el cuidado de Cecilia— dejando atrás a su compañera, Victoria regreso a la sala principal.

—Y las demás— en la sala solo se encontraba Daisy terminando de ordenar el lugar, Maria junto a las hermanas ya se preparaban para dormir, Luna no se apartó del lado de Cecilia, Rosa aun estaba en la cocina y Margarita aun estaba en el baño.

—Ya es muy tarde, yo igual iré a dormir en breve…tu igual deberías hacer lo mismo— sin voltearse a mirarla, Daisy continúo arreglando el lugar, no le gustaba el desorden que dejaban los niños durante el día.

—Ya veo, ¿necesitas ayuda?—

—No es necesario, ya casi termino—

Caminando hacia el dormitorio, Victoria encontró que varios niños aún se mantenían despiertos, acercándose decidio vigilarlos hasta que se durmieran.

A la mañana siguiente, el grupo de Leina, Victoria y Luna fue el encargado de revisar la trampa que dejaron el día anterior.

Al no encontrar ninguna presa, ellas terminaron de arreglar la jaula de peces y se aseguraron de que esta no se soltara por la fuerza del rio.

—Oye hermano, hoy vino un grupo diferente, estoy seguro de que esas mujeres deben tener un campamento cerca de nosotros—

Del otro lado del rio, dos hombres jugaban con los huesos de sus presas —¿Y qué? Acaso te aburriste de tu mujer, si ya no la necesitas puedes enviármela esta noche, no tengo problema en enseñarle un par de movimientos— haciendo movimientos obscenos con sus caderas, el hombre mas viejo de los dos decidio no mirar a las mujeres, ya le era bastante difícil conseguir comida.

—Hermano, no seas así, sabes que nunca tocaría a una de tus mujeres— levantando una ceja, este le dio un golpe en el estómago mientras añadió —acaso me crees un idiota, te advierto que te mantengas alejado de ellas— él había escuchado como su compañero acosaba a sus mujeres cuando él salía a cazar —Mejor volvamos, aun necesitamos llevar la comida de hoy—

Escuchando las palabras de su compañero, el hombre tomo sus cosas y decidido regresar "No me importa si mi hermano no las quiere, yo las conseguiré para mi solo" fijando su mirada en el cuerpo de Leina, su sonrisa se amplio imaginando en las cosas que le haría cuando la tuviera en sus manos.

—Si!, sabia que funcionaria— al día siguiente, los ojos de Luna se abrieron al encontrar un grupo de peces dentro de la jaula —Leina ayúdame con esto, creo que necesitaremos otro recipiente más grande para llevarlos—

Con la nueva fuente de comida, el grupo ya no tendría que pasar hambre, solo necesitaban conseguir una forma de obtener materiales para hacer su propia ropa y tendrían las necesidades básicas satisfechas.

Dentro de la cueva, las comodidades que tenían eran comparables a los mejores asentamientos que se habían creado dentro del bosque, el caos entre las personas aún se mantenía presente, sucediendo peleas de poder dentro de los grupos más fuertes que dificultaban su propio desarrollo.

Cuando el grupo se alejo del rio, un hombre salió del agua revisando la jaula de peces —Así que confían en esta cosa para conseguir alimento, me pregunto que pensaran cuando no la encuentren mañana— soltando los amarres de la jaula, el hombre dejo que el rio se la llevara y volvió a sumergirse en el agua, no le importaba obtener más comida, él solo quería ver su rostro lleno de desesperación.

—Victoria, tu que opinas— al no encontrar la jaula por ningún lado, Luna comenzó a verificar cualquier rastro que revelara lo que sucedió.

—Creo que tenemos a un intruso cerca de nosotras— ella había dejado un amarre especial junto a la jaula, aunque el rio tuviera la suficiente fuerza para llevarse la jaula, siempre quedaría ese trozo de cuerda, pero este no se encontraba en ningún lado.

—Regresemos por hoy, mañana pondremos una nueva jaula, tenemos que conversar mejor lo que sucedió hoy—

Aunque fue solo por un momento, el hombre pudo ver el rostro enojado de las mujeres sintiéndose feliz en su interior —Que harán ahora pequeñas, sigan construyendo mas trampas que yo no dudare en destruirlas—

Regresando al otro lado del rio, una aguja se enterró en una de sus piernas —que demonios es esto!— sacando la aguja hueca de su pierna, otra se volvió a enterrar gritando de dolor al sentir que toco sus huesos.

—No no no, nada podrá atraparme— al ver una sombra moverse debajo de él, el hombre olvido el dolor que le provocaban las agujas y nado con todas sus fuerzas queriendo llegar a la orilla.

Mientras la sangre salía de su cuerpo, una segunda sombra empezó a rodearlo acercándose más agresivamente.

¡AHHH!

Dos corridas de dientes filosos se enterraron en la pierna del desgraciado hundiéndolo en el agua, cuando los ojos del hombre pudieron ver a la criatura, la sangre de su cuerpo desapareció mientras era devorado sin poder hacer ningún ruido.

En el interior el bosque, mas criaturas comenzaron a despertar de su sueño, siendo convocados por una fuerza invisible que se escondía en el lago más grande del bosque.

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