Caos y Orden se miraron. Todo estaba mucho más tranquilo que unos segundos antes, pero a los espectadores no les pareció que fuera así.
Shen quedó quieto, en el cielo, evaluando con ojos celestiales a la 'persona', si es que se le podía llamar así, que tenía enfrente. Sintió la extraña desconexión que había entre ambos, muy a diferencia de la que tenía con todos los otros seres que nacieron en el Universo o en el Reino Inmortal.
Entendió que Liam no era nativo de ninguno de los dos reinos, esa era la única respuesta a su situación. Como Trascendente, era consciente de la existencia de otros mundos y, por lo tanto, llegó a la conclusión de que su actual enemigo tenía que ser alguna entidad externa.
[POV Shen]
La identidad de Liam como ser externo es indudable; sin embargo, eso solo me lleva a otras preguntas. Incluso como Trascendente, viajar a otro mundo requeriría casi de todo mi poder.
He monitoreado a Liam desde su primera tribulación y estoy seguro de que cuando llegó a este mundo no era un cultivador. Entonces, ¿cómo había llegado en primer lugar? Es extraño, ¿alguien lo trajo?
No, eso no es posible, aunque El Iluminado lo apoya, su poder no es suficiente como para hacer eso. Solo se me ocurre una persona capaz de ello, pero 'Él' y El Demonio se marcharon hace mucho tiempo para explorar la infinidad de mundos existentes, ¿por qué les importaría uno tan pequeño?
De todas formas, eso no es importante ahora.
[POV Narrador]
Shen agarró la cruz plateada que llevaba colgada en su pecho.
—Saludos, compañero Trascendente —saludó.
Sus palabras fueron suaves, pero cada cultivador las escuchó y sintió un alivio involuntario al instante. El Cielo fue reconocido en sus almas como una figura paterna, esa fue una parte de su poder como gobernante de ambos reinos.
Liam no se quedó en silencio y decidió contestar. Entrelazó sus manos, como recordaba que hacían los cultivadores en las novelas de su anterior vida, y habló con voz relajada.
—Hoy es un buen día, mi querido enemigo —sus ojos brillaron con luz santa y había una sonrisa pícara en su rostro.
Shen sonrió, pero no existían emociones en su expresión.
—Me has llamado enemigo desde que sabes de mi existencia —le contestó —. ¿Por qué enemistarte conmigo? Podrías haberte marchado tras alcanzar el Reino Ancestro, gracias a tu Esencia. En cambio, decidiste antagonizarme.
—Fue por varias razones —empezó el recién ascendido cultivador —. Principalmente, no me gustaba que existiera alguien que me dijera qué puedo y qué no puedo hacer. Después de todo, el camino de la cultivación es un camino para alcanzar la libertad.
El Cielo soltó una carcajada fría.
—Está bien buscar la libertad, pero eso solo te llevó a la muerte de un amigo —declaró, no como una burla, sino como un hecho.
Liam no fue afectado por ello.
—La muerte de mi mejor amigo la tendré que llevar conmigo para siempre, cierto —aceptó el argumento de su enemigo —. Sin embargo, es justamente por eso que lucho. Si no te derroto hoy, más personas sufrirán lo mismo que Ji Ming.
—Sin mí, el caos reinará en ambos mundos —Shen aseguró —. Los Dechados eran capaces de destruir todo el Reino Inmortal en una de sus guerras, los exterminé para preservar el mundo. Siempre debe existir un gobernante que ponga orden en donde no lo hay.
Liam cerró los ojos en profunda reflexión.
—Tienes razón —admitió, sorprendiendo a los que observaban la conversación.
Shen sonrió.
—Está bien, si lo entiendes entonces puedo dejarte marchar —propuso —. Haz como los demás, El Demonio y El Trascendente ni siquiera son nativos de aquí, han estado observando el multiverso desde tiempos inmemoriales.
El Dios, Liam, dio un paso adelante.
—No te adelantes —le cortó el discurso —. Tienes razón en que es necesario un gobernante, pero el gobernante debe entender siempre a su gente. El gobernante tiene la legitimidad para actuar inmortalmente, sí, pero solo cuando es a favor de su gente. Llamo bien empleadas las crueldades cuando tienen el fin de que no sea necesario volver a emplearlas. Tenías innumerables formas de detener las guerras, incluso presentarte hubiera sido, probablemente, más que suficiente. En cambio, acabas con cualquiera que está a punto de cruzar esa barrera y lo llamas un sacrificio necesario, cuando tú mismo no estás listo para sacrificarte.
Liam soltó una carcajada burlona.
—Honestamente, es un poco triste que creas ser un buen líder —mientras hablaba, desentrelazó sus manos —. Pero no importa, la virtud de un gobernante es algo que se debe tener de nacimiento, ni tú ni yo tenemos las calificaciones para ello. Hoy te mataré y, eventualmente, llegará una persona que trascenderá como El Cielo y será digna de gobernar este cielo estrellado.
Un aura de orden apareció en el área. Liam evitó voluntariamente proyectarla hacia todos los que presenciaban el cara a cara, su control lo permitió.
Se manifestó una balanza antigua y etérea detrás de Liam.
—Por sus crímenes cometidos, Shen es condenado al exilio —declaró.
Shen reaccionó y se cubrió con Caos para intentar resistir la orden, pero terminó siendo expulsado igualmente. Por suerte para él, su intento no fue del todo inútil, pues, en vez de ser enviado a otro mundo, apareció en el vacío.
Liam no tardó ni un segundo a seguirlo y ambos chocaron. Shen se lanzó sin perder el tiempo con el puño alzado, conteniendo el poder de su Autoridad.
Liam sabía que sería malo si chocaba de frente con ese ataque, así que creó un espacio entre ambos que ralentizó al Cielo.
Luego, la balanza que estaba en su espalda se transformó en una espada y él la balanceó con todas sus fuerzas. En ese momento, Shen se liberó del espacio artificial y continuó recto, sin importarle el corte.
Chocaron una vez más caos y orden. Forcejearon unos segundos antes de anularse el uno al otro, pero Shen continuó sin detenerse.
Liam no dejó ir su espada del orden y el otro invocó una espada negra hecha de puro Caos. Balancearon ambos sus espadas, la técnica siendo perfecta en los dos casos.
Sin embargo, Liam transformó sus brazos en el último segundo. Escamas crecieron de ellos y su fuerza se disparó. Shen fue empujado hacia atrás, sorprendido, pero Liam también fue repelido.
—Es igual de fuerte que yo en mi forma de dragón, físicamente —reflexionó este último —. En ese caso...
Una fuerza divina lo rodeó. Creció hasta tener el tamaño de varias galaxias y su cuerpo fue formado de incontables estrellas, nebulosas y otros cuerpos celestes. Esta fue la verdadera apariencia de Liam con su poder desatado, la diferencia respecto a cuando lo usó contra Tengen era que tomó la forma de un dragón, en vez de un humano.
Shen miró esto profundamente antes de cambiar él mismo. Creció hasta tener más o menos el mismo tamaño que Liam, pero su forma verdadera fue la de una persona que parecía llevar una túnica taoísta y una alabarda en la mano.
Liam rugió, haciendo que temblara incluso el vacío, y lanzó fuego de su boca. Si uno se fijaba bien, el fuego estaba, en realidad, conformado por una cantidad infinita de estrellas. Ante este ataque, cualquier otro cultivador hubiera quedado inmóvil del miedo, pero Shen se defendió casi al instante.
Movió su alabarda diestramente, conduciendo el fuego fuera del camino y empezando su propio asalto. El Dios, sin embargo, no se había quedado quieto. Cuando el colosal humano lo intentó empalar, Liam empezó a dar vueltas, rodeando la alabarda con su cuerpo alargado. Abrió sus mandíbulas y mordió el cuello del gigante espiritual, haciéndolo retroceder con dolor.
Liam trató de aplastarlo con su cola, pero Shen saltó a un lado. La cola creó vibraciones, creando grietas en el vacío mismo, dejando levemente aturdido al dragón espiritual.
El Cielo aprovechó la oportunidad y el Caos se manifestó en todo su esplendor alrededor de su alabarda. El vacío, normalmente negro y plano, empezó a retorcerse como si estuviera siendo desconfigurado. Liam sintió un peligro de muerte proveniente del arma, así que actuó.
Reunió tanto poder de la Autoridad del Control como pudo y bloqueó el ataque con su propio cuerpo. Esta vez, el dragón fue empujado hacia atrás y su cuerpo humano, dentro del dragón, se tambaleó y escupió sangre. Pero no había llegado a la Trascendencia por nada, se recuperó a gran velocidad y enroscó su cuerpo en el del gigante.
Shen estaba a punto de quitárselo de encima cuando Liam actuó de nuevo.
—¡Está prohibido moverse aquí! —exclamó.
Ambos quedaron quietos; sin embargo, Liam estaba preparado y cargó un nuevo chorro de fuego estelar. El infierno cayó encima del gigante y su cuerpo quedó carbonizado, transformándose nuevamente en su forma normal. Shen quedó malherido, con quemaduras que le derritieron parte de la piel, aunque aún estaba consciente y de pie en el espacio negro.
En ese momento, por desgracia, la transformación de Liam también llegó a su fin, devolviéndolo a su forma humana. Aun así, su estado era mucho mejor que el de Shen, con solo un corte que le recorría el pecho de arriba a abajo.
El Cielo miró con odio a Liam. Todo su cuerpo temblaba de rabia y el Caos se desbocaba de él.
—¡Tú! Esto ha llegado demasiado lejos, lo terminaré aquí —rugió.
Con un gritó, toda la oscuridad del mundo se empezó a retorcer y condensar delante de Shen. El Caos empezó a romperlo todo y se empezó a entrever grietas del multiverso, que contenía todos los diferentes mundos.
Las venas se marcaron en el cuello y los brazos de Liam. Apretó los dientes ante el esfuerzo de toda la magia que empezó a reunir. Se manifestó espiral de niebla que los envolvió a ambos. En medio de este espiral apareció un río plateado.
Este fue el Río de Leyes, que Liam no había podido manifestar por completo en un pasado. Al final del río, Shen pudo visualizar un extraño palacio que hizo temblar su alma.
Ahora, también se le marcaron las venas de la cabeza a Liam, casi como si fuera a explotar. La magia a su alrededor se transformaba en más niebla que rodeaba a Shen. Ambas autoridades colisionaron, acabando de destruir por completo el vacío en el que estaban.
Liam dio un paso adelante por la orilla del río y Shen sintió como si su espíritu, cuerpo y Autoridad empezaran a ser reprimidos.
—¡NO! —gritó, sus ojos se pusieron blancos y la Autoridad de la Justicia fue liberada por completo —. ¡No puedo perder aquí, no después de todos estos años y contra alguien que no lleva ni mil años en la cultivación!
Liam miró un momento la figura de El Cielo, su enemigo jurado desde que había venido a este mundo. Recordó su camino como cultivador: cómo conoció a Dumbledore y se volvió su discípulo, cómo pasó sus diversos entrenamientos y luego fue a China. Conoció a Ji Ming después de perder contra él, se hicieron mejores amigos y entrenaron juntos. Se acordó del Torneo de los Tres Magos y cómo conoció a Fleur, que al principio le tenía miedo, pero que luego se atrevió a decir que lo quería incluso cuando su maldición estaba activa, aterrorizando a cualquiera cerca de él.
Recordó el cómo se volvió un dragón y luego derrotó a Voldemort con sus nuevos poderes. Viajó con Fleur durante un tiempo y finalmente llegó al Reino Ancestro. Conoció a innumerables personas de todos los tipos existentes, participó en el Torneo de la Secta del Dragón Arcano y perdió contra Jinichi. El reencuentro con su maestro y la tarde de pesca que pasó con Ji Ming. Cómo vengó a Ji Ming, acabando con Jinichi y luego con Tengen.
Al final, Trascendió y todos esos recuerdos fueron los que lo llevaron a esa batalla. Apretó las nalgas y, con toda su fuerza, atacó.
—¡Castillo del Orden! —nombró, con su terrible sentido para ello.
La niebla y el río cayeron encima de Shen.
—¡Aaaaaaargh! —gritó.
Las leyes del orden rompieron por completo todo el Caos. Shen fue completamente destruido, tanto en cuerpo como en alma.
El palacio, la niebla y el río desaparecieron, dejando a Liam solo, con una sonrisa aliviada plasmada en su cara.
—Bueno, es hora de volver —se dijo a sí mismo.
Entró sin más a su mundo. Todo era un desastre debido a que ambos mundos se habían juntado. Las personas normales habían adquirido magia, también. Liam estaba a punto de intervenir para poner orden cuando una persona apareció a su lado.
—Tú eres... —El Dios lo miró sorprendido.
—Eres realmente genial, hombre —El Iluminado, Jizo, le dio una palmada en la espalda y se rio fuertemente —. Me alegra haber confiado en ti, ahora tenemos un genial compañero más para nuestro grupo.
—¿Grupo? —preguntó Liam, curioso.
—Jaja, ya ves, nosotros, los chicos Trascendentes, quedamos de vez en cuando y nos contamos historias de los mundos en los que hemos estado y jugamos a las cartas de vez en cuando —explicó —. Ese tonto de Shen no estaba incluído, por supuesto, pero, como eres un chico genial, entonces estás obligado a participar.
—¿Heeh? —Liam lo miró con el dolor escrito en su cara —. Ni hablar, hoy ya he cumplido con todo lo que tenía que hacer en mi vida, me construiré una casa en la montaña y viviré con Fleur allí por el resto de mi vida, quizás tendré algún hijo. No hay forma de que nadie me mueva de allí, aunque me intenten arrastrar tres Trascendentes.
Con estas palabras, desapareció en búsqueda de Fleur, dejando atrás a un divertido Jizo.
—¡Ese es el espíritu! —exclamó —. Si no vienes tú, entonces las reuniones del club serán en su casa a partir de hoy, sí.
Se marchó entre carcajadas.
Fin del capítulo.
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Gente si lo leéis nada más esté subido, no os preocupéis. Ahora mismo me voy a poner a escribir el epílogo, no debería tardar demasiado, quizás en un cuarto de hora-20 minutos esté hecho y lo publicaré, ya que no será demasiado largo.